Huida de Siria: “El viaje hasta aquí fue como viajar a través de la muerte”

Enfermos por el frío y sin ninguna visión de futuro. Las decenas de miles de familias que han huido de la violencia del norte de Siria hasta la frontera con Turquía malviven con lo puesto, sin baños, ni agua y en refugios improvisados. Estas son algunas de sus historias.

MSF
01/02/2018

Abu Mustafa, 37 años, padre, procedente del distrito de Elhos, área rural en el sur de Alepo, Siria

“No tengo ninguna visión de futuro. Solo rezo para volver a casa”

Testimonio recogido el 12 de enero de 2018

“Huí de mi pueblo con mi esposa, mis seis hijos y otras 20 familias que también son parientes. Los fuertes bombardeos y ataques aéreos han tenido un gran impacto. 360 pequeños pueblos han sido abandonados porque sus habitantes han huido.

Llegamos aquí a Sarmada, cerca de la frontera con Turquía, hace solo dos días. Algunas familias aún están armando sus tiendas. Otros no tienen un refugio propio, por lo que deben compartirlo con otras familias.

Buscamos rápidamente un lugar donde quedarnos. Descubrimos que podíamos alquilar esta tierra por 450.000 libras sirias (1.000 dólares; 703 euros) al mes. Fue difícil recaudar suficiente dinero de las 20 familias que viven aquí para cubrir este gasto. La mayoría de estas personas trabajan como jornaleros en las granjas de otras personas. No teníamos otra opción. Necesitábamos un lugar donde dormir.

Construimos nuestra tienda con pilares de hierro y los cubrimos con mantas y bolsas de plástico. Las tiendas no tienen suelo. De modo que el suelo es de arcilla, que está mojado y cubierto de escarcha. El frío se filtra por todas partes.

Necesitamos agua limpia e inodoros para evitar la propagación de enfermedades.

Para mí, no tengo ninguna visión de futuro. Solo rezo para volver a casa. Si nos quedamos aquí, las personas mayores, los niños y los enfermos sufrirán. La mayoría de nosotros ya estamos enfermos por el frío y las dificultades que experimentamos por el camino hasta llegar aquí”.

Doctor Mohamed Yakub, integrante de nuestro equipo médico móvil en Idlib, Siria

“Muchos pacientes con enfermedades crónicas no toman su medicación desde hace un mes”

Testimonio recogido el 19 de enero de 2018

 “Hoy hemos visitado el campo de Al Ramán, cerca de la frontera turca, donde han llegado recientemente 44 nuevas familias desplazadas. Allí ya había otras 70.

Algunas de estas familias lograron traer sus pertenencias pero otras viajaron sin nada. Cuando visitan la clínica, muchos de ellos están tristes y no hablan mucho, aparte de preguntar cuándo podrán volver a casa. Algunas familias también se quejan del elevado precio del alquiler de la tierra para encontrar refugio y la falta de tiendas y ayuda.

El campo ya estaba bastante lleno con las 70 familias. Ahora hay más de 100. Algunos de los recién llegados trajeron sus propias tiendas. Otros reciben tiendas de las ONG. Muchas familias se ven obligadas a compartir.

La situación médica es realmente difícil. Algunas familias han estado viajando durante una semana antes de llegar aquí, acampando junto a la carretera, al aire libre.

Muchos pacientes con enfermedades crónicas no toman su medicación desde hace un mes. Tuvimos numerosos casos de pacientes con diabetes e hipertensión. Los niños no habían sido vacunados durante años.

Proporcionamos medicamentos a personas con enfermedades crónicas y las primeras dosis de vacunas para mujeres embarazadas y niños. Cambiamos los vendajes de las personas heridas. El hospital más cercano a este asentamiento está a 10 kilómetros y es difícil llegar hasta él. La gente no puede pagar el transporte, por lo que las clínicas móviles son la mejor opción disponible”.

 

Um Sultan, mujer siria de 60 años de Ras El Ein, Idlib, Siria

“El viaje hasta aquí fue como viajar a través de la muerte”

Testimonio recogido el 12 de enero de 2018

“Huimos de Ras El Ein debido a los bombardeos y la muerte. Tenemos muchos hijos, ocho hijos, tres hijas y unos 20 nietos. Viajamos hacia el norte, a Hazano, que está en la zona rural de la provincia de Idlib.

Nos instalamos aquí porque no tenemos otro lugar adonde ir. Lo que sucedió nos ha conmocionado. No lo esperábamos. Ahora alquilamos esta tierra por 75.000 libras sirias (165 dólares; 117 euros) al mes. Hemos montado una tienda con todas las pertenencias que tenemos.

El viaje hasta aquí fue como viajar a través de la muerte. La carretera estaba llena de automóviles, con aviones de guerra en el cielo y ataques aéreos a nuestro alrededor. Mi hijo se estrelló con el coche por la velocidad a la que conducía, aterrorizado.

No hemos recibido ninguna ayuda. Vivimos en este campo fangoso, sin agua, productos de higiene, inodoros ni tiendas de campaña adecuadas. Conseguíamos agua potable del tanque de agua de nuestro vecino, pero se ha agotado, por lo que tampoco tenemos agua.

Trajimos nuestros muebles y mis hijos los están vendiendo para comprar herramientas para poder construir refugio. Nuestra situación es horrible. Sin baños, caminamos y nos escondemos detrás de un árbol o una colina. No nos hemos bañado desde que llegamos.

Lo que más necesitamos son baños, agua potable y ropa limpia, sobre todo para los niños. Viajamos solo con la ropa que llevábamos puesta. Pero se nos ha ensuciado de barro. Cuando lavamos esta ropa, los niños permanecen desnudos, en el frío, hasta que la ropa se seca y pueden vestirse de nuevo.

Espero que podamos regresar a casa pronto. Nuestra familia tiene doce casas que dejamos atrás. Lo mejor es volver a casa”.