Inundaciones en Pakistán: “Sigue habiendo muchas zonas en las que resulta muy difícil llegar a la gente”
“En muchos lugares, el agua está alta y lo único que la gente puede hacer es esperar a que vuelva a bajar. Es terrible. Los que pueden, caminan o nadan por el agua. Sin embargo, hay muchos que simplemente no pueden hacer nada más que esperar a que el agua baje o que alguien venga a ayudarlos”, describe Shahid Abdulá, nuestro compañero en Baluchistán.

Shahid Abdullah, coordinador de emergencias de MSF en Dera Murad Jamali, Baluchistán, describe la situación sobre el terreno en las zonas afectadas por las inundaciones.
Las fuertes lluvias monzónicas que empezaron en junio han inundado más de un tercio de Pakistán, con un balance de víctimas mortales que ya supera las 1.500. Se estima que más de 33 millones de personas se han visto afectadas y que las aguas todavía podrían tardar meses en retirarse. Infraestructuras y miles viviendas han quedado destruidas y, justo un mes después de la declaración de emergencia nacional por parte del Gobierno, el pasado 26 de agosto, muchas personas siguen sin tener acceso a refugio, alimentos o agua potable. De hecho, algunos pueblos siguen aislados y, a día de hoy, siguen sin haber recibido ningún tipo de ayuda exterior.
“La gente está sentada al costado de la vía principal, y se ve que muchas personas ya han recibido ayuda. Tienen, entre otras cosas, mosquiteras, kits de higiene y alimentos. Por otro lado, los que están alejados de la vía principal se quedan solos, porque son de difícil acceso. Llegamos a un grupo que no había recibido ayuda desde que comenzaron las inundaciones. Fuimos el primero en llegar a ellos. Nuestro equipo se ocupó de ellos y ayudó con los problemas de salud que tenían experimentando.
El agua estancada conduce a problemas de salud y es poco probable que la situación mejore. Estamos viendo pacientes con enfermedades transmitidas por el agua como diarrea, malaria, enfermedades de la piel e infecciones oculares.
Los retos son muchos y grandes. Hay una lucha por medicamentos y recursos humanos, tanto médicos como de enfermería, y en muchas áreas es muy difícil llegar a la población. Estamos tratando de ayudar lo mejor posible.
Es desgarrador ver cómo las casas de barro han sido completamente arrastradas por el agua. Han desaparecido en gran parte. En muchos lugares, el agua está alta y lo único que la gente puede hacer es esperar a que vuelva a bajar. Es terrible. Los que pueden, caminan o nadan por el agua. Sin embargo, hay muchos que simplemente no pueden hacer nada más que esperar a que el agua baje o que alguien venga a ayudarlos.

A solo media hora o una hora fuera de la ciudad te encuentras con enormes masas de agua. Agua estancada a metros del suelo. Aquí en la ciudad, también hay rastros del agua. Tanto en edificios públicos como en terrenos.
Mucha gente lo ha perdido todo. Además, debido a que viven al borde de la carretera, no tienen acceso a agua limpia ni baños. Para las mujeres en particular es difícil porque tienen que hacer todo lo posible para satisfacer sus necesidades. A las personas les resulta difícil protegerse de las temperaturas extremas que experimentamos, hasta 50 grados. Algunos de los que están sentados al costado del camino solo tienen algunas camas tejidas a mano apiladas una encima de la otra con un trozo de tela o plástico para protegerlas del sol.
En nuestro hospital vemos muchos niños y niñas que han nacido con desnutrición. Este era el caso antes de las inundaciones, pero la situación actual puede contribuir a un empeoramiento de su condición. La gente aquí ya vive una vida dura, por lo que les está afectando aún más.
Hay necesidades tan grandes que estamos felices de poder estar aquí para ayudar”.
