"La gente muere de cosas que son totalmente prevenibles"
Entrevista con Jane Coyne, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la República Democrática del Congo (RDC)

La violencia en la provincia de Kivu Norte en RDC se ha intensificado desde agosto de 2007, provocando el desplazamiento de cientos de miles de personas y obstaculizando el acceso de la población a la atención sanitaria. A continuación, Jane Coyne nos explica la situación actual en Kivu Norte y las devastadoras consecuencias que la falta de atención básica de salud tiene para la población de esta región.
¿Puedes explicarnos los problemas a los que los civiles en Kivu Norte deben hacer frente en materia de acceso a la salud y necesidades médicas?
En estos últimos enfrentamientos, que empezaron a mediados de agosto, hemos sido testigos de otra oleada de desplazamientos masivos de población. Realmente desconocemos la cantidad pues las cifras cambian cada día. Según algunas estimaciones, el número de desplazados desde mediados de agosto podría situarse entre 100.000 y 150.000, que vendría a sumarse al grupo de entre 300.000 y 500.000 desplazados ya existentes en la actualidad. No obstante, resulta muy difícil determinar la cifra exacta porque muchas personas han tenido que desplazarse en varias ocasiones. De cualquier modo, se trata de desplazamientos a gran escala y la realidad es que la gente que se ve obligada a abandonar sus hogares vive en condiciones realmente marginales. Ahora vemos a más gente viviendo en campos de la que hemos visto en Kivu Norte en los últimos 10 - 15 años. Estas personas viven en pequeñas chozas con techos de plástico para intentar refugiarse de la lluvia. No pueden ir a sus tierras a plantar sus cosechas. Su acceso a alimentos depende casi por completo de la capacidad de las organizaciones humanitarias de llegar hasta ellos y distribuir raciones alimentarias.
En los campos de desplazados, la gente vive en condiciones de hacinamiento, lo que puede incrementar el riesgo de contraer enfermedades transmisibles. Durante los últimos meses, nuestros equipos han tratado casos de cólera y sarampión. En nuestro programa en Nyanzale se produjo una epidemia de sarampión a gran escala y estamos viendo un aumento de patologías estándares que vemos en épocas normales así como un incremento de la virulencia en enfermedades como la malaria y las infecciones respiratorias y diarreicas.
En un día normal, ¿qué es lo que tratan o ven nuestros equipos?
Desempeñamos actividades a nivel secundario y primario de salud. En Rutshuru, por ejemplo, gestionamos un hospital de 20 camas que proporciona medicina interna, pediatría, cirugía y urgencias. Y en el hospital hubo un incremento de las admisiones del 50% la tercera semana de octubre. Respondimos añadiendo tiendas para ampliar la capacidad de las consultas externas, incrementando el número de guardias y reforzando la farmacia con suministros adicionales. Podemos hacer este esfuerzo pero obviamente nos supone todo un reto mantener la calidad de la asistencia dispensada. Desde la perspectiva de la atención primaria de salud, nuestros equipos en Ruthsuru también organizan clínicas móviles que se desplazan allí donde las poblaciones desplazadas se han reagrupado. Un día en una clínica móvil supone equipar un vehículo con médicos, enfermeros y medicamentos e ir a los lugares donde están los desplazados para realizar entre 100 y 150 consultas diarias, la mayoría de ellas a niños menores de 5 años. Intentamos centrarnos en los más vulnerables.
¿Dónde se encuentran las poblaciones a las que no tenéis acceso? ¿Por qué el acceso constituye un problema?
Son múltiples los grupos armados implicados en el conflicto de Kivu Norte, por lo que cada vez que cruzamos alguna de las fronteras controladas por un grupo armado, resulta más complicado acceder a la población. Hay lugares en el Kivu Norte donde no ha podido acceder ninguna organización internacional durante mucho tiempo, por lo que desconocemos la situación de la población allí.
¿Qué es lo más impactante de lo que está ocurriendo en Kivu norte en estos momentos?
Actualmente, lo más impactante en Kivu Norte es la magnitud del desplazamiento y la carga de enfermedad. He mencionado antes que tuvimos una epidemia de sarampión. El sarampión es una enfermedad que ya no vemos en occidente porque todo el mundo está vacunado. Por lo que el verdadero problema hoy es la cobertura vacunal. Tuvimos 500 casos de sarampión en un pequeño centro de salud de una población relativamente pequeña y no hay razón alguna que justifique que todavía hoy estén muriendo niños víctimas de una enfermedad fácilmente prevenible.
¿Qué mensaje trasmitirías al público sobre la situación sanitaria en Kivu norte?
La gente no muere de cosas complicadas; mueren de problemas totalmente prevenibles. Con el actual desplazamiento, las personas viven en condiciones terribles, los niños contraen infecciones respiratorias, las afecciones respiratorias no se tratan y cuando acuden al hospital con neumonía ya es demasiado tarde. El impacto a largo plazo de la violencia en RDC es que la gente no puede acceder a la atención básica de salud y esto es por lo que estamos combatiendo cada día. Y allí donde estamos pienso que estamos haciendo un buen trabajo, pero hay un montón de lugares donde no estamos presentes. La gente muere de cosas que son totalmente prevenibles.