La lucha contra el kala azar en Tayikistán

Tayikistán, un país montañoso devastado por una guerra civil en los años noventa, lucha por disminuir el devastador impacto que ciertas enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el kala azar tienen en su población. Tila Muhammad Yousafzai contribuye a este objetivo como supervisor de laboratorio con Médicos Sin Fronteras (MSF).

MSF
17/04/2014

“Tayikistán es un país muy bello,” dice Tila Muhammad Yousafzai de la tierra montañosa y glacial. “Tiene una rica historia como encrucijada de Asia, ya que cuatro de los caminos principales de la Ruta de la Seda atravesaban las montañas de Pamir y Fann”.

Yousafzai, un pastún de 39 años proveniente de Rustam, Pakistán, habla favorablemente de su vecino regional: Tayikistán está separada de la región Gilgit-Baltistán paquistaní por una delgada franja de Afganistán. Pero si bien está cercana, Tayikistán es también muy remota.

Desde que Yousafzai comenzó a trabajar con MSF como supervisor de laboratorio el pasado mes de abril, ha recorrido todo el país asistiendo a las personas afectadas por enfermedades como la tuberculosis y el kala azar, también conocido como leishmaniasis visceral.

“Tayikistán pertenece a un grupo de 27 países con tuberculosis resistente a los medicamentos,” dice. “Esta epidemia representa una crisis médica en un país que es el más pobre y menos desarrollado de Asia Central, y que depende en gran medida de remesas del exterior.”

Desde su independencia posterior a la caída de la Unión Soviética, Tayikistán ha soportado años de violentos conflictos. “La devastadora guerra civil desde 1992 hasta 1997 tuvo consecuencias en las infraestructuras estatales, lo que incluye la atención sanitaria y el control de las enfermedades infecciosas.”

Las moscas de la arena transmiten el Kala azar, que también es común en Pakistán y es una de las enfermedades parasitarias que más muertes causa en el mundo. Si no se trata, puede fácilmente ser fatal.

La tuberculosis, una enfermedad de transmisión aérea que ataca principalmente los pulmones, también puede ser fatal, especialmente en áreas resistentes a los medicamentos.

El objetivo de Yousafzai es asegurar que los centros de salud cuenten con herramientas de diagnóstico fiables y sofisticadas para detectar esas enfermedades en la población local. También se centra en la creación de capacidades locales para desarrollar una red de profesionales de la salud que incluya enfermeras, médicos y técnicos de laboratorio capaces de encargarse de las responsabilidades de MSF. Viaja a menudo de Dushanbe a Qurghonteppa, a 100 kilómetros al sur, para dirigir formaciones.

Una larga carrera como trabajador humanitario en Pakistán

La temporada de Yousafzai en Tayikistán comienza tras de una carrera de ocho años con MSF, principalmente en Pakistán, y explica: “No siempre es fácil trabajar en sitios afectados por conflictos armados o desastres naturales, y cumplir los principios de imparcialidad e independencia con el objetivo de devolver la dignidad a las personas afectadas”.

Recuerda bien las dificultades. “En 2008 y 2009 solíamos enviar nuestros suministros médicos de Islamabad al hospital de Alizai, en Kurram. Alizai es un pequeño pueblo situado cerca de la línea fronteriza de Durand con Afganistán y la carretera principal ha permanecido cerrada durante años por razones de seguridad. Nos vimos obligados a enviar todos los suministros a través de Afganistán para poder sostener nuestra asistencia médica. Eso llevó demasiado tiempo”.

Yousafzai dejó de trabajar en las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA por sus siglas en inglés), y en 2010 comenzó a trabajar en Sukkur, en la provincia de Sindh, donde asistió a las personas afectadas por las devastadoras inundaciones que dejaron a una quinta parte de Pakistán bajo el agua.

La vida de un trabajador humanitario no se detiene, viaja permanentemente de una crisis a la otra. Aunque sean nuevos lugares, a menudo son las mismas historias de sufrimiento, ya se trate de Somalilandia o Baluchistán; lugares en los que trabajó Yousafzai antes de llegar a Tayikistán.

Cuando Yousafzai regresa a Pakistán, se siente feliz de ver a su familia y amigos. “No puedo hallar el tiempo suficiente para ver a todos mis viejos amigos,” dice. “Amo Peshawar y lo echo de menos. Extraño los paseos en motocicleta al espectáculo teatral de medianoche, o las visitas al Bazar Sadar por las tardes para las compras Eid, durante la última semana de Ramadán”.