"Las condiciones que nos llevaron a intervenir en Angola ya no existen"

MSF España cierra una de sus misiones más emblemáticas

MSF
23/03/2007

Después de 17 años de presencia continua, MSF España acaba de cerrar su misión en Angola. Ha terminado la guerra civil, que duró más de 30 años, y el país ha emprendido la reconstrucción. Ante esta nueva situación, todas las secciones de MSF han decidido cerrar de forma escalonada sus proyectos. El proceso empezó en 2005 y la última sección tiene previsto dejar el país antes de que termine el año. Para MSF España significa el fin de un capítulo emblemático de su historia. Angola ha sido una gran escuela para muchos colaboradores de MSF, y la misma organización ha crecido a lo largo de todos estos años de conflicto. Mónica Camacho, la última coordinadora general en Luanda, nos explica por qué se ha decidido cerrar esta misión emblemática y cómo se ha gestionado este proceso.

MSF España llevaba más de 17 años trabajando en Angola. Para muchos se trata de una de las misiones más emblemáticas de la sección. ¿Por qué nos vamos ahora?
La guerra terminó en 2002 y desde entonces el país ha pasado por un proceso de paz que ha significado una mejora en la situación de la población. Ha empezado la reconstrucción. Este proceso afecta al sistema de salud, aunque los progresos son todavía lentos. Hay que entender que están reconstruyendo el país después de 30 años de guerra. En el plano económico también se nota la mejora. El país vive un verdadero boom económico gracias a los ingresos del petróleo, lo que se refleja por ejemplo en la construcción. Todo esto implica que las condiciones que llevaron MSF a intervenir en Angola ya no existen. Lo cual no significa que la situación esté perfecta; los indicadores de salud no son los mejores. Pero la situación ya no se corresponde con las condiciones en las que MSF suele intervenir. Es la hora para otras organizaciones de involucrarse, organizaciones con otros objetivos, más de medio plazo, de desarrollo. Estas organizaciones están mejor preparadas que MSF para afrontar la situación presente. Es el momento perfecto para ellas.

Pero sigue habiendo importantes necesidades: el año pasado hubo una grave epidemia de cólera con 60.000 casos y más de 2.000 muertos y en este momento sigue habiendo casos en la capital, Luanda, y en varias provincias del país.
Efectivamente, el sistema aún es débil. Las autoridades no siempre tienen la capacidad de reacción ante una crisis. En el caso del cólera, el país no estuvo afectado durante muchos años. Por eso, cuando se produjo esa gran epidemia el año pasado, a las autoridades les pilló por sorpresa. Este año también hay casos, especialmente en Luanda, porque las condiciones de saneamiento en la capital siguen siendo malas. Si no se mejora esto seguirá habiendo casos de cólera. Pero este año el Gobierno está mejor preparado: hay reservas de medicamentos y de material, hay personal formado. Siguen teniendo problemas en la gestión de la intervención, pero en lo que se refiere al manejo de los pacientes las cosas van mucho mejor que el año pasado. En Luanda la tasa de mortalidad es muy baja este año. También han empezado a actuar para mejorar el sistema de saneamiento: en la recogida de basuras, en el saneamiento del agua, en las actividades de sensibilización de la población. Esperemos que la epidemia no llegue a los mismo niveles que el año pasado. En todo caso, siguen presentes en Angola compañeros de otras secciones, que aplican este año una estrategia más preventiva.
De forma general, nos vamos sabiendo que existen posibilidades de que se produzca una emergencia, pero hemos dejado claro a las autoridades que si fuera necesario volveríamos o por los menos les apoyaríamos. Si hay que volver, volvemos. Tenemos una buena red de contactos y seguiremos monitoreando la situación en el país, como en cualquier otro contexto.

Has estado los últimos 15 meses en Angola, preparando nuestra salida del país. ¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades y de nuestro personal nacional? ¿Entienden nuestra decisión?
Nuestro personal nacional ha estado al corriente desde principios de 2006. Sabían que había desde hace años una discusión en marcha sobre la pertinencia de nuestra actividad en Angola y sabían que 2006 iba a ser un año decisivo. Durante el año participaron en las discusiones y en la evaluación de los proyectos. Cuando el Director General de MSF vino el pasado septiembre, les explicó el porqué de esta decisión. Ellos mismos son más sensibles a la nueva situación del país, hablan cada vez más de la responsabilidad del Gobierno. Entienden que MSF estuvo con ellos durante la guerra. Pero ya no hay guerra, y el Gobierno tiene dinero. Ya no hay excusa. Durante nuestras discusiones tenían claro que Angola ya no es un lugar para MSF. Ha sido un año de muchas discusiones, pero al final la decisión ha sido bien aceptada. Preparamos todo el proceso de forma anticipada y la mayoría del personal nacional ha encontrado un trabajo, bien en otras ONG o bien en el sector privado.
En cuanto a las autoridades, a nivel central la reacción fue más bien pasiva. Ni buena, ni mala. Cuando vino nuestro Director General tuvimos la oportunidad de entrevistarnos con altos responsables del Gobierno. Hablamos con el Presidente del Parlamento que nos agradeció por el trabajo en todos estos años. Entendió que MSF estuvo en Angola en momentos difíciles para el país, pero que ahora teníamos que ir a otros lugares. Las autoridades de salud también lo tomaron de forma pasiva. No nos dijeron que nos quedáramos. A nivel local hubo más preocupación porque muchas veces éramos el único actor presente. La población se preguntaba: “¿Qué va a pasar ahora?”; “¿Quién nos va a ayudar?”. Son los que pueden sufrir en el futuro de la falta de servicios de salud.

¿Cómo ves esta fase de transición? ¿Alguien va a recoger el testigo?
Todas las estructuras en las que trabajamos eran estructuras del Ministerio de Salud, con personal del Ministerio de Salud. Intentamos encontrar otras ONG para trasladarles nuestras actividades, pero no encontramos. Todos los proyectos estaban en zonas de muy difícil acceso, muy remotas y con poca población. No son interesantes para las ONG, que prefieren zonas más fáciles en el aspecto logístico y con más beneficiarios. Nuestra principal preocupación es el suministro de medicamentos. Por eso, para intentar suavizar el golpe, dejamos medicamentos contra la malaria –siempre lo más crítico– para seis meses, y otros medicamentos esenciales para tres meses. De forma que puedan entrar en el ciclo normal de abastecimiento del país.
Creo que falta mucho tiempo todavía para que el sistema de salud angoleño funcione bien, pero no podemos quedar todo este tiempo. Desde el inicio nuestros proyectos no fueron diseñados así. Hicimos la diferencia un tiempo, durante los años de guerra, y formamos a algunos técnicos de salud que podrán tomar el relevo. Pero ahora está entrando mucho dinero en el país para proyectos estratégicos y llegan agencias que trabajan más en el largo plazo. Y es hora para el Gobierno de asumir sus responsabilidades, como en cualquier otro país.

Personalmente y para el resto del equipo de MSF, ¿cómo habéis vivido esta etapa?
Hubo un gran compromiso tanto en los equipos de terreno como en la capital para dejar las cosas bien cuando nos fuéramos. No sólo en el aspecto técnico, pero también a nivel humano. Dejar las cosas claras, planificar bien y que el proceso se hiciera de forma suave. Y creo que lo logramos. Fue duro para todos, pero puedo decir que el cierre ha sido positivo. Fue difícil porque nos queda una incógnita sobre lo que va a pasar con esta población, pero todo lo que estaba a nuestro alcance se ha hecho bien.

Haciendo un repaso a todos estos años de MSF en Angola, ¿qué conclusiones se pueden sacar?
Angola nos ha enseñado mucho, pero todavía nos cuesta corregir. Hemos cometido varias veces los mismo errores. No es suficiente ser crítico, luego hay que dar el paso para mejorar. La lección es esta: Angola ha sido una escuela brillante, pero si no lo aprovechamos para cambiar nuestra forma de trabajar no habrá servido para nada.
En cuanto al cierre, hay mucha gente en MSF que defiende con pasión –y lo agradezco–que deberíamos quedarnos porque es verdad que el país no está bien, pero si miramos el mapa vemos que hay muchos lugares donde nuestro trabajo puede ser más pertinente. Aquí hay un Gobierno que debe asumir sus responsabilidades. Es un capítulo que hemos cerrado. Ahora hay que aplicar las lecciones de Angola a otros sitios.