Las practicas inhumanas de Lituania contra los migrantes generan un grave sufrimiento mental y físico

Criticamos el impacto médico-humanitario que las políticas migratorias hostiles de Lituania están teniendo en las personas que se desplazan y el uso de prácticas inhumanas como las ‘devoluciones en caliente’ a Bielorrusia en respuesta a las personas que buscan seguridad. Merecen protección, asistencia y un trato digno.

MSF
20/09/2022

Solicitantes de asilo y migrantes, incluidas familias con niños pequeños están siendo sometidos a repetidas devoluciones forzadas en las fronteras entre Lituania y Bielorrusia. Estas personas padecen la falta de acceso a procedimientos de asilo justos y a la satisfacción de sus necesidades básicas. Médicos Sin Fronteras criticamos el impacto médico-humanitario que las políticas migratorias hostiles de Lituania están teniendo en las personas que se desplazan y el uso de prácticas inhumanas como las devoluciones en caliente en respuesta a las personas que buscan seguridad.

Son numerosos los casos en los que las autoridades lituanas han devuelto por la fuerza a migrantes y refugiados a Bielorrusia, lo que supone la violación de sus derechos. El Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Lituania afirma públicamente haber llevado a cabo miles de expulsiones en la frontera desde principios de año.

"Es inaceptable que el Gobierno lituano intente normalizar este maltrato y la negación de derechos como parte de su respuesta al movimiento de personas desesperadas que han huido en busca de seguridad y una vida mejor", afirma Georgina Brown, nuestra coordinadora en Lituania. "Las personas que se desplazan en Lituania tienen derecho a un trato digno y humano, incluida la seguridad y la protección internacional. Y, sin embargo, sabemos que a muchas de ellas se les niega todo esto y, en cambio, se encuentran varadas, aisladas y maltratadas", añade nuestra responsable en el país báltico.

Algunas personas nos han contado que han sufrido repetidas expulsiones exprés de un lado a otro de la frontera durante días, o incluso semanas.

 

El miedo a ser descubiertos y devueltos por las autoridades provoca que las personas en movimiento en Lituania intenten cruzar por zonas aisladas sin acceso a necesidades básicas ni atención médica.

 

"Durante 30 días, no nos establecimos en un solo lugar. Fuimos adelante y atrás unas diez veces entre Bielorrusia y Lituania. Los guardias no paraban de trasladarnos de un lado a otro, de acá para allá. Cuando nos capturaban, nos daban algo de comida en lata que estaba caducada y seca. Y, aun así, ni siquiera podía comerla, la guardaba para mis hijos. Luego nos metían en coches y nos llevaban de vuelta a la frontera. Era como el gato y ratón. Estaba traumatizada y solo deseaba ir a cualquier lugar donde encontrara refugio para poner fin a nuestro sufrimiento", nos contó una mujer.

Estas continuas devoluciones agravan la angustia y el trauma que sufren migrantes y solicitantes de asilo en las fronteras de la Unión Europea.

"Las personas que ya se enfrentaron a varios traumas, como la violencia sexual y la tortura en sus países de origen, se enfrentan ahora al nuevo trauma de las devoluciones violentas. Se sienten como si fueran cazadas y perseguidas a través de la frontera una y otra vez. Esto les provoca una sensación de deshumanización y un nivel de estrés y ansiedad aún mayor", explica Heidi Berg, nuestra psicóloga en Lituania.

El miedo a ser detectadas y rechazadas también lleva a estas personas a intentar cruzar a Lituania a través de zonas aisladas sin acceso a las necesidades básicas ni a la ayuda médica. Nuestros equipos médicos en Lituania han atendido a personas por afecciones de la piel y de las extremidades inferiores tras recorrer largas distancias a través de bosques y pantanos, así como a familias y personas agotadas que han dormido al raso, expuestas a los elementos, a menudo sin ropa ni calzado adecuados.   

Nuestros equipos tienen conocimiento de personas que han contraído problemas gastrointestinales tras verse obligadas a comer bayas y plantas y que han enfermado por beber agua de los pantanos a causa del hambre, la sed y la desesperación.

A medida que se acerca el invierno, estamos alarmados por las consecuencias aún más graves para la salud física y mental de las personas sometidas a este maltrato.

Las hostiles políticas migratorias de Lituania son un ejemplo más de un Estado miembro de la UE que crea deliberadamente condiciones inseguras para las personas que buscan asilo en sus fronteras. La falta de rutas legales y seguras hacen que estas personas no tengan otra opción que seguir emprendiendo viajes desesperados hacia donde crean que pueden buscar protección internacional, seguridad y un futuro mejor, sin importar el riesgo o la falta de acogida a la que se enfrentarán. El Gobierno lituano debe dejar de alinearse con este tipo de respuestas violentas y abusivas.

"La gente ha huido del conflicto, la persecución y el peligro con poco más que la ropa que llevaba puesta en busca de protección internacional. Los progenitores han traído a sus hijos pequeños y los enfermos crónicos han soportado viajes difíciles. Las devoluciones, las vallas y otros esfuerzos de disuasión inhumanos no los detendrán. A medida que se acerca el invierno y bajan las temperaturas en las zonas fronterizas boscosas, las autoridades lituanas deben poner fin urgentemente a estas crueles prácticas y responder con humanidad a las necesidades de quienes intentan entrar en el país", añade Georgina Brown.