Laurentine, armada de esperanza (Por Omar Ahmed Abenza, coord. MSF en Ndele, Rep, Centroafricana)

MSF
17/07/2014

Laurentine recorría a pie decenas de kilómetros una vez por semana para venir al mercado de Ndele. Aquí vendía las recolectas del cultivo para volver a su pueblo con el equivalente a unos seis euros  y una bolsita de plástico negra rellena de algunos productos que intercambiaba por sus mañocas y panochas. Pero hace apenas dos días, Laurentine vino en dirección al hospital y no al mercado. Llegó referida de Tiri, donde se encuentra uno de los cuatro centros de salud que gestionamos a lo largo del eje de Miamani; una carretera de unos 140 km que une la ciudad de Ndele con Chad. Había discutido con su marido. Al parecer, con la rabia pasional aun corriendo por sus venas, éste le disparó por la espalda en el momento que ella salía de la casa para ir a trabajar al campo. La bala le alcanzó en la parte superior del trasero.

Según les contó Laurentine a las enfermeras en el momento de ingresar, las discusiones con su marido eran frecuentes, pero no llegaban más allá de la leve violencia física, algo que desgraciadamente es muy frecuente aquí.  Desde luego, ella no esperaba tal reacción por parte de él.

A día de hoy, lo que parecía iba a ser una inmovilidad temporal causada por el impacto de la bala, vemos que se está convirtiendo en algo más crónico. Laurentine acaba de perder esta noche la movilidad de cintura para abajo, y no parece que vaya a ser reversible. Joven, madre de un niño de un año y con planes de traer al mundo aún a unos cuantos críos, ella no termina de creérselo y conversa con vivacidad con sus familiares. El marido, quien pese a todo la acompaña, tampoco parece consciente de las consecuencias de su reacción. Es como si no fuera con ellos, no dramatizan. Quizás aún tengan las esperanzas puestas en la medicina tradicional.

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