"Muchos pacientes no dicen que son desplazados hasta que entran en nuestras consultas y se sienten con la suficiente confianza"

Entrevista con Valentina Niebles, médico colombiana que trabaja con MSF

MSF
17/07/2007

Valentina Niebles lleva más de tres años atendiendo a población sin acceso a la salud en el proyecto de Altos de Cazucá, el barrio periurbano de Soacha donde acuden muchos desplazados por el conflicto. Ha observado una disminución en el volumen de pacientes atendidos por MSF ya que en los últimos meses, en las áreas cercanas a Bogotá, las autoridades colombianas aplican la Circular 006, una regulación que obliga a dar atención médica a las personas que se declaran desplazadas antes incluso de que sean certificadas como tal. Anteriormente, la atención sólo se daba una vez que se estudiaba el caso y se les registraba oficialmente.

Aquí se atiende tanto a población en situación de desplazamiento forzoso como a población vulnerable sin acceso a la salud. ¿Qué porcentaje atienden de uno u otro grupo?
El promedio de pacientes atendidos varía según la época del año. Ahora, durante el invierno, atendemos a unos 20 pacientes al día aproximadamente. Hoy, por ejemplo, la mayoría de los pacientes que han acudido a la consulta son desplazados. Ha venido una familia entera de siete miembros. Pero generalmente, atendemos un 50% de uno y otro grupo.

¿Por qué se atiende también a gente que no es desplazada en un barrio tan cercano a Bogotá?
Bien, el objetivo del proyecto es atender principalmente a la población que no tiene acceso a ningún servicio de salud. Una gran parte de esta población es desplazada. Otros son personas excluidas del sistema de salud. Paralelamente, esto nos permite reducir el riesgo de seguridad y estigmatización para los desplazados. Muchos pacientes vienen a la consulta manifestando que son población vulnerable, pero estando dentro, en un ambiente de más confidencialidad, nos aseguran que son desplazados.

Imagino que las enfermedades no se diferencian en ambos grupos
No, los pacientes que vienen aquí presentan las patologías que son comunes en el entorno en el que viven. Esta es una población que vive en condiciones de hacinamiento y carece de alcantarillado y agua potable. Hay enfermedades diarreicas, respiratorias, y de piel. Además se presentan enfermedades relacionadas con la salud mental.

Después de tres años, ¿cómo ha evolucionado la situación en Altos de Cazucá?
A nivel de seguridad, Altos de Cazucá es una Colombia pequeña. Aquí se ven, de diferentes formas, todos los actores armados del conflicto. Hay ocasiones que la situación se pone bastante difícil. A nivel de salud, llevamos unos pocos meses en que se aplica una nueva regulación basada en la Circular 006, en la que la población desplazada que se declaró como tal, ya recibe atención médica por parte de las autoridades. Ahora no es necesario esperar a la certificación oficial del desplazado, sino que se le debe atender. Esto ha hecho que el volumen de nuestros pacientes disminuya en relación con años anteriores (antes atendíamos un promedio de entre 30 a 35 pacientes diarios), una vez que el Estado parece empezar a asumir sus responsabilidades.

Pero cuando vienen aquí, los pacientes traen algo más que una enfermedad, ¿no es así?
La mayoría de los pacientes en la consulta manifiestan sus historias de vida, sobre todo, las que tienen que ver con el desplazamiento. Hay madres que vienen huyendo con sus hijos después de haber presenciado la muerte de los padres, y ahora no tienen nada para darles de comer. La situación que sufren ahora es de inestabilidad por no tener donde vivir, o por estar en lugares donde dependen de que les echen en cualquier momento. Es una situación que les cambia radicalmente la vida después de venir del campo, donde tienen acceso a muchos recursos.

Como médico colombiana, ¿cómo valoras la situación en la que se encuentran los desplazados?
A nivel médico, las patologías no han cambiado. Lo que cambia es la atención. Yo antes trabajaba como médico para el Estado y se les daba una atención en salud muy limitada. Sólo se trataban patologías puntuales, pero el aspecto humanitario se obviaba, simplemente no existía. No se remiten los pacientes a ayudas humanitarias ni se da atención en salud mental. Es una gran diferencia trabajar como médico para el Estado y trabajar con una organización humanitaria, y es una gran diferencia también para los pacientes.

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