Níger: tratar y prevenir la desnutrición para reducir la mortalidad infantil

Desde enero de 2006, MSF desarrolla una estrategia operacional para intentar evitar que los niños con desnutrición aguda entren en la fase severa y limitar el número de muertes. La doctora Isabelle Defourny hace balance a su regreso de Níger.

MSF
17/10/2006

Tres meses después de que empezase el hunger gap o periodo de escasez, ¿cuál es la situación nutricional en Níger?
Aunque ya no nos encontramos en el estadio de crisis aguda del año pasado, todos los indicadores hablan de una situación que continúa siendo extremadamente grave: de enero a finales de agosto de 2006, unos 250.000 niños con desnutrición aguda han sido tratados entre todas la ONG que trabajan en Níger*. En lo que respecta a nuestro programa en la región de Maradi, desde principios de año hemos atendido a más de 45.000 niños sólo en dos departamentos. Éstas son cifras muy importantes y doblemente chocantes, teniendo en cuenta que el contexto no es tan malo como en 2005: las últimas cosechas han sido buenas y, aunque todavía altos, los precios en el mercado se mantienen estables.
Además, estas cifras sólo reflejan el número de niños tratados, los que cumplen los criterios para recibir tratamiento, pero el estado nutricional de los demás tampoco es bueno… En Níger, la gran mayoría de niños menores de 5 años no tiene acceso a alimentos infantiles adaptados a sus necesidades nutricionales. En realidad, cada año en Níger se produce una catástrofe demográfica entre la población infantil y juvenil: un niño de cada cinco muere antes de su quinto cumpleaños. La desnutrición es un factor importante que explica esta tasa de mortalidad, una de las más elevadas del mundo.

MSF ha decidido en 2006 desarrollar su estrategia de tratamiento de la desnutrición aguda. ¿En qué consiste?
Desde hace muchos años, utilizamos un producto terapéutico que hizo su aparición a finales de los años noventa y que consiste en una pasta de leche y cacahuete, rica en micro y macronutrientes, que viene ya preparada, es decir, que no necesita ni agua ni recipiente y que el niño puede consumir en su casa bajo supervisión médica. Gracias a este preparado, los niños con desnutrición aguda severa ganan peso de forma rápida y eficaz, además de aportar al organismo un equilibrio adecuado de nutrientes esenciales. Lo utilizamos por primera vez a gran escala con niños en un estadio severo de desnutrición aguda, con el resultado de más de 60.000 niños tratados y una tasa de curación de más del 90%. La experiencia fue tan satisfactoria que nos planteamos una pregunta muy simple: ¿por qué no utilizar este producto de probada eficacia antes, sin esperar a que el niño entre en la fase severa, y de esta forma reducir la mortalidad? Y eso es lo que hicimos a principios de 2006, dar este producto terapéutico a los niños a partir del momento que entran en estado de desnutrición aguda. Es una práctica completamente nueva: el alimento utilizado por el conjunto de organizaciones de ayuda humanitaria para estos casos es una harina enriquecida que necesita prepararse con agua, no contiene leche y está menos adaptada a las necesidades nutricionales de los niños más pequeños.

¿Cuáles son los resultados meses más tarde?
Este producto es más eficaz que la harina enriquecida, los niños recuperan peso más rápidamente y el tratamiento dura de tres a cuatro semanas en lugar de dos meses. La tasa de curación es superior al 95% y la de mortalidad inferior al 1% en todo el programa. Y tenemos muchos menos niños en estado severo en relación a otros años. Podemos pensar que esta estrategia ha permitido con éxito prevenir la desnutrición aguda severa y controlar la mortalidad.
Pero al mismo tiempo que constatamos la eficacia en materia de resultados, también somos conscientes de las limitaciones de esta estrategia. Para que pueda ponerse en práctica a escala nacional en un país como Níger y para poder tener un mayor impacto sobre la mortalidad en niños menores de 5 años, todavía nos quedan muchas líneas de trabajo que explorar.

¿Qué líneas?
Seguimos la misma lógica desde hace varios años: ¿cómo limitar el número de muertes ligadas a la desnutrición en un foco epidémico? Primero nos centramos en una estrategia para los casos más severos y este protocolo fue adoptado por las autoridades en todo el país. Después, este año, hemos ampliado nuestra respuesta a todos los casos de desnutrición aguda. Pero es demasiada carga de trabajo para que la pueda asumir un sistema de salud en un país en el que cada año cientos de miles de niños padecen desnutrición. Ni Níger, considerado como el país más pobre del mundo, ni ninguna otra organización pueden asumir un dispositivo de tal envergadura durante años. Además, quedan todos los niños que, sin estar gravemente desnutridos, presentan un estado nutricional insuficiente para luchar contra infecciones a veces mortales.
Podemos ir más lejos en la planificación y mejora de la respuesta médica y nutricional en nuestros programas, pero necesariamente esta respuesta debe ir acompañada de una estrategia de prevención de la desnutrición aguda. Esto no solamente es lógico a nivel individual –el niño recibe lo que necesita para reducir el riesgo de caer enfermo– sino que también es indispensable para reducir el número de niños que requieren tratamiento médico y poder curarles.
Se trata de un proyecto muy ambicioso. Para llevarlo a cabo, es necesario que obtengamos el producto terapéutico que utilizamos (Plumpy’nut®) a un precio más bajo y que encontremos un producto eficaz, un equivalente de la leche enriquecida para niños menores de 5 años, a fin de prevenir la desnutrición en este grupo de edad.

* Fuente: UNICEF

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