No hay salud sin salud mental

La población en Pulka (Nigeria) ha sufrido muchísimo a causa de la violencia más extrema. Familiares asesinados, abusos por parte de los militares… las necesidades en materia de salud mental son enormes. Es el caso de Mohamed, Mariya y Zainab, tres de nuestros pacientes.

MSF
07/10/2019

La vida en Pulka es cualquier cosa menos fácil. La ciudad está cerca de la línea del frente del conflicto entre militares y grupos armados no estatales que ha devastado el noreste del país durante la última década. De su población de alrededor de 71.000 personas, más de 40.000 son desplazados que se han visto obligados a dejar sus hogares en otras partes del estado de Borno.

Sin autoridades civiles presentes, Pulka está completamente controlada por los militares. La población tiene limitados sus movimientos a una corta distancia más allá del perímetro de seguridad de ciudad para cultivar, pero muchas personas ni siquiera no se sienten seguras en ese espacio.

Las necesidades básicas de la población, especialmente en materia de vivienda, agua potable y saneamiento, no están cubiertas adecuadamente. Unos 12.000 desplazados viven actualmente en el ‘campo de tránsito’ de Pulka, algunos de ellos a la intemperie desde hace meses. Sobreviven con menos de tres litros de agua al día, muy por debajo de los 15 a 20 litros de agua por persona al día recomendados por las normas internacionales para la ayuda humanitaria en emergencias.

Los desplazados han huido de un conflicto muy violento y han perdido sus medios de subsistencia. Esto, sumado a las precarias condiciones de vida y la falta de mecanismos de protección en Pulka, están exacerbando las agudas necesidades en materia de salud mental de esta población.

Mohamed Aba, de 50 años, huyó de su pueblo con sus dos esposas y sus 10 hijos tras el ataque de un grupo armado, abandonando todas sus posesiones. Su familia se encuentra ahora en Monguno, mientras que Aba está a 200 kilómetros al sur, en el campo de desplazados número cuatro de Pulka.

Cuando Aba llegó a Pulka, se sentía muy solo y abatido por tener que depender de la ayuda para sobrevivir. “[Sentía] opresión en el pecho, como si mi corazón se estuviera hinchando”, dice Abba. “Pensaba demasiado, a veces lloraba y me costaba conciliar el sueño por la noche. Cuando finalmente conseguía dormir, siempre soñaba con mis nueve familiares asesinados delante de nosotros por hombres armados en Nguroseye antes de que huyéramos de la ciudad”.

Las experiencias traumáticas por las que pasó Aba han desencadenado problemas de salud mental, por lo que recibe nuestro apoyo. Él es una de las 1.863 personas que recibió atención en salud mental y psicosocial en Pulka entre enero y junio de 2019.

“Ninguno de mis hijos me enterrará cuando muera”

Mariya Duniya y Zainab Audu también reciben apoyo en la salud mental por parte de nuestra organización. Para Mariya, de 80 años, la vida carece de sentido después de que cuatro de sus nueve hijos fueron asesinados durante el conflicto. Finalmente, solo las personas más ancianas se quedaron en su aldea, explica. Los militares nigerianos llegaron hasta allí durante una patrulla y los transportaron a Pulka. Sin sus hijos, Mariya está deprimida y ansiosa por el futuro. “Ninguno de mis hijos me enterrará cuando muera”, dice.

Zainab, de 32 años, ha visto morir a cuatro de sus 10 hijos durante la crisis. Cuando la familia llegó a Pulka, su esposo fue detenido por los militares. Cuando se quedó sola para cuidar de sus seis hijos, uno de ellos muy enfermo, Zainab se sintió abrumada. Nuestro personal de salud mental en el centro de recepción notó el estado en el que se encontraba y le brindó asesoramiento.

Mohamed Aba, Mariya Duniya y Zainab Audu han visto cómo su salud mental mejoraba al comenzar a recibir apoyo, y los tres han encontrado formas de ganarse la vida en Pulka: Aba comercia con pequeños artículos, Duniya vende cacahuetes y Audu hace bordados.

“No hay salud sin salud mental”

La mayoría de los trastornos de salud mental que sufren nuestros pacientes en Pulka están directamente relacionados con la violencia. Más de la mitad de las personas tratadas en la primera mitad de este año presentaban cuadros depresivos, que iban desde sentirse triste hasta tener pensamientos suicidas.

Uno de cada cinco pacientes mostraban indicios de ansiedad, como preocupación constante o miedo excesivo, y la misma proporción tenía signos de trastorno de estrés postraumático, incluidos flashbacks. Una cuarta parte de los pacientes padecía un trastorno de salud mental grave con síntomas psiquiátricos. Además de consultas, ofrecemos tratamiento farmacológico para personas con trastornos graves.

Muchos niños en Pulka han experimentado situaciones muy angustiosas, como perder padres y familiares a causa de la violencia o presenciar asesinatos. Nuestro equipo de salud mental actividades recreativas para los niños y los alienta a expresarse, por ejemplo en sesiones de dibujo, para ayudar a identificar quién necesita apoyo.

“Estamos abordando las necesidades de salud mental de las personas porque generan mucho sufrimiento y, si no se atienden, pueden transformarse en problemas que ya solo pueden tratarse con psicotrópicos”, dice Retsat Dazang, psicóloga clínica y supervisora de nuestro equipo de salud mental y apoyo psicosocial. “La salud mental es tan importante como la salud física, porque no hay salud sin salud mental”.

Por desgracia, la salud mental es solo una de las muchas necesidades en Pulka. Según nuestra coordinadora de proyecto, Stine Jensen, la respuesta humanitaria en Pulka muestra grandes carencias que conllevan un gran impacto en la vida de las personas. “Hay una necesidad urgente de reforzar la respuesta”, denuncia. “Necesitamos que otras organizaciones ayuden a cubrir las necesidades básicas de la población, especialmente en cuanto a refugio, agua y protección. Y también en salud mental”, añade.