"No van a los centros de salud ni hospitales porque tienen miedo de ir a las zonas donde están ubicados"
Lourdes Vázquez, coordinadora de terreno para la intervención nutricional en Kaabong, un distrito de la región de Karamoja, al norte de Uganda
Lourdes acaba de regresar de una de las zonas más olvidadas del país africano. En esta entrevista nos cuenta qué nos llevó allí y cómo se ha llevado la apertura de este proyecto.
¿Nos puedes situar en la zona?
Karamoja es una zona del noreste de Uganda muy aislada donde los índices de salud son muy elevados y hay mucha violencia. La población es principalmente ganadera y muchos van armados para proteger sus ganados. El gobierno empezó un programa de desarme forzoso muy agresivo por lo que hay una gran concentración de militares en el área. Los ganaderos se están quedando sin armas y no pueden defenderse de los ataques por lo que les roban sus animales. Eso, unido a las malas cosechas de los últimos años por las escasas lluvias hacen que la población se alimente al día, básicamente de frutos silvestres.
¿Cuáles eran los objetivos de ir allí?
Decidimos ir para evaluar la situación de nutrición de la zona. También queríamos ver las consecuencias del desarme en la población. Pero la estrategia cambió debido a los resultados de una encuesta del Programa Mundial de Alimentos (PAM) y de UNICEF, donde se alertaba de los niveles de desnutrición, por encima de lo habitual en la zona. Hablaba de un 20% de desnutrición y de un 17% de riesgo de mortalidad. Entonces, decidimos ir a verificar si los datos de PAM eran ciertos. Mientras confirmábamos la situación, interveníamos a la vez.
¿Qué se encontró una vez en la zona?
Se vio que aunque las cifras de desnutrición no son tan elevadas, ha habido pocas lluvias, las perspectivas de las cosechas no son buenas y el PAM no distribuye nada. La población se alimenta al día y buscan trabajos esporádicos para sobrevivir al no tener el ganado. Además, no van a los centros de salud ni hospitales porque tienen miedo de ir a las zonas donde están ubicados. Todos estos factores agravantes pueden hacer que la situación se deteriore.
¿Nadie distribuye comida en la zona?
Ahora mismo hay una organización local que hace distribuciones sin ningún tipo de control por parte del PAM, que les suministra. El nivel de corrupción en las distribuciones es muy grande. Por ello estamos haciendo lobby a nivel de Kampala.
¿Cómo hemos respondido?
Montamos cuatro centros ambulatorios para tratar a niños de desnutrición moderada y severa y un centro de estabilización en el hospital de la zona con capacidad para 30 niños. Además, hay un grupo de 33 trabajadores comunitarios que hacen la vigilancia nutricional, la búsqueda activa de niños y visitan a los severos en sus casas una vez a la semana. Ahora mismo tenemos 1.100 niños con desnutrición moderada y 100 desnutridos severos de una población de 200.000. También estamos haciendo exploratorias en la zona para monitorear la situación. Estamos llegando a las comunidades más profundas para que nos conozcan y no nos relacionen con los militares, para no ser objetivo. El trabajo se hace día a día.
¿Cómo os ha recibido la población?
Muy bien. Como no hay nadie que vaya, están encantados. Algunas organizaciones se nos han acercado, interesadas por intervenir. Está bien que estemos allí para alertar de las necesidades y que vean que se puede trabajar. El problema es que es muy difícil conseguir personal sanitario que quiera ir allí. En los centros de salud no hay personal. El gobierno ha abierto una convocatoria para 300 plazas y ha subido los salarios un 30%. De momento, sólo han recibido tres candidaturas. Nadie quiere ir a esta región porque con los desarmes, el gobierno ha hecho grandes masacres ya que todos los que viven en las zonas rurales son potenciales “guerreros”. Además, hay asesinatos y emboscadas y la gente tiene mucho miedo.
¿Cuáles son nuestros planes en la zona?
Con las exploratorias que estamos haciendo en otros distritos de Karamoja, queremos ver si hay un espacio humanitario más allá de la intervención nutricional.