"Nos ocupamos del sufrimiento psicológico en los niños, pero no podemos intervenir en su futuro"
El Dr. German Casas es especialista en psiquiatría infantil. Trabaja en la sede de París como referente en salud mental. Ha visitado los programas psico-médico-sociales en Nablus (Cisjordania) y en la Franja de Gaza. Este es el balance de su visita.

¿Como definirías el contexto en Nablus y Gaza?
Nablus era la capital económica de Cisjordania. Era una ciudad muy rica, muy abierta y en contacto permanente con el mundo árabe.
Desde la segunda Intifada, la ciudad está asilada, encerrada en sí misma. Hay numerosos controles, los habitantes de la ciudad no pueden salir, el comercio y los intercambios económicos son ahora imposibles. Nablus es considerada como un centro potencial de terrorismo por Israel. Disparos intimidatorios, numerosas detenciones, frecuentes incursiones en los campos de refugiados de los alrededores son el pan de cada día.
Las colonias israelíes son cada vez más numerosas, más próximas. El ejército israelí está muy presente. Esta prohibido circular en torno a las colonias y algunos palestinos no pueden ya salir de sus casas a partir de una hora determinada, encontrándose prisioneros en sus propios hogares.
¿Que tipo de problemas aquejan a nuestros pacientes?
En los Territorios Palestinos Ocupados, los incidentes traumáticos son recurrentes: a un trauma preexistente se le suma uno nuevo. Las poblaciones siguen a pesar de todo viviendo, trabajando, yendo a la escuela, a los campos, etc. porque se ven obligadas a conformarse con la situación en la que viven desde hace años.
Pero con el tiempo han perdido toda posibilidad / capacidad de adaptación y acaban por presentar patologías postraumáticas complejas: depresión mezclada con ansiedad, síntomas psicóticos (pérdida de autocontrol, alteración del pensamiento...) Nuestros pacientes tienen pensamientos suicidas, pérdida de apetito, de peso… Hay numerosos casos de insomnio también, sobre todo porque las incursiones militares israelíes ocurren por la noche.
A esto se le suma el desempleo, los problemas de aprovisionamiento, las dificultades materiales que imposibilitan todo tipo de proyectos. La gente no confía en el futuro, en su vida futura, ha perdido la esperanza. Desesperados, se refugian en el consumo de drogas sintéticas, medicamentos, más fáciles de conseguir que el material escolar por ejemplo…Los casos de violencia domestica desgraciadamente son también muy frecuentes
¿Cómo les ayuda MFS?
Nuestra asistencia es bastante completa: atención a la salud mental y médica y ayuda social. Nuestros psicólogos proponen terapias individuales y familiares, a veces de grupo, sobre todo en el caso de los niños. Son terapias a corto plazo: una decena de sesiones como máximo. Al contar con el apoyo de una ONG como MSF, los pacientes se sienten protegidos, su sufrimiento se tiene en cuenta.
¿Por qué es limitada una intervención de este tipo?
Porque los incidentes traumáticos son recurrentes y porque los expatriados se van al cabo de un tiempo de la misión y es imposible gestionar terapias que no sean a corto plazo. Tenemos que adaptar nuestra atención a la salud mental a la acción humanitaria en contextos de crisis.
Así pues, no podemos ocuparnos de pacientes que necesitan atención a largo plazo. En lo que respecta a los casos psiquiátricos importantes, MSF puede ayudarles recetándoles medicamentos adaptados a su patología, pues se trata de urgencias médicas y también tenemos que asegurar este tipo de asistencia. Pero eventualmente tenemos que referirles al Ministerio de Salud que no siempre dispone de los recursos humanos y/o materiales para tratarles.
¿Y qué hay de los niños?
Los niños presentan problemas de comportamiento (regresión, agresividad, muchos casos de enuresis – episodios de incontinencia infantil – y los adolescentes problemas de concentración, de aprendizaje, inquietud…) Jugar continuamente a guerras o a otros juegos violentos puede considerarse como "normal" en un contexto de violencia crónica: todos los niños reaccionan así. Sin embargo, son síntomas reveladores que no hay que descuidar, y que para detectarlos, una mirada de alguien externo, extranjero, es indispensable.
Ya hemos organizado sesiones con madres y bebes: tratamos al niño a través de su madre con quien él comparte su malestar. Recuerdo a una madre muy deprimida, cuyo marido estaba en la cárcel cuando nació el bebé. La madre no hacia ningún esfuerzo por ocuparse del pequeño ni siquiera le había puesto nombre todavía. El niño sufría y lo expresaba no tolerando la leche materna.
En el marco del programa pediátrico, enfermeros y médicos pueden identificar los problemas de los niños, problemas con los padres. Pero tenemos que ser realistas, nos ocupamos del sufrimiento psicológico de los niños, podemos prevenir problemas muy graves pero no podemos en ningún caso actuar sobre su futuro.
La situación, el contexto, limitan también nuestra acción. Así pues, un niño traumatizado tras una incursión, por ejemplo, entrará en una espiral infernal: no querrá ir a la escuela o dormir solo, padecerá enuresis, será un fracaso escolar. Nuestro objetivo es pues permitirle que regrese a la escuela sin miedo, que se exprese – hablando o dibujando - y reducir su agresividad. Objetivos realistas y factibles dado el contexto concreto en el que intervenimos.