Nuestro personal sanitario lucha por responder en medio de severas restricciones en el estado de Rakhine, en Myanmar

En los últimos dos meses, una nueva oleada de enfrentamientos se ha apoderado del país y, en especial, del estado de Rakhine, donde el recrudecimiento de la violencia ha terminado con un alto el fuego. Las severas restricciones de movimiento nos impiden gestionar las 25 clínicas móviles con las que atendemos a 1.500 pacientes por semana.

MSF
17/01/2024

Una nueva oleada de enfrentamientos se ha apoderado de Myanmar en los últimos dos meses. Prestamos asistencia médico-humanitaria en los estados de Shan, Kachin y Rakhine, donde vemos cómo instalaciones sanitarias son dañadas o abandonadas, mientras que cientos de miles de nuevos desplazados tratan de huir en busca de seguridad.

El 13 de noviembre se reavivó el conflicto en el estado de Rakhine, rompiendo un alto el fuego informal de un año de duración. Desde entonces, las severas restricciones de movimiento nos impiden gestionar cualquiera de las 25 clínicas móviles con las que atendemos a unos 1.500 pacientes por semana. 

Durante las últimas nueve semanas, a pesar de nuestros intentos de encontrar soluciones a estos bloqueos, como ofrecer teleconsultas entre pacientes y médicos, nuestros trabajadores y trabajadores comunitarios son algunas de las únicas personas con acceso directo a nuestros pacientes.

Me preocupa constantemente que pueda pasar algo, me siento inseguro mientras voy por la calle y me desvío por los campos. Ya no es seguro.

Aung Aung* - Min Bya, Myanmar

Aung Aung* - Min Bya

La clínica Ann Thar de Min Bya atiende a más de 4.000 desplazados internos de las comunidades rakhine y rohingya, pero nuestros equipos no pueden atenderla desde el 13 de noviembre. El 17 de noviembre, el Hospital General de Min Bya -que utilizamos para las derivaciones de urgencia- fue atacado.

"Me llamo Aung Aung*. Soy trabajador sanitario comunitario (TSC) de la clínica Ann Thar de Min Bya. 

La diferencia de situación aquí antes del conflicto y después de que surgiera el actual es muy clara. Antes podía hacer mi trabajo con regularidad y en paz, pero después de los enfrentamientos actuales, no puedo. En lugar de eso, me preocupa constantemente que pueda pasar algo, me siento inseguro mientras voy por la calle y me desvío por los campos. Ya no es seguro.

Soy trabajador social, así que mis conocimientos médicos son limitados. En situaciones así, lo que puedo hacer es llamar a los médicos y atender a los pacientes según sus instrucciones. Pero a veces, las conexiones móviles no funcionan, así que tengo dificultades para llegar hasta ellos. Intentamos hacerlo todas las semanas.

También hay pacientes con enfermedades como diabetes e hipertensión, pero ahora no tenemos medicinas para ellos. Aún no sé cómo va a organizarlo nuestro equipo. De momento, tenemos medicamentos para la atención prenatal y los pacientes con epilepsia

El aumento del precio de la gasolina es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos. El coste del viaje sería más caro que sus gastos sanitarios reales. Este aumento del coste se ha producido desde que estallaron los combates. 

Estoy preocupado por nuestros pacientes aquí en el pueblo: aquellos de urgencias y los que necesiten una receta mensual tendrán muchas dificultades. Mientras las carreteras estén bloqueadas y continúen los combates, las clínicas y farmacias del pueblo de Min Bya permanecerán cerradas".

Nos enfrentamos a problemas de transporte y alimentación debido al conflicto actual. No recibimos raciones con regularidad y los precios de los productos básicos son altos.

Min Thu* – Pauktaw, Myanmar

Min Thu* – Pauktaw

Min Thu es trabajador comunitario en el campo de desplazados de Kyein Ni Pyin, en la zona de Pauktaw, en el estado de Rakhine. En el campo de Kyein Ni Pyin viven más de 7.500 personas, la mayoría rohingya desplazados desde 2012. Pauktaw ha sido uno de los municipios más gravemente afectados del estado de Rakhine, enfrentado a fuertes ataques y desplazamientos masivos. El hospital de Pauktaw se vio obligado a cerrar y los desplazamientos dentro y fuera de Pauktaw, incluidos los campos, son prácticamente imposibles. Aquí, MSF y otras organizaciones nos enfrentamos a graves obstáculos para prestar cualquier tipo de asistencia, y el transporte de pacientes que necesitan atención de urgencia vital es cada vez más difícil.

"Me llamo Min Thu*. Tengo 33 años. Soy trabajador comunitario de MSF, imparto educación sanitaria a la comunidad del campo y ayudo en casi todo, incluida la traducción para los pacientes durante los días de apertura de las clínicas. Cuando hay pacientes de urgencia, también los remito a la clínica.

Nos enfrentamos a problemas de transporte y alimentación debido al conflicto actual. No recibimos raciones con regularidad y los precios de los productos básicos son altos.

Antes de los combates podíamos desplazarnos si informábamos a las autoridades de nuestros movimientos, pero ahora está totalmente prohibido. No podemos abrir nuestras clínicas como antes, lo que afecta a nuestros pacientes de muchas maneras.

Para los pacientes de urgencia, intentamos contactar por teléfono con los médicos de MSF para pedirles consejo e intentamos seguir las instrucciones que nos dan. Sin embargo, es muy difícil cuando no pueden ver a los pacientes en persona, así que los médicos solo tienen que recetar o aconsejar qué hacer según lo que escuchan de los pacientes, y nosotros sólo tenemos que seguir las instrucciones de los médicos por teléfono y ayudar a tratar a los pacientes.

Tememos por el futuro. Si seguimos sin poder abrir nuestras clínicas debido a las restricciones para viajar y al conflicto, nuestros pacientes se verán gravemente afectados."

La gente tiene miedo de moverse porque oímos rumores de otras zonas sobre civiles detenidos o utilizados como escudos humanos. 

Yan Naing* - Rathedaung, Myanmar

Yan Naing* - Rathedaung 

En Rathedaung hay muchos campos de desplazados internos muy cerca de la ciudad, donde viven sobre todo personas de etnia rakhine desplazadas desde 2019 debido a conflictos pasados. Cuando estallaron los últimos combates en la zona, los habitantes de estos campos huyeron a zonas más rurales en busca de seguridad, incluido nuestro personal sanitario comunitario.

"Actualmente, hay combates cerca de nuestros campos. La gente de los campos de desplazados de la ciudad tuvo que evacuarse a otros lugares. Hubo un intenso tiroteo cerca de nuestros campos, así que todos tuvieron que escapar y buscar refugio en otro lugar, en algún sitio donde creyeran que se sentirían seguros, incluido yo. Yo mismo soy uno de los evacuados de un campamento.

En cuanto a la seguridad, cada día oímos noticias diferentes. Oímos cosas como que se han bloqueado las vías fluviales, el transporte terrestre y algunos disparos desde la ciudad de Rathedaung.

Nos resulta incómodo y difícil establecernos en diferentes lugares porque estamos en constante movimiento, y la escasez de productos básicos también tiene su impacto negativo en nosotros. [Cuando estamos desplazados] tampoco hay electricidad, así que tenemos que conservar las baterías de nuestros teléfonos.

No creo que podamos volver a la ciudad todavía debido a los intensos enfrentamientos. La gente tiene miedo de moverse porque oímos rumores de otras zonas sobre civiles detenidos o utilizados como escudos humanos. 

El nivel de violencia registrado en Myanmar en los últimos meses no tiene precedentes y está afectando gravemente a las personas que viven en las zonas de combate y sus alrededores, donde los servicios vitales no funcionan o su acceso es limitado y peligroso. 

En el estado de Rakhine, las comunidades ya dependen en gran medida de la ayuda humanitaria y viven con restricciones impuestas que limitan su libertad de movimiento. El acceso de las organizaciones humanitarias al estado de Rakhine siempre ha estado meticulosamente controlado, pero la continuación de estos bloqueos actuales tendrá un impacto catastrófico en la salud de la población.

Los hospitales del centro de Rakhine han sido alcanzados durante los intensos tiroteos o abandonados por el personal que se ha visto obligado a huir de la zona. Dos hospitales de Rakhine central donde los equipos de MSF suelen llevar a pacientes de urgencia ya no funcionan, mientras que otro, el Hospital General de Min Bya, resultó dañado el 17 de noviembre”. 

Con las rutas de acceso bloqueadas y sin autorización para prestar asistencia, no podemos poner en marcha nuestras 25 clínicas móviles. Estas restricciones están afectando también a otras organizaciones humanitarias, muchas de las cuales informan de que no pueden llevar a cabo sus intervenciones habituales. Las partes en el conflicto deben garantizar que las instalaciones sanitarias y el personal humanitario puedan seguir funcionando y que la población de Rakhine tenga un acceso seguro a la atención sanitaria.

*Los nombres han sido cambiados por seguridad