El optimismo de los yemeníes se ha convertido en desesperación y miedo (Por Tammam Aloudat, director médico adjunto de MSF)

MSF
19/08/2015

Cuando entramos en el área de nutrición del hospital, una mujer que está sentada al borde de una cama nos mira con recelo. Personas ajenas al hospital no suele acompañar al personal médico en este momento del día. Su bebé respira muy rápido y parece que sufre. Pido permiso a su madre para que me deje examinarlo. Le hablo en árabe y parece menos tensa. Le cuento que trabajo en Médicos Sin Fronteras (MSF) y que estamos aquí, en Ibb, para conocer la situación sanitaria y encontrar maneras de apoyar a los centros de salud que están sufriendo bajo el bloqueo, los ataques aéreos y la guerra.

 

Mientras el director del hospital explica a mis compañeros las condiciones en las que trabajan, continúo hablando con la madre. Me dice que ha venido hasta aquí desde un pueblo que está a dos horas. Estaba preocupada porque su hijo sufría diarrea grave y vómitos. Mientras examino al bebé el pediatra me dice que el niño sufría de deshidratación, pero que está mejorando tras un día de tratamiento.

 

La madre sonríe cuando escucha las buenas noticias, pero enseguida su sonrisa se apaga. Cuando le pregunto el motivo me dice que su marido ha tenido que pagar 15.000 riales yemeníes (unos 60 euros) para pagar el transporte hasta el hospital y que tendrán que pagar otro tanto para regresar a casa. Esta cantidad está fuera del alcance para la mayoría de los yemeníes y, en el caso de esta familia, se ha visto obligada a contraer una deuda durante mucho tiempo.

 

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