Peregrinos en tiempos de guerra (por Omar Ahmed, coordinador de MSF en Najaf, Irak)

MSF
10/12/2014

Son las seis de la mañana, y a pesar de que en Najaf se superan los cincuenta grados en los meses de calor, en esta época del año las temperaturas son bastante frías. Ayer por la tarde recibimos una llamada de Khalid, un hombre desplazado por la guerra y originario del distrito de Telafar – norte de Irak -, que trabaja de manera esporádica para nosotros desde la ciudad de Ein el Tamer. Situada en la frontera entre las regiones de Kerbala y Anbar, Ein el Tamer es uno de los puntos de recepción de los cientos de miles de desplazados que han huido de las zonas de combate durante los últimos meses. Lugar idílico lleno de palmeras, frente a un oasis de película, esta pequeña ciudad ha pasado de recibir un turismo local voluntario y con ganas de descansar, a uno forzado y con intenciones de sobrevivir.

Pero volvamos a Khalid. En aquella llamada de ayer, nuestro compañero nos informaba de que durante la última semana estaban llegando cientos de familias de la región de Anbar, concretamente desde las ciudades de Ramadi y Hit, donde actualmente se libran feroces enfrentamientos entre el ejército iraquí y las milicias del denominado Estado Islámico.

Desde hace casi dos meses, en el marco de nuestra intervención de emergencia para asistir a los desplazados de la actual guerra que se vive en Irak, estamos haciendo distribuciones de kits de higiene y de ropa de abrigo que les ayude a afrontar el invierno con mayores garantías. Tras efectuar los estrictos y habituales chequeos de seguridad, dado que no sólo nos dirigimos a una ciudad situada a apenas decenas de kilómetros del frente, sino que tenemos que atravesar un camino en que somos conscientes de que hay un riesgo considerable de sufrir atentados, salimos rumbo al norte con los camiones cargados hasta arriba.

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