Por qué el aborto debe ser tratado como un servicio sanitario esencial en emergencias humanitarias

Cada año, 25 millones de mujeres usan métodos no seguros para interrumpir voluntariamente su embarazo, y 22.800 mueren por ello. Para evitarlo es básica la atención médica inicial y sistemática en contextos difíciles. Lo cuenta nuestra matrona Nelly Staderini.

MSF
18/02/2022

Por nuestra matrona Nelly Staderini, quien ha trabajado en países como Guinea, Camboya, Afganistán y Chad. Actualmente, es asesora de salud sexual y reproductiva en nuestra sede en Ginebra (Suiza):

“Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen siete millones de hospitalizaciones debido a complicaciones relacionadas con métodos de aborto no seguro. Por ello, el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en contextos humanitarios, debería ser considerado como una cuestión de salud pública, aunque lamentablemente no sea así como suela interpretarse. Médicos Sin Fronteras (MSF) conocemos de primera mano las consecuencias del aborto no seguro. Yo, personalmente, conozco numerosos casos de mujeres que han muerto al intentar usar palos, alfileres o perchas para interrumpir el embarazo. Otras ingieren jabón o detergente para la ropa, y algunas se envenenan con hierbas o con medicamentos que no están indicados para este fin.

Solemos trabajar en contextos donde es muy habitual recibir en consulta médica a mujeres que han intentado abortar, aunque también acuden a los servicios de urgencias. Este hecho tiene un enorme impacto sobre nuestro personal. Al margen de los motivos que una persona pueda tener para interrumpir el embarazo, las consecuencias médicas de un aborto no seguro son siempre las mismas.

En MSF hemos puesto muchos esfuerzos en formar a nuestros trabajadores y trabajadoras para que entiendan que la atención médica para evitar abortos no seguros se basa en la ética médica y en las necesidades de las pacientes. Empezamos a tratar el asunto de la atención para un aborto seguro de forma más sistemática en 2015. En 2016, cuando hicimos un estudio interno, entrevistamos a nuestras matronas y nos dimos cuenta de que para la mayoría de ellas la atención médica para un aborto seguro ya era parte de su día a día, aunque esta práctica no estuviese formalizada de manera oficial en los protocolos médicos. Siempre ha habido solicitudes de aborto en nuestros proyectos y nuestro personal siempre trató de ayudar a esas mujeres que nos pedían ayuda cada vez que podían, pero fue a partir de ahí que decidimos empezar a prestar este servicio de una manera más intencional.

 

El aborto seguro es una necesidad médica

 

Después de formalizar el protocolo y la política médica en 2015, decidimos introducir un taller de reflexión de un día sobre el aborto entre las formaciones que reciben nuestros trabajadores. El curso se llama Exploring Values and Attitudes (EVA), que en español se traduce como “explorar valores y actitudes”. Es muy breve, pero tiene un enorme impacto sobre la toma de conciencia de las personas con respecto a sus propios valores, su perspectiva sobre el aborto y las consecuencias que sus actitudes tienen en el acceso a la atención médica de nuestras pacientes.

Tanto a nivel personal como de organización, no deberíamos levantar una barrera más en medio de los obstáculos a los que ya se enfrentan las mujeres cuando intentan interrumpir un embarazo

En el taller también exploramos nuestros valores como organización, y de qué manera los valores personales pueden entrar en conflicto con los institucionales. Hemos observado que hay muchos malentendidos: por ejemplo, hay gente que piensa que se trata de una actividad peligrosa que puede tener consecuencias negativas para la seguridad de la misión, el personal y las pacientes. Pero, en realidad, brindar este tipo de atención puede tener un impacto muy positivo, especialmente cuando la comunidad se involucra y participa en los debates.

De hecho, las personas cambian de postura drásticamente, aunque no necesariamente desde un punto de vista individual sobre ellas mismas o lo que piensan sobre este tema, porque ese puede llegar a ser un camino largo, pero sí se dan cuenta del importante papel que desempeñamos todas las personas que formamos parte de MSF y comprenden que, tanto a nivel personal como de organización, no deberíamos levantar una barrera más en medio de los obstáculos a los que ya se enfrentan las mujeres cuando intentan buscar este tipo de atención.

 

Recuerdo el taller que organizamos en Níger, en la frontera con Nigeria, y me sigue conmoviendo. Se trataba de un contexto muy hostil y delicado, un lugar donde operan una serie de grupos armados que aterrorizan a la población, lo que inevitablemente hacía que nuestro personal tuviera miedo de prestar atención a mujeres en situación de aborto. Al día siguiente, los miembros del personal pusieron en mi bolso pequeñas notas de agradecimiento y de reconocimiento por haber ido a impartir el taller.

Fue una experiencia muy conmovedora: en un solo día fuimos testigos de lo mucho que se puede influir en la toma de conciencia de las personas. La gente se da cuenta de que el aborto es un problema que nos rodea, que afecta a nuestras familias y a nuestras comunidades. Y después del taller, todos llegan a la misma conclusión: “No nos convirtamos en un obstáculo a la atención y creemos espacios para el diálogo”. Es una vivencia personal transformadora y muy emotiva.

Algunas personas nos cuentan que en la escuela no les enseñaron nada sobre este tema. Lo único que les dijeron es que está prohibido. Nuestra forma de abordar la cuestión del aborto durante el taller es, para muchos, un soplo de aire fresco.

En el turbulento contexto de la guerra, los desastres naturales o las epidemias son varias las acciones que se vienen realizando para informar a las pacientes de que el aborto es una opción posible. En primer lugar, conversamos a menudo con la comunidad sobre nuestras actividades; lo que solemos llamar actividades de promoción de la salud. Lo que hacemos es involucrarnos de lleno con la comunidad y hablar con la gente sobre sus problemas de salud y principales preocupaciones, y sobre los servicios que podemos brindarles.

Luego, hacemos un análisis de los riesgos de mortalidad en la comunidad y eso nos lleva a abordar fácilmente el tema del aborto no seguro, porque es una problemática presente en todas las sociedades. La salud sexual y reproductiva está muy integrada en nuestra atención, así que explicamos que el aborto seguro es un servicio que ofrecemos.

 

Una chica joven corre frente a una típica farmacia en el centro de Puerto Príncipe, en la que el misoprostol, un medicamento utilizado para provocar abortos, está disponible sin prescripción.

 

Pero, en todo caso, en cuanto respondemos a una solicitud de aborto con una atención segura y confidencial, y esa persona tiene una experiencia positiva, la información se transmite de boca en boca.

Para asegurarnos de que la mujer que decide llevar a cabo un aborto no corre ningún riesgo, la cuestión de la confidencialidad es crucial. Esta es una de las razones por las que las mujeres se muestran muy interesadas en la posibilidad del aborto autogestionado en su propia casa cuando les decimos que esta es una de las opciones que tienen. Las pacientes nos dicen que les resulta más fácil encontrar el momento y el lugar adecuados, así como a la persona que pueda darles apoyo si pueden autogestionar la interrupción del embarazo en casa. Hay que tener en cuenta que, a veces, el entorno hospitalario no les resulta muy acogedor.

Hay que deconstruir esa narrativa que asegura que la atención psicológica es un componente esencial de la atención para un aborto seguro. Mi experiencia me demuestra que no es en absoluto necesaria; no coincide en lo más mínimo con aquello que las mujeres dicen, piden o necesitan. Creo que la idea de una atención en salud mental obligatoria tranquiliza mucho más a los proveedores de salud que a las pacientes.

 

Si queremos reducir la mortalidad materna, debemos responder sin falta a las peticiones de las mujeres que desean abortar.

Según nuestra experiencia más reciente, las mujeres que generalmente vienen a nuestras consultas, y que esperan durante todo el día con 40 grados bajo el sol, saben muy bien lo que quieren, así que en realidad no están condicionadas por la ambigüedad o las dudas. En general, llegan a nuestra organización tras una larga y difícil búsqueda de atención médica. Por eso, si las escuchamos y les proporcionamos los cuidados que solicitan, no piden ningún tipo de apoyo psicológico.

El alivio es la emoción más frecuente entre las personas que finalmente deciden interrumpir de forma voluntaria el embarazo. Ante todo, en MSF respondemos a los avances de la ciencia, a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y a los protocolos que se han establecido después de haber llevado a cabo muchos estudios sobre esta cuestión.

Es interesante señalar que, cuando participamos en reuniones de especialistas, las discusiones se basan en hechos, resultados, avances… Y, por lo tanto, evitamos por completo la politización del tema. En este momento tenemos un protocolo de medicamentos que es extremadamente eficaz y sencillo, ya sea de ocho semanas, 10, 12 o incluso 22. Dependiendo de cada caso, también puede ser posterior.

Por tanto, nuestro foco está sobre todo puesto en cómo mejorar la autogestión del aborto que en saber exactamente de cuántas semanas está embarazada una mujer. Es cierto que cuanto más avanzado está el embarazo, mayores suelen ser los riesgos, pero si queremos reducir la mortalidad materna, debemos responder sin falta a las peticiones de las mujeres que desean interrumpir un embarazo y proporcionarles la información que necesitan para hacerlo de una manera segura.

 

Aborto autogestionado, nuestra apuesta

Para aumentar el acceso a la atención del aborto seguro, en 2017 simplificamos nuestros protocolos para un aborto con píldoras y eliminamos las pruebas médicas de rutina, como ecografías y análisis de sangre. En nuestros proyectos, la atención del aborto seguro ahora es esencialmente una conversación entre dos personas durante la cual se comparte información precisa y se proporcionan píldoras para que la persona se las lleve a casa. Desde que comenzamos con este nuevo modelo de atención, ha aumentado la cantidad de personas que podemos atender: de 781 en 2016 a más de 30.000 en 2020.

Muchas personas prefieren el aborto autogestionado por una variedad de razones, que incluyen una mayor privacidad y confidencialidad, más autonomía y control sobre el proceso y un acceso más fácil, especialmente si viven lejos de un centro que ofrece abortos. Todo lo que se necesita para un aborto seguro con pastillas son tres elementos: información precisa, medicamentos de calidad y respeto y confianza mutuos.
 

Artículo originalmente publicado en Planeta Futuro – El País