Redes Sociales: Si tuvieses delante a José Antonio Bastos, presidente de MSF ¿Qué le preguntarías?

J. A. Bastos, presidente de MSF España, contesta a las preguntas recibidas mediante las redes sociales previas al festival Rototom de Benicàssim, donde participamos en el foro social

MSF
23/08/2013

¿Qué le diría a quienes toman decisiones como esta?

http://www.publico.es/461947/un-inmigrante-irregular-con-cancer-pagara-3-517-euros-por-un-tratamiento-de-radioterapia

Ante la gravedad de la crisis que golpea Europa y los duros recortes anunciados por algunos de sus Gobiernos, los inmigrantes indocumentados se están convirtiendo en víctimas ideales. Estas políticas de exclusión del sistema de salud son potencialmente peligrosas para la salud pública, pero sobre todo son contrarias a la ética médica, y suponen un retroceso enorme en el respeto a la dignidad humana. Además, apuntan peligrosamente en la dirección de estigmatizar a los inmigrantes como culpables del "excesivo gasto sanitario", algo que numerosos estudios ya han desmentido.

Identificar el acceso a la salud de los inmigrantes indocumentados con el llamado "turismo sanitario" no es sino un cruel sarcasmo hacia un colectivo ya de por sí muy vulnerable.  Como organización médica, y como organización con experiencia en la asistencia a inmigrantes indocumentados en España, nos preocupa el retroceso que las reformas anunciadas por el Gobierno Español suponen para su acceso al sistema público de salud.

La experiencia de MSF en Madrid en 2004 y 2005 demostró que, en la práctica, para quienes no disponían de tarjeta sanitaria y accedían a los hospitales vía urgencias, la asistencia se mantenía sólo hasta el alta hospitalaria. Esta situación, aun siendo la excepción, provocaba frecuentes abandonos de tratamientos médicos, especialmente preocupantes en el caso de las enfermedades más graves y las enfermedades crónicas.

A pesar de las numerosas convenciones y tratados ratificados por los Estados miembros de la UE e incluidos en sus propias Constituciones nacionales, que reconocen el acceso a la salud como un derecho básico universal, la realidad de las leyes y prácticas actuales se desvía de estas obligaciones, y un elevado porcentaje de inmigrantes sin papeles no tienen acceso a ningún tipo de atención médica, algo incongruente con el grado de desarrollo social de Europa. Para muchas de estas personas, no es un problema administrativo o legal sino, sobre todo, de salud y dignidad.

"Los estados tienen la responsabilidad de asistir a los mas débiles". Las instituciones europeas y los Estados miembros de la UE, entre ellos España, tienen la responsabilidad de garantizar que las políticas económicas o de cualquier otra naturaleza y las prácticas migratorias no se apliquen a expensas de la salud de los inmigrantes: la categorización de estas personas como "ilegales" no puede justificar su exclusión de la atención médica. A la postre, no es una cuestión económica, ya que de hecho no se le puede poner un precio: se trata de mantener un mínimo principio de humanidad con quienes viven entre nosotros en situación más vulnerable.

¿Cuáles son los retos más difíciles a los que se enfrenta la organización hoy en día?

En los últimos 20 años muchas instituciones han utilizado la ayuda humanitaria como un componente más de su política internacional. Hoy se adjetiva como “humanitario” un amplio abanico de conceptos y actividades cuyo fin último no es exclusivamente la supervivencia de las poblaciones en situación crítica. La manipulación de la acción humanitaria por los beligerantes y por intereses nacionales, políticos, económicos o militares ha existido siempre. Esta instrumentalización explícita y oficial del gesto humanitario con fines políticos o militares, independientemente de la justificación o legitimidad de estos, ha dañado seriamente la imagen de la acción humanitaria, dejando a millones de personas en varios escenarios de guerra y conflicto en el mundo sin acceso a la ayuda que necesitan vitalmente. Esta situación tiene como añadido que la población que vive en los países donde trabajamos confunda los propósitos de Médicos Sin Fronteras, y esto nos trae serios problemas para poder llegar a asistir a todas las personas que lo necesitan. 

Además de esto, debido a la complejidad de los entornos en los que trabajamos tenemos dificultades enormes para acceder a las personas que tenemos que asistir, a las poblaciones más vulnerables en esos conflictos.

¿Por qué estando en plena era digital no se envía toda la información en ese formato que es más fácil de difundir y nos ahorramos de pasada un buen dinero?

Yo tengo 52 años, y sé que hay gente que apoya a MSF y no maneja de forma total todas las herramientas digitales. De momento, para estar seguros de que llegamos a todos, lo hacemos así –en digital, y también en papel-, por respeto a nuestros socios o a la gente interesada en la labor de MSF que no es digital al 100%.

¿El dinero que reciben para su ayuda humanitaria, es solo de los socios que colaboramos?¿existe alguna subvención por parte de algún estado, y cuál es?

El 90% del dinero que recibimos es de los socios, de gente que nos apoya. El resto procede de fondos de instituciones como la Unión Europea, el gobierno español o comunidades autónomas, y dichos fondos se utilizan exclusivamente en contextos con los que estas instituciones no tienen ningún interés directo.

¿De dónde saca su principal motivación para trabajar por la salud de los más pobres de la tierra?

Mi motivación en esto es la misma por la que decidí ser médico: querer ayudar. Recuerdo que, cuando era pequeño, ya en los partidos de fútbol iba siempre con los perdedores, con la idea de luchar para no rendirse… Mi motivación es defender a los débiles y también, no soportar las injusticias. Creo que quién está peor merece más.

¿Cuál es el momento/ la historia que más te emocionado positivamente en todos tus años de trabajo en MSF?

Dos historias. Una es la del doctor Lucio, de Cochabamba (Bolivia): era médico en una consulta privada tres días a la semana, y los cuatro días restantes trabajaba gratis en las comunidades rurales. La otra es la del doctor Movsar y otros muchos en Chechenia: durante esa guerra atroz y sin pedir jamás nada a cambio, dieron ayuda a todos los que podían y lo necesitaban en su país. Encontrarme con este tipo de gente me emociona.

¿Existen presiones políticas internas y/o externas a la organización que dificulten o cortapisen la consecución de una mayor cantidad de objetivos?

Externamente, desde luego: hay gobiernos de determinados países que nos lo pone muy difícil y, también, los sistemas actuales de donaciones institucionales intentan canalizar tales ayudas y apenas dan flexibilidad y libertad.

Internamente, en MSF se da muchas veces la discusión entre los que abogan por tratar a cuantas más personas posibles o los que creen que es mejor provocar cambios para que sean los gobiernos los que se hagan cargo de las necesidades sanitarias de los habitantes de sus países. En esta disyuntiva no entran los países más frágiles, pero en muchos otros sí.

¿Cuál es la herramienta necesaria para el verdadero cambio de conciencia hacia los problemas sociales?

Ojalá lo supiera. Si la tuviéramos, ya habríamos provocado esos cambios sociales. De momento, lo que hacemos es comunicar a los socios y a la sociedad en general nuestro compromiso personal, dar a conocer lo que pasa y lo que sabemos. No hay una solución mágica.

¿No sería momento de que las ONG diéramos un paso al frente y encabezáramos la revuelta social?

Nuestra revuelta o nuestra pelea articular en MSF se centra en que haya vacunas para determinadas enfermedades, que podamos tratar a los heridos en un conflicto en concreto…

Dicho esto, de manera general, somos conscientes de que somos una de las ramas que busca una vida mejor para todos, que lucha por un futuro más digno.

¿Qué podríamos hacer para que la salud no tenga fronteras?

Ojalá lo supiera también.

¿Cree que sería posible, en un futuro, un sistema sanitario global y gratuito?

Para empezar, deberíamos empezar por convencer a todos los políticos y a todos los que toman decisiones que todos somos fundamentalmente idénticos.  

¿Qué es lo que motiva a una persona a dedicarse a la cooperación?

A una persona en abstracto no lo sé, pero a mí y a muchos en MSF nos motiva una mezcla extraña de compasión e indignación por lo que pasa en el mundo. Nos motiva el sufrimiento de los otros.

En los medios hemos oído hablar del caso de Novartis en India y el problema del acceso a medicamentos genéricos ¿Qué importancia tiene este tipo de medicamentos para una organización como Médicos Sin Fronteras?

Los medicamentos esenciales son vitales no para MSF, si no para una inmensa mayoría que no tiene muchos recursos. Lo importante para MSF es conocer la realidad de miles, de millones de personas y atrevernos a retar organizaciones como Novartis para conseguir lo que les hace falta a dichas personas.

¿Cómo está afectando la crisis a los países en vías de desarrollo en los que trabaja MSF?

De muchas maneras diferentes. Por ejemplo, para estos países el envío de dinero de los inmigrantes es fundamental, y esas aportaciones están cayendo en picado. La crisis también significa que hay menos dinero para la ayuda al desarrollo, para la ayuda humanitaria,  para combatir epidemias o hambrunas. Además, hay también menos dinero para el funcionamiento de los ministerios de salud de esos países, con todo lo que eso supone. Hablamos de países frágiles a los que se añade una fragilidad creciente. 

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