"Somalia tiene una estructura social fuerte y mecanismos de autoprotección así que se organizó para cuidar de sus desplazados"
Entrevista con Marcos Ferreiro que acaba de regresar de Somalia después de un año trabajando con MSF como coordinador de terreno en Jowhar

Jowhar es una pequeña ciudad de unos 30.000 habitantes, la capital de Middle Shabelle en Somalia, situada a 90 kilómetros al norte de Mogadiscio. Por allí pasa uno de los principales ríos de Somalia, el Shabelle, que permite a la región tener una franja de cultivo y la convierte en la cesta alimenticia del centro y sur del país. Según cuenta Marcos Ferreiro, que ha vuelto de esta región tras un año como coordinador de terreno, el equipo de MSF se enfrenta a numerosos retos médicos y logísticos en un área donde la estructura social está muy influenciada por el sistema de clanes.
¿De qué viven en Jowhar?
La mayoría de la gente vive del ganado o de la franja del río, donde hay pequeños agricultores. Hay bastante comercio. Llevan tanto tiempo en el caos que se han acostumbrado a vivir en la anarquía y consiguen llevar una vida normal dentro de esa ausencia de estado. Es el sueño del neoliberalismo. Al no haber estado, no hay impuestos, es decir, hay libre mercado –hay cuatro compañías de telefonía móvil con, posiblemente, los precios más baratos del mundo– pero a su vez no hay infraestructuras, no hay salud, no hay seguridad.
¿Qué hacemos hoy allí?
Tenemos una red con cuatro centros de salud primaria en la región donde damos servicios a niños y adultos, centrándonos en enfermedades transmisibles por el agua, enfermedades respiratorias, malaria y estamos introduciendo esta año la desnutrición. A parte tenemos un programa de vacunación para niños y mujeres embarazadas, y salud materno-infantil con atención antes y después del parto. De cada 1.000 mujeres, 16 mueren en el parto y una mujer que tiene seis u ocho partos en su vida pasa por muchos momentos de alto riesgo para ella. Hay un hospital de referencia para la región, pero hemos visto que nuestro sistema de referencias a este hospital no funcionaba y esto nos ha llevado a abrir una maternidad con 20 camas. Duplicar servicios no es lo ideal pero es la única forma que encontramos. Llevamos seis meses y más del 50% población diana ya viene a dar a luz a la maternidad. Atendemos unos 100 partos mensuales.
Otra de las cosas que hacemos es atender las emergencias: inundaciones, enfrentamientos, diarrea, crisis de desplazados... Cada poco tiempo hay una nueva historia.
Las mujeres, ¿no tienen reparo en parir en nuestra maternidad?
Nos ha sorprendido la buena aceptación que ha tenido.
Los somalíes saben lo que les es útil y lo que no. En las primeras semanas sólo venían los casos más complicados pero como la cosa sale bien, cada vez se anima más gente. Por eso hemos tenido esa aceptación tan rápida y buena. Son conscientes del beneficio y vienen a disfrutar de él.
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de trabajar en un proyecto durante 15 años?
Las ventajas son evidentes: el conocimiento del contexto y la aceptación de la población. Dos herramientas básicas para trabajar allí. Es un país muy complicado por cuestiones de seguridad y lo que te garantiza poder trabajar bien son esos dos factores. Conocer bien contexto te permite anticipar riesgos y tomar decisiones oportunas para evitarlos; y la aceptación de la población, es básica ya que va a ser la primera interesada en protegerte. Tenemos un nivel de protección de la población muy grande.
También tenemos un personal nacional sobre todo en los puestos más altos, muy potente, bien formado, muy conocedor de la organización y a veces con más experiencia que todo los expatriados juntos, son la columna vertebral del proyecto.
Por otro lado, la desventaja es tener a alguien trabajando en el mismo sitio haciendo lo mismo hace que haya un cierto espíritu más funcionarial y corregir los vicios es muy complicado.
¿Cuál es la situación de los desplazados que llegaron de Mogadiscio este año?
Los momentos más duros de la insurgencia fueron de febrero a abril. Según algunos observadores, fue la peor en los últimos 15 años y, por primera vez en los últimos 20 años, los civiles eran objetivo. Esto provocó el éxodo de aproximadamente 500.000 personas de las cuales unas 50.000 llegaron a la ciudad de Jowhar y sus alrededores. Más del 90% estaban alojados por familiares, convirtiéndose en desplazados invisibles. Los que peor estaban eran unos 3.000, que estaban en campos improvisados.
Somalia tiene una estructura social fuerte y mecanismos de autoprotección así que la propia sociedad se organizó muy bien para cuidar de sus desplazados. Hubo una gran movilización social. Además, durante seis meses, MSF distribuyó agua, material de ayuda e hizo vacunación de niños en coordinación con otras agencias. La mayoría regresaron en mayo, y se quedaron menos de 5.000, eran personas ya desplazadas dentro de Mogadiscio. El riesgo cuando había tantas personas era que la situación se prolongase ya que es una carga económica muy fuerte para las familias. Ahora hay una amenaza de crisis en la región y, en parte, viene ligada a la crisis económica por la avalancha de desplazados. [De los 83.000 niños que se estima que están desnutridos en el sur y el centro de Somalia, 35.000 están en Middle Shabelle. De éstos, 8.700 sufren desnutrición severa y están en Shabelle. Tienen un riesgo más elevado de muerte, según un trabajador de UNICEF en Jowhar. IRIN NEWS]
Durante la última semana que he estado allí, ha habido un nuevo influjo en la ciudad de Jowhar, según nuestras últimas encuestas hay unos 15.000. La mayoría son invisibles de nuevo.
¿Hace falta hacer educación a la salud?
Una principales causas de muerte son enfermedades ligadas al agua. Tiene mucho que ver con costumbres, con uso del agua y de higiene. También es fácil encontrarse con niños que nunca han recibido una vacuna a pesar de que tiene acceso a nuestros centros. Hay que trabajar mucho con las madres para la promoción. Queremos que la maternidad tenga aceptación en las zonas rurales también aunque será más complicado. Habrá que hacerles entender la utilidad de ir allí.
Ahora hay dos centros en zonas rurales y tenemos un equipo móvil de vacunación que va a 10 puntos de estas zonas. Hacen vacunación y rastreo nutricional y estamos arrancando un sistema de referencia para niños al centro de estabilización nutricional que acabamos de abrir y a las mujeres a la maternidad.
¿Cómo era tu vida allí?
Trabajar, trabajar y trabajar. Es una rutina dura por la falta de libertad de movimientos. Sólo te mueves por trabajo de la oficina a los centros de salud. Psicológicamente es cansando porque no puedes ir a pasear, ni a tomar un te. Es una vida de enclaustramiento, de estar en una jaula, aunque dorada, porque está muy bien. Tenemos 24 horas de electricidad al día, un lujo, pero a la larga es cansado.
Como dice siempre Khalif, el supervisor médico del proyecto, Somalia es como la liga: todos los domingos hay partido pero lo que cambia son los equipos que juegan. Así es Jowhar, cada día hay una historia nueva, un nuevo reto por el que luchar y por el que vale la pena trabajar.