Zimbabue: más allá del cólera, ¿más allá de la crisis?

El pasado 17 de febrero, Médicos Sin Fronteras (MSF) publicó el informe Más allá del cólera: Zimbabue, una crisis que se agrava, para alertar sobre la crisis humanitaria que sufría el país y cuya muestra más visible fue un brote de cólera sin precedentes que causó miles de muertes. Seis meses después, la epidemia de cólera ha terminado y el nuevo Gobierno de unidad ha cumplido su primer semestre en el poder. ¿Qué ha cambiado? Entrevista con Rian van de Braak, coordinadora general en el país.

MSF
28/08/2009

En el informe que publicó MSF en febrero, leíamos que el sistema de salud de Zimbabue estaba totalmente colapsado. Las estructuras habían cerrado por falta de suministros y personal. ¿Cuál es la situación actual?

La situación ha ido mejorado poco a poco en los últimos meses. El plan de retención de los donantes, que incluye pequeños salarios para el personal de salud, ha ayudado a que algunos trabajadores vuelvan a los hospitales y a las clínicas, sobre todo en los entornos rurales. La falta de medicamentos y suministros todavía es un problema. Aunque, los stocks a nivel central en Harare han aumentado, el transporte hasta las clínicas sigue siendo una limitación logística enorme. Además, muchas estructuras de salud han empezado a cobrar tarifas a los usuarios, con lo que muchas personas no pueden permitirse la atención médica que necesitan. 

La epidemia de cólera, que ha afectado a casi 100.000 personas hasta hoy, fue el principal problema durante el año pasado. Desde mayo ha bajado el número de casos, ¿ya ha pasado el peligro?

No, no estamos fuera de peligro. Todo el mundo espera que el cólera vuelva, como muy tarde, con la próxima estación de lluvias. Las causas del brote anterior no se han abordado adecuadamente. El pésimo estado del sistema de agua y alcantarillado sigue siendo el principal problema. Varias agencias de ayuda están abriendo nuevos pozos en los lugares más afectados por la epidemia, lo que es una importante contribución para el acceso a agua potable. Afrontar la raíz del problema antes de la próxima estación de lluvias será una carrera contrarreloj. 

Nadie sabe con exactitud qué magnitud tendrá el próximo brote de cólera, pero nosotros estamos preparados para responder inmediatamente: tenemos los stocks necesarios en el país y los contactos de los 250 trabajadores zimbabuenses extra que contratamos durante la última epidemia. Además, hemos distribuido kits de cólera en 50 de las clínicas más remotas donde hemos trabajado, y hemos formado al personal sanitario para que sepa cómo actuar en cuanto se presenten los primeros casos. También hemos distribuido 11.000 kits de higiene y hemos realizado actividades de promoción de la higiene que han llegado a más de 40.000 hogares. 

Muchas personas VIH-positivas quedaron sin acceso a atención médica por la crisis socioeconómica. Algo muy preocupante en un país con una prevalencia estimada del 15,3%. ¿Esto se ha solucionado?

Los problemas siguen siendo enormes. Cada día, más de 400 personas mueren por causas relacionadas con el sida en Zimbabue. Para que te hagas una idea: durante los nueve meses que duró la epidemia, hubo alrededor de 4.000 muertos por cólera. En el caso del sida, sólo en 10 días muere el mismo número de personas. Y así cada 10 días, una y otra vez.

Actualmente, sólo un 20% de la población que necesita tratamiento en Zimbabue lo recibe. Por problemas administrativos y políticos, la principal fuente de financiación para combatir el VIH/sida en Zimbabue se ha suspendido temporalmente y con ella también la ampliación de los programas nacionales de ARV. Hasta que este problema no se resuelva, miles de personas VIH-positivas seguirán sin tener acceso a un tratamiento que necesitan con urgencia. 

¿Cuál es la situación alimentaria? En febrero, durante el pico del periodo de escasez entre cosechas, cinco millones de zimbabuenses afrontaban una grave carestía de alimentos que les hacía depender de la ayuda internacional. 

En general, el pico del periodo de escasez ya ha pasado. Mientras entre diciembre y enero atendíamos a 150 niños diarios en nuestro centro de nutrición terapéutica de Epworth, las cifras ahora han bajado a entre 10 y 15 niños al día.

Sin embargo, nos preocupa la situación nutricional en las prisiones de Zimbabue. Durante la intervención de cólera, tuvimos acceso a dos cárceles para tratar a los afectados y encontramos una grave situación de desnutrición. Empezamos con una intervención de emergencia, con alimentación terapéutica para la mayoría de los reclusos gravemente desnutridos y alimentación suplementaria para los demás presos. También llevamos a cabo actividades básicas de agua y saneamiento para garantizar el suministro de agua potable. Recientemente, la intervención se ha ampliado a las seis prisiones más afectadas en las provincias de Midlands y Mashonaland. 

¿Ha mejorado la capacidad de trabajo de MSF con el nuevo Gobierno? 

En muchos aspectos, nuestra capacidad de trabajo ha mejorado sustancialmente. Nuestras contrapartes en el Gobierno están buscando la cooperación de ONG internacionales sobre el terreno. Muestra de ello puede ser el hecho de que el Ministerio de Justicia haya admitido abiertamente los problemas y la falta de suministros en el sistema de prisiones, y que reconozca nuestro apoyo a los reclusos. 

Hay signos claramente positivos, pero aún queda por ver si se levantarán ciertas barreras que siguen obstaculizando el trabajo de las ONG, como el largo proceso para conseguir permisos de trabajo para el personal internacional. Esto es importante para llevar a cabo nuestro trabajo con eficacia y para animar a otras organizaciones a venir a Zimbabue y ayudar a la población a afrontar sus enormes necesidades. 

En su opinión, ¿qué hay que hacer para mejorar la situación en Zimbabue y qué desafíos quedan por delante? 

La población todavía no tiene un acceso adecuado a los servicios de salud, gente sigue muriendo de sida a un ritmo galopante y el próximo brote de cólera está a la vuelta de la esquina. La comunidad de donantes tendría que revisar la condicionalidad de los fondos humanitarios y destinarlos a las zonas más necesitadas. Por su parte, el Gobierno tendría que reducir aún más las trabas burocráticas a las ONG internacionales y aumentar el espacio humanitario para que las organizaciones de ayuda puedan dar asistencia a una población que se encuentra en una situación realmente apurada. 

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