El lunes 3 de octubre se cumple un año de un ataque que terminó con la vida de 42 personas: 24 pacientes, 14 trabajadores humanitarios de MSF y 4 cuidadores. También hirió a 37 personas. La instalación, un hospital en pleno funcionamiento en el momento del ataque, estaba, como tal, protegida por el Derecho Internacional Humanitario.
Desde 2011, el hospital venía proporcionando atención quirúrgica gratuita y de calidad a pacientes con heridas de guerra y a víctimas de traumatismos en general como consecuencia, por ejemplo, de accidentes de tráfico. Era la única instalación de este tipo en toda la región noreste de Afganistán y facilitaba servicios tanto a los residentes de Kunduz como de las provincias limítrofes.
El bombardeo tuvo consecuencias devastadoras para las víctimas, sus familias, los equipos de MSF y toda la comunidad de Kunduz. Un año después, el hospital permanece cerrado y miles de personas carecen de acceso a servicios médicos vitales. Antes de considerar la reapertura del hospital, MSF continúa pidiendo garantías a todas las partes del conflicto para que el personal y los pacientes de este hospital estén seguros.
Desde el ataque al hospital de Kunduz, instalaciones médicas de MSF o apoyadas por la organización médico-humanitaria han sido víctimas de al menos 75 ataques.
Solo en 2016, 21 hospitales apoyados por MSF han sufrido 36 ataques en Siria y Yemen.