Mali: "La gente llegó exhausta; se quedaron sin agua y comida durante el viaje"

Brindamos atención médica de urgencia tras un ataque en el pueblo de Tindinbawen, en el que murieron varias personas y unas 80 familias tuvieron que huir a pie 80 kilómetros.  

MSF
03/09/2018

El 27 de julio, grupos armados no estatales atacaron la aldea de Tindinbawen, en el distrito de Ansongo, en el norte de Mali. Varias personas murieron y alrededor de 80 familias se vieron obligadas a huir a Tin Hama, un pueblo situado a 80 kilómetros de distancia.

“Las personas con las que nos encontramos nos contaron cómo los atacantes asaltaron la aldea, quemaron las casas y ejecutaron a varios hombres. La gente no tuvo más remedio que huir en busca de refugio a las aldeas circundantes”, explica Rodrigue Nganaboy, nuestro coordinador en Ansongo. Según sus testimonios, mujeres embarazadas, niños y ancianos tuvieron que caminar 80 kilómetros para llegar a Tin Hama. “La gente llegó exhausta; se quedaron sin agua y comida y tuvieron que viajar en medio de una tormenta durante el viaje”.

Uno de nuestros equipos viajó a Tin Hama para evaluar las necesidades inmediatas de las personas desplazadas. “Cuando llegamos por primera vez, las condiciones de vida eran deplorables: el acceso a agua y alimentos era limitado, y las personas no tenían artículos de higiene o para cocinar. Tampoco tenían material de abrigo ni mosquiteras. Ninguno de los niños había sido vacunado y las mujeres embarazadas no habían recibido atención médica”, describe.

Aparte de algunos alimentos proporcionados por la comunidad local, las personas desplazadas en Tin Hama tenían poco más. El 30 de julio, después de una evaluación de la situación, respondimos proporcionando un paquete de asistencia médica a las personas desplazadas.

MSF y el Ministerio de Salud vacunamos a 97 niños contra el sarampión y otras enfermedades infantiles potencialmente mortales. “Para prevenir brotes de enfermedades entre las personas desplazadas, hemos priorizado una campaña de vacunación para inmunizar a los niños contra las enfermedades más peligrosas”, explica Rodrigue.

Además nuestro equipo de salud mental atendió a 103 personas mediante actividades de psicoeducación. La gente ha quedado traumatizada por lo que sucedió y no quiere regresar a su aldea. “Tres mujeres que recibieron consultas individuales de salud mental nos contaron cómo sus maridos fueron ejecutados por los atacantes. Fueron arrestados, reunidos y asesinados en el acto”.

También hemos distribuido artículos de primera necesidad, como por ejemplo, mosquiteras, esteras, ropa y artículos de cocina a las familias desplazadas.

Sin embargo, la necesidad de alimentos sigue siendo una preocupación real. Existe un riesgo de desnutrición si las personas no pueden acceder a la ayuda alimentaria pronto. “Estas personas desplazadas dependen de donaciones de alimentos de la comunidad local. Pero creemos que este apoyo no durará, ya que la comunidad local no tiene mucho de sí misma. Nos preocupa el riesgo de desnutrición en las próximas semanas”, dice Rodrigue.

En Mali, nuestros equipos trabajan en la región de Kidal y en los distritos de Ansongo (región de Gao), Koutiala (región de Sikasso) y Ténenkou y Douentza (región de Mopti), especialmente fortaleciendo la atención materno-infantil.

En Ansongo, apoyamos diferentes departamentos en el hospital de la ciudad desde 2012. Nuestros equipos ofrecen consultas ambulatorias, atención de urgencia y hospitalización, cirugía, salud materna, tratamiento de enfermedades crónicas, servicios de nutrición, neonatología y pediatría. Además, las víctimas de violencia, incluidas las víctimas de violencia sexual, son atendidas y reciben apoyo psicológico. También derivamos los pacientes de la comunidad a centros de salud comunitarios y los casos más graves al Hospital de Gao.

Además, entre julio y diciembre, cuando la comunidad nómada migra, nos aseguramos de que tengan acceso a la atención médica formando agentes locales de salud de la comunidad para que puedan diagnosticar y tratar las enfermedades más comunes.