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03.04.2019

Más vida en Guerrero

Este es la historia de un nacimiento en medio de la violencia. En este estado de México, dar a luz de forma segura es un reto: la población vive aislada por enfrentamientos entre grupos armados.

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La bebé, de 5 meses y 8,5 kilos, regordeta y plácida, mama mientras nuestro equipo de charla con Juana *. Ya son varias nuestras visitas a su comunidad, vieja conocida de los equipos que operan en las zonas más afectadas a causa de la violencia en Guerrero y cuyo cometido es llevar atención médica a aquellas poblaciones aisladas por enfrentamientos entre grupos armados o que acaban de sufrir tiroteos en sus calles.

Juana y su bebé son especiales: es el segundo parto atendido de urgencia por los equipos. Juana había estado haciéndose los controles prenatales con nuestra organización; que visita la comunidad una vez al mes. En el último control prenatal, se le explicó que el mejor sitio para la atención del parto era el hospital más cercano (a 90 kilómetros, unas tres horas en caminos de terracería, sobre todo), y se completaron todos los documentos para la referencia al centro médico.

Una noche, en octubre de 2018 y coincidiendo con nuestra visita a la comunidad, Juana empezó a sentir contracciones. "Empecé como a las 12 de la noche. Al principio, los dolores no eran muy fuertes pero, poco a poco, sentía el dolor cada vez más recio. Empezamos a preparar los documentos para ir al hospital, la tarjeta del seguro popular, las credenciales, las sábanas y algo de ropa para el bebé…”, relata Juana.  

“Mi tío empezó a buscar cómo podíamos alquilar una camioneta, porque aquí no llegan las ambulancias. Mientras nos preparábamos, los dolores eran cada vez más fuertes, así que a las 3 de la mañana decidimos bajar al centro de salud donde estaban durmiendo los médicos sin fronteras, porque sabía que ahí no me iban a pedir dinero ni ningún papel. Tocamos a la puerta y el doctor nos abrió. Me examinaron y me dijeron que la dilatación estaba a 7 cm, y que era muy tarde para ir al hospital”.

“Si intentaba ir al hospital, probablemente tendría al bebé en el camino. Entonces, el doctor decidió atender el parto en el centro de salud. Fue todo muy rápido, y en una hora ya había nacido el bebé. La enfermera me ayudó mucho después del parto y me puso un suero. La mañana siguiente, los médicos se iban a ir a las doce, pero se esperaron hasta las cuatro de la tarde para darme el alta cuando ya no tenía dolores”, explica Juana, mirando a la bebe. También recuerda que, en el postparto, fueron determinantes su esposo, su mamá y su hermana.

Madre e hija están muy bien.

Ella trabaja tejiendo palma. Su esposo trabaja en el campo. La comunidad se dedica básicamente al campo. El último evento de violencia, con varios muertos fue hace un par de meses y aunque ahora los pobladores ya pueden llegar a la cabecera municipal, les resulta imposible desplazarse a otras comunidades aledañas.

Demasiado peligroso. Durante años, la comunidad no ha tenido disponible ningún médico y solo un enfermero es el que debe atender a una comunidad de alrededor de 2.400 personas.

"Espero que los médicos sigan viniendo por aquí, que nos sigan atendiendo, porque no tenemos dinero para irnos fuera. Estamos escasos de recursos, y el pasar para el hospital es muy caro. Además, si no tienes familia allí tampoco hay dónde quedarse. Estoy muy agradecida a los Médicos sin Fronteras por haberme ayudado", finaliza Juana.

MSF hemos ofrecido asistencia médica, psicológica y humanitaria en clínicas móviles a 26 comunidades del estado de Guerrero en 2018.

*El nombre de Juana es ficticio y el de la comunidad no se identifica por razones de seguridad.