Tras una agresión sexual, las primeras 72 horas son primordiales para la salud de la víctima

Tania Marín, nuestra coordinadora médica en México y Honduras, subraya las consecuencias clínicas de una violación sexual, la importancia de tratar este tema con los adolescentes, y la urgente necesidad de eliminar las barreras para reducir el impacto de la agresión en la salud de la víctima. Todos nuestros servicios son gratuitos y confidenciales.

MSF
17/04/2019

¿Por qué MSF decide enfocar su trabajo en las víctimas de violencia sexual en México y Honduras?

Se debe a la magnitud del problema en la región -subestimado en cifras oficiales-, ya que la mayoría de víctimas y supervivientes no acuden para recibir atención. Tampoco se reportan la totalidad de los casos. Asimismo, hay una brecha en la atención a las víctimas por parte de los centros públicos de salud y del tercer sector. Estas personas tienen un acceso limitado; debe ser integral.

¿En qué consiste este trabajo?

En los distintos proyectos contamos con el ‘servicio prioritario’, basado en un equipo médico, de salud mental y trabajo social para atender a víctimas y supervivientes de violencia sexual. El primero proporciona la atención para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, VIH y embarazo. Además de atender algún tipo lesión física, resultado de la agresión. El equipo de salud mental proporciona una terapia de seguimiento para la víctima y el equipo de trabajo social se encarga de responder a las necesidades de acceso, protección y otras que puedan surgir.

Los equipos de promoción de salud proporcionan información sobre qué es la violencia y el impacto de la violencia y la violencia sexual en la salud dentro de las comunidades en las que trabajamos. También proporcionamos formación sobre el tema al personal de hospitales y centros de salud en México y Honduras, y colaboramos con otras organizaciones locales y nacionales para coordinar el trabajo y la atención de las víctimas de violencia. En Honduras, MSF formamos parte del comité técnico para la elaboración del protocolo nacional de atención a víctimas de violencia sexual.

¿Cuántas víctimas de violencia sexual atendió MSF en 2018 en Reynosa, México, y Honduras?

Atendimos a 675 víctimas de violencia sexual. Desafortunadamente, debido a la poca información que existe y a las barreras físicas, sociales y culturales a las que se enfrentan las víctimas, la mayoría de estas pacientes no llegaron antes de las 72 horas.

¿Por qué es primordial recibir atención durante las primeras 72 horas?

Porque es cuando podemos prevenir los embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y VIH. Además de darle la primera atención psicológica y proporcionar apoyo social si es necesario.

¿Por qué se habla tanto de la importancia de llegar a tiempo?

Para las víctimas de violencia sexual hay un protocolo de atención, que incluye prevención de todas las enfermedades de transmisión sexual. Por ejemplo, si la persona no recibe antiretrovirales puede desarrollar VIH. Si no recibe anticoncepción de urgencia puede tener un embarazo no deseado.

También es importante mencionar que, aunque hayan pasado más de 72 horas tras la agresión, las víctimas y supervivientes deben buscar atención para recibir el tratamiento médico y psicológico que requieran, así como el apoyo social necesario.  

Los equipos multidisciplinarios de MSF no solo atienden a víctimas de violencia sexual, también proporcionan atención a víctimas de otras causas de violencia. La atención es confidencial y gratuita.

¿Por qué las víctimas no llegan a tiempo? ¿A qué barreras se enfrentan?

La violencia sexual está estigmatizada. Hemos visto muchas víctimas cuyo agresor está en casa. A menudo es un familiar o una persona cercana. El hecho de tener que mencionar que el agresor está dentro de casa puede ser una barrera, incluso porque en muchas ocasiones existe dependencia económica o problemas familiares. También porque está la falsa creencia de que para recibir atención médica se tiene que hacer una denuncia, esto no es cierto. La denuncia es un derecho y no un deber. Una víctima requiere recibir atención integral y si es su voluntad puede hacer la denuncia. Pero una no depende de la otra.

¿Cuál es la población más afectada?

Sabemos que no vemos a todas las víctimas de violencia sexual debido a dichas barreras. Entre las que vemos, la mayoría son mujeres, pero no necesariamente significa que a los hombres no sufran agresiones. Justamente por los estereotipos de género o ideas erróneas de la masculinidad, los hombres suelen no buscar atención. Los menores de edad, por ejemplo, dependen mucho de sus padres y tutores, que muchas veces no les creen o los culpabilizan.

¿Han registrado casos de adolescentes víctimas de agresión que llegan en embarazo?

Sí, en 2018, en nuestro proyecto en Tegucigalpa, el 9% de las pacientes estaban embarazadas durante la primera consulta en el ‘servicio prioritario’. Entre ellas, el 90% aseguró que su embarazo era fruto de una violación, y el 19 % era menor de edad. Sabemos que un embarazo durante la adolescencia tiene mayor riesgo de complicaciones y el binomio madre-hijo es mucho más vulnerable. Este riesgo se podría disminuir si las víctimas de violencia sexual reciben oportunamente anticoncepción de urgencia.

¿Cómo trabajan para llegar a los jóvenes?

Nuestro trabajo también es diseminar información de salud sexual y reproductiva, educar sobre sexualidad. En el proyecto de Choloma, en Honduras, estamos yendo a las escuelas para proporcionar talleres que expliquen, por ejemplo, qué es el consentimiento, los diferentes tipos de violencia, entre otros temas. Allí trabajamos con jóvenes, profesores, padres y madres. Ahora estamos implementando los servicios amigables, un modelo de cuidado diseñado para que los jóvenes soliciten información y servicios relacionados con su salud sexual y reproductiva de manera independiente.

¿Cuáles son los desafíos de este programa?

Abrir más el tema de salud sexual y reproductiva y hacer más accesibles los servicios, ya sea para información o para recibir atención médica o psicológica.