Ébola en República Democrática del Congo: “Vimos que la gente se estaba muriendo, teníamos que ayudar”

Cuando llamamos a Patient, uno de nuestros enfermeros expertos en Ébola, para que viajara al epicentro del brote, en Kivu Norte, no lo dudó. “Vámonos”, dijo.  Su relato transmite esfuerzo, dedicación y (mucho) orgullo.

MSF
17/09/2018

Patient Muhindo Kamavu es uno de nuestros cuatro enfermeros especialistas y primeros en llegar a Mangina, en Kivu Norte (República Democrática del Congo). El reto, responder al brote de Ébola declarado el 1 de agosto en colaboración con el Ministerio de Salud.

Como veterano de los dos brotes de Ébola de este año, Patient finalizó su trabajo en Mangina y se dirigió a Butembo, donde ahora prepara la respuesta ante los casos positivos diagnosticados en la ciudad, de un millón de personas.

"El 2 de agosto recibí una llamada, me dijeron que el Ébola había estallado una vez más en República Democrática del Congo y que MSF respondería a la situación. Como tengo experiencia trabajando con este enfermedad, me preguntaron si estaría dispuesto a venir. 'Claro', respondí. 'Estoy disponible. Vámonos’. En menos de 48 horas después de la llamada, estaba en un avión.

Nuestro equipo de cuatro enfermeros especialistas llegó a Beni el 4 de agosto, y esa misma tarde fuimos directos a Mangina, al centro de salud local que se encontraba en el epicentro del brote. Sabíamos que teníamos que actuar rápido. Cuando llegamos, vimos que el centro estaba abrumado. Estaban haciendo su mejor esfuerzo, pero todos los pacientes se encontraban juntos en una sala del hospital y no estaban debidamente aislados. El personal y los visitantes entraban y salían.

En el centro había contenedores y equipo médico en el mismo piso. Algunos miembros del personal sanitario estaban enfermos, y el número de pacientes aumentaba con cada día que pasaba.

Esto sería malo en una clínica normal pero, en un brote de Ébola, es muy peligroso. Sin una higiene adecuada, el personal sanitario puede infectarse fácilmente y después propagar el virus a los pacientes que visitan el centro para recibir otro tipo de tratamiento.

No podíamos simplemente esperar a que el centro de tratamiento de Ébola (CTE) estuviera terminado. La clínica estaba abrumada, la gente se moría. Regresamos a Beni, preparamos algunos materiales y volvimos al centro de salud en Mangina.

No teníamos miedo de entrar, pero estábamos un poco nerviosos. Las condiciones de trabajo no eran seguras, pero vimos que la gente se estaba muriendo: sabíamos que teníamos que ayudar.

En ese momento, el personal local solo usaba equipos de protección ligera, así que lo primero que hicimos fue darles el equipo de protección adecuado y enseñarles cómo usarlo, cómo ponerlo y cómo retirarlo.

A partir de ese momento, establecimos enseguida un circuito fijo para el personal y los pacientes del centro. Contar con los procesos y mecanismos adecuados, y la afluencia de pacientes en su lugar es algo vital cuando se trata el Ébola.

Esto ayuda a reducir el riesgo de contaminación cruzada y hace que el trabajo sea más seguro para todos.

Orden y protocolo diarios

Parte de ese proceso es establecer un orden del día. Organizamos rondas regulares para las salas y nos aseguramos de que hubiera personal presente tanto de día como de noche. También tres encargados del triaje en la entrada del hospital, a quienes les enseñamos cómo identificar a los pacientes posiblemente infectados. Los casos sospechosos deben ser aislados antes de ingresar a las salas generales para evitar que contagien al personal u a otros pacientes.

También intentamos documentar a todos las personas que han pasado por el triaje con síntomas similares al Ébola. Nos aseguramos de que los formularios con sus datos de contacto estén completos: así, los equipos que trabajan en la comunidad pueden monitorear los contactos y entender la propagación del virus.

Afortunadamente, después de unos días, llegaron los refuerzos de MSF. Pudimos centrarnos en atender a los pacientes mientras que nuestro equipo de logística y agua y saneamiento trabajaba día y noche para terminar un centro de tratamiento de Ébola. Fue increíble. Visitábamos el sitio (a unos 300 metros del centro de salud) tan solo un día después y veíamos un hospital totalmente diferente.

El día que nos mudamos al centro de tratamiento de Ébola, tuvimos a 37 pacientes y, en los días siguientes, muchos más. Pero la semana pasada hubo ocho pacientes, hace dos días cinco, y hoy, solo dos.

Cuando vemos que los pacientes salen curados, bailamos. Simplemente estamos muy felices. Me enorgullece el trabajo que hemos hecho. Ha sido difícil, pero hemos logrado buenos resultados. Mi país está lleno de personas capaces de hacer cosas increíbles. Solo necesitamos el apoyo. Comenzamos con cuatro enfermeros experimentados y ahora hemos capacitado a 44. Son los frutos de nuestro trabajo y estoy muy orgulloso de ello".