El planeta se está calentando y los impactos en la salud son imposibles de ignorar. ¿Por qué ocurre esto, quiénes están más en riesgo, y qué podemos hacer para protegernos?

Olas de calor extremo: una emergencia de salud pública

El calor extremo causa casi 500.000 muertes cada año. Sin embargo, sigue siendo una de las emergencias sanitarias más desatendidas, especialmente en las áreas ya afectadas por el desplazamiento, la falta de recursos y los sistemas de salud frágiles. Desde el agravamiento de enfermedades crónicas hasta el aumento del estrés mental y hospitales desbordados, los efectos del calor son graves y están en aumento. Las olas de calor extremo no solo son incómodas; son mortales.

¿Qué es el calor extremo?

La ola de calor extremo hace referencia a temperaturas anormalmente altas que se prolongan durante varios días, a menudo agravadas por la humedad, la contaminación del aire y el acceso limitado a métodos de enfriamiento. En las ciudades, el efecto de "isla de calor urbana" retiene más calor y empeora las condiciones.

No todo el calor es igual:

  • Calor seco: permite que el sudor se evapore, lo que facilita cierto enfriamiento.
  • Calor húmedo: impide la evaporación del sudor y reduce la capacidad del cuerpo para enfriarse.

Se utilizan herramientas como el índice WBGT (temperatura de globo y bulbo húmedo) para evaluar el riesgo, considerando la temperatura, humedad, exposición al sol y viento. Este índice refleja la sensación térmica cuando el calor y la humedad se combinan, indicando la temperatura mínima a la que el cuerpo puede enfriarse mediante el sudor.

Los períodos prolongados de calor extremo —tres o más días consecutivos con temperaturas mucho más altas de lo normal— son conocidos como olas de calor. Estos eventos, que son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, se agravan por la humedad, la contaminación y el efecto isla de calor urbana.

Las olas de calor aumentan la presión sobre el cuerpo humano, especialmente cuando la humedad dificulta la evaporación del sudor. Esto puede generar distintos trastornos relacionados con el calor:

El sarpullido por calor, también conocido como sudamina, es una de las primeras señales de estrés térmico. Provoca irritación en la piel y aparece cuando las glándulas sudoríparas se bloquean.

Los calambres por calor son espasmos musculares dolorosos causados por la pérdida de sales y líquidos. Afectan con frecuencia a quienes trabajan o se ejercitan al aire libre.

El agotamiento por calor ocurre cuando el cuerpo pierde grandes cantidades de agua y sales, lo que provoca sudoración abundante, mareos, fatiga, náuseas, irritabilidad, dolor de cabeza y debilidad. Si no se trata rápidamente —con enfriamiento y rehidratación— puede evolucionar a golpe de calor.

Es la forma más grave y potencialmente mortal. El cuerpo ya no puede regular su temperatura y deja de sudar. Los signos de alarma incluyen confusión, pérdida de conciencia, convulsiones y temperatura corporal superior a 40 °C. Es una urgencia médica que requiere atención inmediata.

"El golpe de calor es una urgencia médica. Puede ser mortal".

Descarga nuestra guía para protegerte del calor extremo

Incluye consejos para prevenir riesgos, reconocer los síntomas y cuidarte mejor durante las olas de calor

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¿Quién está más en riesgo?

El calor extremo no afecta por igual a todas las personas. Algunos grupos enfrentan mayores riesgos de enfermedades y muertes debido a su vulnerabilidad, factores sociales, ambientales o laborales que dificultan el acceso al alivio. Estos grupos son más susceptibles durante las olas de calor, que se prolongan por varios días con temperaturas anormalmente altas.

Proteger a las poblaciones vulnerables requiere una acción coordinada entre agencias de salud pública, proveedores de atención sanitaria, organizaciones y comunidades. Es fundamental garantizar el acceso a recursos y adaptar las estrategias de protección al contexto local.

Adultos mayores

Las personas mayores son más susceptibles a enfermedades relacionadas con el calor debido a los cambios fisiológicos relacionados con la edad, como la reducción de la sudoración y la mala circulación, lo que dificulta la capacidad del cuerpo para regular la temperatura. Además, es más probable que vivan solas, estén socialmente aisladas o padezcan enfermedades subyacentes como enfermedades cardíacas o hipertensión, que empeoran con el calor extremo.

Niños y niñas

Los niños y niñas, especialmente los bebés y los niños pequeños, tienen un tamaño corporal más pequeño y una tasa metabólica más alta, lo que les hace calentar más rápido que a los adultos. Además, dependen de las personas cuidadoras para mantenerse seguros e hidratados, y pueden no reconocer ni comunicar los primeros signos de estrés por calor.

Mujeres embarazadas y en lactancia

Las mujeres embarazadas están en mayor riesgo, ya que el calor puede estar relacionado con el parto prematuro, bajo peso al nacer, abortos espontáneos y muertes fetales. Las mujeres lactantes también están en riesgo de deshidratación y necesitan más líquidos para mantener su propia salud y apoyar la lactancia.

Personas con enfermedades crónicas

Las personas con afecciones de salud crónicas, como enfermedades respiratorias y cardiovasculares, diabetes y enfermedades renales, son especialmente vulnerables:

  • La diabetes puede afectar la sudoración y la termorregulación.
  • Las enfermedades renales afectan el equilibrio de líquidos y aumentan el riesgo de deshidratación.
  • Las afecciones cardíacas y pulmonares se ven empeoradas por el calor, aumentando la carga sobre los órganos vitales.
  • Los medicamentos como los diuréticos o antihipertensivos pueden deshidratar el cuerpo o afectar la regulación del calor.

Las personas con condiciones neurológicas como la demencia o el Parkinson pueden no percibir el calor o no saber cómo responder, poniéndose en peligro sin darse cuenta.

Trabajadores manuales y al aire libre

Las personas que trabajan al aire libre, como agricultores, trabajadores de la construcción, repartidores y vendedores ambulantes, suelen estar expuestas a altas temperaturas durante largas horas, con acceso limitado a la sombra, el agua o el descanso. El esfuerzo físico en estas condiciones aumenta considerablemente el riesgo de agotamiento y golpe de calor.

"Los trabajadores al aire libre están extremadamente expuestos durante los periodos de calor extremo. Muchos de ellos pasan largas horas bajo la luz solar directa, realizando trabajos físicamente exigentes, a menudo sin acceso adecuado a sombra, agua o descanso. Por eso, cualquier respuesta al calor debe tener en cuenta las realidades que enfrentan los trabajadores al aire libre e incluir estrategias específicas y apropiadas al contexto para protegerlos".
— Dr. Aina Barceló, asesora climática, Médicos Sin Fronteras

Personas desplazadas y en situaciones de bajos ingresos

Las personas que viven en refugios superpoblados, campos de refugiados o asentamientos informales a menudo carecen de acceso a ventiladores, sistemas de enfriamiento, agua potable o atención médica, lo que hace más difícil prevenir o tratar las enfermedades relacionadas con el calor. Las mujeres y los niños y niñas en estos entornos también pueden enfrentar barreras adicionales para la protección, la atención o la movilidad.

  • Equipos de MSF atendiendo a refugiados durante una ola de calor en el centro de Malí

"El calor aumenta las desigualdades que ya vemos, y exige una respuesta que ponga a los más vulnerables en el centro".

— Dr. Aina Barceló, asesora climática

Consejos para mantenerse seguro durante las olas de calor

Siguiendo estos consejos, puedes protegerte a ti mismo y a los demás de los efectos adversos de las olas de calor y mantenerte seguro y cómodo durante los períodos de calor extremo.

Mantente hidratado

  • Bebe mucha agua durante el día, incluso si no sientes sed. Apunta a consumir al menos 8 a 10 vasos de agua diarios, y más si realizas actividad física o sudas mucho. Siempre lleva tu botella de agua cuando salgas.
  • Evita las bebidas alcohólicas, las bebidas con cafeína y las bebidas azucaradas, ya que pueden aumentar la deshidratación. Opta por agua, bebidas deportivas ricas en electrolitos o agua de coco para reponer los líquidos y electrolitos perdidos.
  • Monitorea el color de tu orina: la orina amarilla pálida indica una hidratación adecuada, mientras que la orina más oscura puede señalar deshidratación. Si tu orina es oscura, aumenta tu ingesta de líquidos.

Mantente fresco

  • Busca ambientes frescos, como edificios o centros comunitarios con buena ventilación o circulación de aire, especialmente durante las partes más calurosas del día.
  • Usa ventiladores para bajar las temperaturas interiores y promover la circulación del aire. Toma duchas o baños fríos o utiliza toallas húmedas para refrescar tu piel.
  • Cierra las persianas o cortinas durante el día para bloquear la luz solar directa y mantener más frescos los espacios interiores. Considera la posibilidad de utilizar revestimientos reflectantes en las ventanas o cortinas aislantes para reducir la ganancia de calor.

Vístete adecuadamente

  • Usa ropa ligera y holgada hecha de telas transpirables como algodón o lino. La ropa de colores claros refleja la luz solar y ayuda a mantener tu cuerpo fresco.
  • Elige ropa que absorba la humedad, diseñada para actividades al aire libre, que ayude a alejar el sudor de tu piel y favorezca la evaporación, manteniéndote más fresco y cómodo.
  • Protege tu cabeza y cara con un sombrero de ala ancha o una gorra para sombrear tu rostro del sol directo. Las gafas de sol con protección UV también pueden ayudar a proteger tus ojos de los dañinos rayos ultravioleta.

Limita las actividades al aire libre

  • Reduce al mínimo las actividades al aire libre, especialmente el ejercicio intenso y el trabajo físico, durante las horas más calurosas del día, normalmente entre las 10:00 y las 16:00. Si tienes que estar al aire libre, intenta programar las actividades para primera hora de la mañana o última hora de la tarde, cuando las temperaturas son más frescas.
  • Toma descansos frecuentes en áreas sombreadas o frescas para descansar y enfriarte. Escucha a tu cuerpo y dosifica tus esfuerzos para evitar el sobrecalentamiento y la fatiga.
  • Usa protector solar con un alto factor de protección solar (FPS) y reaplícalo regularmente, especialmente si vas a pasar largos períodos al aire libre. Las quemaduras solares pueden aumentar la temperatura del cuerpo y aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas con el calor.
  • Si notas un deterioro significativo de tu salud durante una ola de calor, busca ayuda médica de inmediato en el centro de salud más cercano.

Prepárate ante emergencias

Prepara un kit de emergencia. Reúne un kit de emergencia con suministros esenciales para ayudarte a hacer frente a las olas de calor y posibles cortes de energía. Tu kit de emergencia debe incluir:

  • Agua abundante: almacena al menos un galón de agua por persona al día para beber y para necesidades de higiene. Considera almacenar agua adicional para tus mascotas.
  • Alimentos no perecederos: abastécete de alimentos nutritivos y fáciles de preparar que requieran poca o ninguna cocción, como conservas, barritas de cereales, frutos secos y nueces.
  • Suministros de primeros auxilios: incluye artículos como vendas, toallitas antisépticas, protector solar, repelente de insectos y cualquier medicamento necesario, como medicamentos para personas con enfermedades crónicas que tomen medicación diaria, ya que tienen un mayor riesgo de complicaciones y muerte durante las olas de calor.
  • Ventiladores portátiles o ventiladores a batería: usa ventiladores para mejorar la circulación del aire y enfriar los espacios interiores durante los cortes de energía.
  • Linternas o lámparas a batería: asegúrate de tener suficiente iluminación en caso de fallos eléctricos o emergencias nocturnas.
  • Artículos de higiene personal: empaca artículos de tocador, productos de higiene y suministros sanitarios para mantener la limpieza y comodidad durante periodos prolongados sin electricidad ni agua corriente.
  • Contactos de emergencia: guarda en tu botiquín de emergencia una lista de números de teléfono importantes, incluidos los de los servicios de emergencia locales, proveedores de asistencia sanitaria y compañías de servicios públicos.

Al estar preparado y actuar con antelación, puedes minimizar los riesgos asociados con las olas de calor y garantizar la seguridad y el bienestar de ti mismo y de tus seres queridos durante los eventos de calor extremo.

La presión sobre los sistemas de salud durante el calor extremo

Los eventos de calor extremo, particularmente las olas de calor, ejercen una presión significativa sobre los sistemas de salud de todo el mundo, pero el impacto es más grave en los entornos con pocos recursos o afectados por crisis donde Médicos Sin Fronteras opera.

En estas áreas, la infraestructura de salud a menudo ya está sobrecargada debido a conflictos, desplazamientos, brotes o una financiación crónica insuficiente. Cuando llega una ola de calor, la presión aumenta.

Los desafíos clave incluyen:

  • Un aumento en los pacientes que sufren de deshidratación, agotamiento por calor y golpe de calor, todos los cuales requieren atención urgente, a menudo en clínicas que ya operan a plena capacidad.
  • Escasez crítica de agua, que compromete desde la hidratación hasta el control de infecciones y la higiene. El agua también es esencial para los sistemas de enfriamiento y la preparación de soluciones de rehidratación oral e intravenosa.
  • Fallos en los equipos, ya que las temperaturas extremas provocan el mal funcionamiento o la paralización de generadores, ventiladores, concentradores de oxígeno y sistemas de refrigeración (para vacunas o medicamentos).
  • Cortes de energía, que pueden interrumpir la atención a los pacientes, afectar las comunicaciones y poner en peligro la cadena de frío para los medicamentos que salvan vidas.
  • Muertes relacionadas con los viajes, donde las personas se desploman o mueren antes de llegar a la instalación sanitaria más cercana, especialmente en áreas rurales o afectadas por conflictos.

En Sudán del Sur, nuestras carpas hospitalarias alcanzaron más de 50°C. El calor causó fallos en los sistemas de oxígeno, poniendo a los pacientes críticos en un peligro aún mayor.

Al mismo tiempo, los propios trabajadores sanitarios se ven afectados: a menudo trabajan largas horas en condiciones asfixiantes, llevan equipos de protección individual (EPI) y se ocupan de un número creciente de casos bajo un peligroso estrés térmico.

  • Olas de calor, cólera y desplazamientos en una región atrapada por la crisis

Por qué las respuestas estándar al calor no siempre funcionan

En lugares como Europa o América del Norte, las estrategias comunes de adaptación al calor incluyen el acceso a aire acondicionado, centros de enfriamiento públicos, redes de atención sanitaria robustas y sistemas de alerta temprana. Pero estas soluciones no siempre funcionan en los contextos donde trabajamos, por diversas razones, como:

  • Las comunidades pueden carecer de acceso a electricidad o agua potable.
  • Las personas viven en refugios temporales o campamentos superpoblados.
  • Los sistemas de salud enfrentan escasez de recursos y disrupciones en la cadena de suministros.
  • Problemas subyacentes como la desnutrición, el conflicto o las enfermedades crónicas empeoran el impacto del calor.

"Las soluciones que funcionan en Europa o América del Norte no se aplican en los entornos en los que operamos. En muchos de los lugares donde Médicos Sin Fronteras opera, ya sea en zonas de conflicto, campos de refugiados o áreas con infraestructura limitada, las personas no tienen acceso a cosas básicas como agua limpia, electricidad o refugios sólidos. Así que decirles a las personas que 'se queden dentro con aire acondicionado' o 'vayan a un centro de enfriamiento' simplemente no es realista. Las comunidades a las que servimos enfrentan múltiples desafíos superpuestos, como desplazamiento, pobreza y enfermedades, y cualquier estrategia para abordar el calor extremo debe adaptarse a estas realidades complejas."

Dr. Aina Barceló, Asesora Climática, Médicos Sin Fronteras

Adaptación de soluciones a través de la investigación operativa

En Médicos Sin Fronteras estamos invirtiendo en investigación operativa para diseñar estrategias prácticas y relevantes localmente para hacer frente al calor extremo. Esto incluye:

  • Estudiar cómo el calor afecta a las poblaciones desplazadas, pacientes con enfermedades crónicas y la prestación de servicios de salud.
  • Identificar soluciones de bajo costo y baja tecnología para enfriar refugios, proteger medicamentos y salvaguardar al personal y los pacientes.
  • Desarrollar sistemas de alerta temprana y respuesta que reflejen las limitaciones del mundo real en zonas de crisis.

La investigación operativa nos ayuda a comprender lo que funciona -y lo que no- en los entornos reales donde las personas se enfrentan a los mayores riesgos.

¿Qué hacemos Médicos Sin Fronteras para prepararnos para un mundo más caluroso?

En Médicos Sin Fronteras, estamos adaptando nuestras operaciones a las nuevas realidades de un planeta que se calienta, reconociendo que el calor extremo no es una amenaza aislada, sino parte de un patrón más amplio de emergencias relacionadas con el clima, incluyendo inundaciones, sequías e incendios forestales.

Nuestros esfuerzos incluyen:

  • Brindar atención médica de primera línea durante las olas de calor y emergencias ambientales.
  • Apoyar a clínicas y hospitales bajo presión, incluyendo equipos móviles, suministros e infraestructura.
  • Promover mensajes de salud pública sobre la preparación para el calor y la hidratación en comunidades vulnerables.
  • Integrar el riesgo climático en los planes de respuesta a emergencias.
  • Abogar por una acción climática más fuerte y por la equidad, especialmente para aquellos que menos responsables son de la crisis.
  • Apoyo de emergencia de MSF a personas afectadas por olas de calor y violencia en la RDC