En Bujumbura, las víctimas de accidentes de tráfico se recuperan de forma gratuita

Nuestro centro de traumatología en la capital de Burundi recibe una media de 2.000 pacientes al mes. Aquí, ofrecemos además rehabilitación y apoyo psicosocial, a la vez que trabajamos por eliminar las barreras económicas.

MSF
25/09/2019

Es una mañana radiante de agosto en el hospital Bwiza Jabe en Bujumbura, la ciudad principal de Burundi. Un carpintero de 20 años del barrio Bwiza llega con un corte en la frente provocado por una piedra filosa. Un profesional de enfermería local le provee primeros auxilios supervisado por nuestro enfermero Alain Muluvia.

“Este paciente recibió el golpe de una piedra arrojada desde un coche que iba a alta velocidad”, dice Alain. “Le dimos primeros auxilios, pero necesita suturas internas y externas. Dada la gravedad de la lesión, lo transferiremos a L'Arche de Kigobe”.

2.000 pacientes al mes

L'Arche de Kigobe es un centro médico que establecimos durante la crisis que sacudió Burundi en 2015 para tratar a pacientes con heridas causadas por la violencia.

El año siguiente, debido a la disminución de dichos casos, decidimos tratar también a personas con lesiones por accidentes. El número de pacientes ascendió así de 200 a casi 2.000 al mes.

En la actualidad, el centro brinda asistencia sobre todo a víctimas de accidentes de tráfico, así como a personas con quemaduras y a supervivientes de violencia sexual.

“Nuestros pacientes vienen de todo el país”, comenta Vincent Onclinx, coordinador de nuestro proyecto. “Actualmente, el 90% son víctimas de accidentes, sobre todo de tráfico. El año pasado, atendimos 22.400 consultas de  urgencia y realizamos más de 4.000 cirugías, que equivalen a casi 11 por día”.

Dado que cada vez más pacientes necesitan atención, en junio de 2019, decidimos centrarnos en los casos de lesiones con traumatismos complicados y enviar a los pacientes con lesiones menores a dos hospitales cercanos con los que colaboramos –Kamenge y Bwiza Jabe– y a dos centros de salud –Buterere II y Ngagara–. Cubrimos el coste de la atención de los pacientes y, a su vez, proveemos capacitación y apoyo al personal de salud.

Eliminar las barreras económicas

En el municipio de Bwiza, Bujumbura, nuestra promotora de salud Nicole Niyoyankunze está con un megáfono en mano frente a un grupo numeroso de gente. Muchas de las personas que viven y trabajan allí son carpinteros, una profesión en la que las lesiones relacionadas con el trabajo son frecuentes. Nicole está dando una sesión grupal informativa: explica a los asistentes qué hacer si se lesionan y dónde pueden recibir tratamiento gratis.

“En los centros de salud que dirigimos y apoyamos, los pacientes no tienen que pagar los gastos del tratamiento”, explica Nicole. “Es un beneficio muy importante porque los gastos pueden constituir un impedimento importante para recibir atención”.

Abdul Karim, pescador, fue atropellado por un coche cuando cruzaba la calle. Lo trasladaron a L’Arche de Kigobe, donde los médicos le operaron el brazo. Dos semanas después, está recuperándose en uno de los pabellones.

“Cuando me desperté en L'Arche ese día, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí”, comenta Abdul Karim. “Luego, empecé a recordar imágenes de lo que había pasado: recuerdo ver un coche cuando estaba cruzando la calle para vender el pescado”.

Los recuerdos del accidente de Abdul Karim pueden ser vagos, pero sabe con certeza que, sin tratamiento gratis, nunca hubiera podido pagar la cirugía para que le curaran el brazo fracturado. “Tuve mucha suerte de que me trajeran aquí”, afirma. “Los médicos me operaron y me atendieron como si tuviera dinero para pagarles. Soy solo un pescador... ¿Dónde hubiera podido conseguir el dinero para pagar todo esto?”.

Las 68 camas de L’Arche de Kigobe siempre están ocupadas, y el personal del centro, 240 profesionales burundeses y 12 profesionales internacionales, siempre está trabajando. Además de llevar a cabo cirugías de urgencia y cirugías ortopédicas, nuestros equipos proveen apoyo psicosocial y de fisioterapia para ayudar a los pacientes a ocuparse de sus lesiones, tanto físicas como psicológicas. El objetivo es que, tras irse del hospital, tengan las aptitudes necesarias para continuar con su vida.

Se oyen risas y aplausos por el pasillo principal del centro. En la “sala de reeducación”, Amina, de 7 años, recibe su primera sesión de rehabilitación después de haber pasado un mes enyesada por una fractura doble en la pierna. Su padre observa, encantado de ver a su hija aprender a caminar otra vez.