El desplazamiento forzado y las crecientes necesidades humanitarias en medio de la anexión en curso son la dura realidad en el norte de Cisjordania, donde presenciamos no solo una emergencia humanitaria, sino una crisis “prolongada intencionalmente y que empeora día a día”, explica nuestra compañera y coordinadora en Yenín y Tulkarem. Hacemos un llamamiento para poner fin a las operaciones militares israelíes y al uso letal de la fuerza que está causando muertes y lesiones, y para que las comunidades desplazadas puedan regresar con seguridad y dignidad.

MSF
02/07/2025

Más de 40.000 personas en el norte de Cisjordania continúan desplazadas por la fuerza, sin acceso a sus hogares y con un acceso muy limitado a servicios básicos y atención médica, cinco meses después del inicio de la operación militar israelí Iron Wall (Muro de Hierro, en inglés). Esta campaña militar a gran escala ha implicado incursiones y violentos desalojos por parte de las fuerzas israelíes en campos de refugiados consolidados del norte de Cisjordania. Médicos Sin Fronteras (MSF) advertimos que la población enfrenta un deterioro de sus condiciones de vida y salud, ya que las fuerzas israelíes siguen causando destrucción generalizada y ocupan los campos de refugiados de Yenín, Tulkarem y Nur Shams, impidiendo el regreso de sus habitantes y bloqueando el acceso.

“Después de cinco meses, la operación militar continúa. Los campos permanecen sellados, con soldados israelíes impidiendo activamente el ingreso. Las familias siguen en el limbo y nos preocupa que las necesidades humanitarias sigan aumentando”, afirma Simona Onidi, coordinadora de nuestro proyecto en Yenín y Tulkarem.

Para marcar este sombrío hito, publicamos una nueva nota de incidencia titulada ‘Cinco meses bajo el Muro de Hierro’, que resalta el coste humano del prolongado desplazamiento en Cisjordania. El informe se basa en nuestra presencia en el lugar, datos operativos y casi 300 entrevistas realizadas a mediados de mayo en 17 localidades donde trabajamos en el norte de Cisjordania, con refugiados desplazados forzosamente de los tres campos.

Los hallazgos muestran que las comunidades afectadas por el desplazamiento enfrentan una creciente inestabilidad y necesidades no cubiertas, como el acceso a la atención médica, alimentos y agua potable. Casi la mitad de las personas entrevistadas han sido desplazadas tres o más veces en cuatro meses, y casi tres de cada cuatro no están seguras de poder quedarse donde se encuentran actualmente. Más de un tercio afirma sentirse inseguro en su actual lugar de residencia. Las necesidades de salud mental también están aumentando, especialmente entre mujeres y niños, debido al desplazamiento repetido, la incertidumbre y la violencia vivida.

Vivimos en un estado constante de miedo. Las fuerzas israelíes patrullan con frecuencia la zona donde me estoy quedando. Mi familia y yo tenemos siempre las maletas listas, por si nos vemos obligados a huir de nuevo”, explica una mujer desplazada del campo de refugiados de Nur Shams.

Nuestros hallazgos también revelan un patrón preocupante de violencia y obstrucción contra los residentes desplazados que intentan regresar a sus hogares en los campos. Se han reportado más de 100 incidentes de violencia indiscriminada, incluyendo tiroteos, agresiones y detenciones, que afectan a personas de todas las edades y géneros. Algunas familias encontraron sus hogares quemados, saqueados u ocupados; otras recibieron amenazas explícitas para no volver jamás. Los retornos están severamente restringidos, con acceso denegado por completo o permitido solo por tiempo limitado.

“Cuando regresé a mi casa en el campo, había sido incendiada y mi vecino había sido asesinado”, relata un hombre desplazado del campo de refugiados de Tulkarem.

Una de cada tres personas no pudo consultar a un médico cuando lo necesitaba, principalmente debido al coste, la distancia o la falta de transporte. Casi la mitad reporta un acceso inconsistente a alimentos y agua, y el 35% de las personas con enfermedades crónicas no puede acceder regularmente a su medicación.

En respuesta a esta crisis en desarrollo, hemos creado equipos médicos móviles que operan en más de 40 sitios públicos, refugios para desplazados en Yenín y Tulkarem, y centros de salud gestionados por el Ministerio de Salud, ofreciendo atención médica básica, apoyo en salud mental y actividades de promoción de la salud.

La operación militar ‘Muro de Hierro’ no es ni el comienzo ni el fin de la violencia que sufre la población palestina en Cisjordania. Esta última escalada se suma a una situación ya grave que ha venido deteriorándose, especialmente desde octubre de 2023. Como muestra nuestro informe de febrero de 2025 ‘Infligir daño y negar atención’, Cisjordania ha sido durante mucho tiempo escenario de violaciones sistemáticas contra civiles y organizaciones médicas, y la crisis humanitaria actual en las gobernaciones del norte no puede entenderse sin el contexto más amplio de medidas coercitivas, violencia y anexión.

“Lo que estamos viendo en el norte de Cisjordania no es solo una emergencia humanitaria; es una crisis provocada por el hombre, prolongada intencionalmente y que empeora día a día”, afirma Simona Onidi. “La ayuda humanitaria es insuficiente e inconsistente, y las organizaciones deben intensificar su respuesta para proporcionar refugio, atención médica, apoyo en salud mental y protección. También hacemos un llamamiento para poner fin a las operaciones militares israelíes y al uso letal de la fuerza que está causando muertes y lesiones, y para que las comunidades desplazadas puedan regresar con seguridad y dignidad”.