Cordillera, Colombia: siempre que hay vida hay esperanza
Ingris Pérez, trabajadora social MSF en el proyecto Cauca Cordillera nos cuenta la historia de Ana.

Ana es una mujer mayor, tiene 75 años de edad es una mujer que en el transcurso de su vida ha enfrentado situaciones difíciles y que han opacado el vivir para ella, cuando recibe la atención en salud mental a través de la estrategia casa a casa, es allí donde empieza una nueva luz para ella.
Cuando Ana me recibe en su casa, me encuentro con una mujer que refleja dolor, tristeza y de muy pocas palabras, Ana empieza a contarme su historia, todo lo que le ha pasado, durante años guardó ese dolor, rabia e impotencia que sentía por haber perdido a sus hijos, porque se los habían matado y como ella decía lo peor es saber quiénes fueron y no poder hacer nada, es allí donde expresa estas palabras que el conflicto le robo parte de su corazón y que dejó un dolor muy grande en ella.
La primera atención la recibió por consejería y se sintió muy aliviada por haber sacado ese dolor que no la dejaba vivir, después de esto, accede a la atención por parte de nuestra psicóloga y empieza las sesiones terapéuticas, durante todo su proceso fue muy comprometida, se notaba las ganas de salir adelante, era muy puntual en sus consultas y siempre que iba tenía una sonrisa y un abrazo para compartir.
Ahora Ana puede contar la historia sin sentir, rabia u odio por esa situación para ella ahora lo más importante es recordar a sus hijos y rescatar todo lo que pudo disfrutar con ellos, realiza actividades que le ayuda a mantenerse activa y que le ayudan cuando se siente aburrida como ella dice, actividades como cuidar a sus gaticos, tejer y realizar unos tejidos muy hermosos, su semblante ha cambiado mucho tiene una sonrisa en su rostro y lo que manifiesta es que mientras haya vida hay esperanza y que lo que le queda de vida quiere sentirse feliz.