Cordillera, Colombia: siempre que hay vida hay esperanza

Ingris Pérez, trabajadora social MSF en el proyecto Cauca Cordillera nos cuenta la historia de Ana.

MSF
05/07/2016

Ana es una mujer mayor, tiene 75 años de edad es una mujer que en el transcurso de su vida ha enfrentado situaciones difíciles  y que han opacado el vivir para ella, cuando recibe la atención en salud mental a través de la estrategia casa a casa, es allí donde empieza una nueva luz para ella.

 Cuando Ana me recibe en su casa, me encuentro con  una mujer que refleja dolor, tristeza y de muy pocas palabras, Ana empieza a contarme su historia, todo lo que le ha pasado, durante años guardó ese dolor, rabia e impotencia que sentía por haber perdido a sus hijos, porque se los habían matado y como ella decía lo peor es saber quiénes fueron y no poder hacer nada, es allí donde expresa estas palabras que el conflicto le robo parte de su corazón y que dejó un dolor muy grande en ella.  

La primera atención la recibió por consejería y se sintió muy aliviada por haber sacado ese dolor que no la dejaba vivir, después de esto, accede a la atención por parte de nuestra psicóloga y empieza las sesiones terapéuticas, durante todo su proceso fue muy comprometida, se notaba las ganas de salir adelante, era muy puntual en sus consultas y siempre que iba tenía una sonrisa y un abrazo para compartir.

Ahora Ana puede contar la historia sin sentir, rabia u odio por esa situación para ella ahora lo más importante es recordar a sus hijos y rescatar todo lo que pudo disfrutar con ellos, realiza actividades que le ayuda a mantenerse activa y que le ayudan cuando se siente aburrida como ella dice, actividades como cuidar a sus gaticos, tejer y realizar unos tejidos muy hermosos, su semblante ha cambiado mucho tiene una sonrisa en su rostro y lo que manifiesta es que mientras haya vida hay esperanza y que lo que le queda de vida quiere sentirse feliz.    

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