En Tulkarem, enseñamos a las y los residentes a cuidar heridas, aplicar torniquetes y brindar primeros auxilios básicos a integrantes de sus familias y vecinos hasta que puedan acceder a la atención médica durante las frecuentes incursiones militares de las fuerzas israelíes. Aquí los bombardeos y los disparos son constantes y van en aumento.
Es una mañana soleada en el campo para personas refugiadas de Nur Shams, en Tulkarem, Cisjordania. Más de 20 mujeres están en una sala preparada por nuestro personal. Sentadas en círculo, charlan mientras toman un café árabe. En el centro de la sala hay una mesa con gasas, torniquetes y gráficos que explican el flujo sanguíneo en el cuerpo humano. Se trata de un entrenamiento que realizamos para ‘detener la hemorragia’ (‘Stop The Bleed’ en inglés).
La mayoría de las mujeres reunidas en esta sala tienen poca o ninguna formación médica, pero las heridas de trauma y las hemorragias graves no son algo nuevo para ellas. Están aquí para aprender a cuidar esas heridas, aplicar torniquetes y brindar primeros auxilios básicos a integrantes de sus familias y vecinos hasta que puedan acceder a la atención médica durante las frecuentes incursiones militares de las fuerzas israelíes.
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Una enfermera y un traductor de MSF imparten una sesión de formación sobre "Detener la hemorragia" en el campo de refugiados de Nur Shams, en Tulkarem. © Oday Alshobaki/MSF
“Sufrimos incursiones, bombardeos y heridas por disparos”, dice Saeda Ahmad, una participante en la capacitación del campo de Nur Shams. “A menudo tenemos a una persona herida justo delante de nosotras. En estas situaciones, es importante que tengamos los conocimientos y la experiencia necesaria para administrar los primeros auxilios de forma adecuada. Durante las redadas, es extremadamente difícil que las ambulancias lleguen al lugar de los hechos. Por eso, quienes estamos en el campo debemos tener conocimientos de primeros auxilios para poder ayudar a la persona herida”.
Aquí, las incursiones militares de las fuerzas israelíes son cada vez más frecuentes y los bloqueos para acceder a la atención médica forman parte del modus operandi. Las carreteras están bloqueadas, las ambulancias no pueden circular, los trabajadores sanitarios son acosados y atacados o se les impide de algún modo llegar a los hospitales, y las personas heridas a menudo no pueden llegar a ellos.
Las incursiones de las fuerzas israelíes también están aumentando en violencia e intensidad. El 3 de octubre de 2024, 18 personas murieron en un ataque aéreo contra el campo para personas refugiadas de Tulkarem.
El uso de ataques con drones, ataques aéreos y otros bombardeos por parte de las fuerzas israelíes, a menudo en zonas densamente pobladas y campos de personas refugiadas, se ha vuelto cada vez más común. Las incursiones también están aumentando en duración, y no solo en este lugar. El pasado agosto, en Jenín, al norte de Tulkarem, la fuerza israelí lanzó una incursión militar a gran escala que duró nueve días.
En este contexto de violencia e inseguridad constantes, los habitantes de los campos han hablado con nuestro personal de salud mental sobre el profundo impacto psicológico de estas incursiones. Las incursiones militares de las fuerzas israelíes transforman sus vidas, privándolas de la normalidad y de cualquier sensación de seguridad.
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Una enfermera y una traductora de MSF imparten una sesión de formación sobre "Detener la hemorragia" en el campo de refugiados de Nur Shams, en Tulkarem. © Oday Alshobaki/MSF
Las personas siempre están sufriendo las consecuencias de la última incursión, reconstruyendo calles y casas destruidas, mientras aguanta la respiración hasta la siguiente incursión militar. MSF también estamos proporcionando primeros auxilios psicológicos a los residentes del campo para abordar los importantes problemas de salud mental derivados del impacto de estas incursiones, que afectan a todos los residentes, pero especialmente a los niños y niñas.
“La situación es muy difícil. Los niños en los campos tienen miedo de ir a la escuela porque temen que haya una redada mientras están allí”, explica un educador de salud comunitaria de MSF en Tulkarem. “En su vida familiar, la estabilidad ha desaparecido. La gente sigue nerviosa. Los niños han dejado de jugar en los callejones. Pasan la mayor parte del tiempo en casa y no pueden salir. Ni siquiera pueden salir a comprar lo que necesitan porque sus padres no les dejan por miedo a que pueda ocurrir una redada o un incidente mientras están fuera. Hay niños cuyo tiempo de juego se ha centrado en la violencia que han vivido”.
En un contexto de miedo e inseguridad, resulta imposible para la gente llevar una vida normal o planificar el futuro. Las capacitaciones sobre cómo ‘detener la hemorragia’ pueden brindar cierta sensación de control sobre la situación, al dar a las personas las herramientas para actuar en caso de emergencia médica durante una incursión, pero su mera existencia pone de relieve la gravedad de la situación en Cisjordania.
En esta sala, mientras los participantes practican cómo envolverse los brazos con gasa, también se revelan las heridas emocionales. Los participantes comparten historias de la violencia que han vivido, en conversaciones, historias y fotos de familiares asesinados en la pantalla de bloqueo de un teléfono.
Las heridas psicológicas también son profundas y curarlas lleva más tiempo que lo que tarda aplicar presión o apretar un torniquete.
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