¿Qué sucede cuando la violencia, la huida forzosa, y los ataques se entremezclan con el VIH/sida? Es la realidad de María, quien descubrió que tenía VIH hace cuatro años, periodo durante el cual tuvo que huir de su localidad, en Mozambique, tras ser atacada. Con la huida y los cambios de hogar, la medicación se fue acabando… hasta que le hablaron de nuestra clínica en Nanga. “Me tomo la medicación muy en serio, vengo una vez al mes”.
Maria, 43 años, agricultora, Macomia, en Mozambique
"Descubrí que tenía VIH en 2019, cuando estaba embarazada de mi cuarta y última hija, Yolanda. Tenía mucho miedo de que ella también contrajera el VIH. Me alivió haber llegado a tiempo para prevenir la transmisión del VIH a ella. Ahora tiene cuatro años, está sana y se encuentra muy bien.
En mayo de 2020, tuvimos que huir de Macomia cuando la ciudad fue atacada. Hui con mi hija Yolanda, mi marido y mis otros tres hijos huyeron en distintas direcciones. Nos separamos unos de otros. Yolanda y yo permanecimos escondidas en el monte durante tres días. Bebimos agua del río y conseguimos comida de algunas personas que encontramos por el camino. Habíamos salido con prisas, yo no llevaba nada conmigo, solo a Yolanda y la ropa que llevábamos puesta. Tampoco llevaba mi medicación contra el VIH. Tenía mucho miedo, oía disparos cerca. Pero después de tres días escondida, pude volver a nuestra casa en Macomia para buscar a mi familia y recoger algunas cosas: algo de ropa, un poco de comida y, por supuesto, mi medicación para el VIH. Entonces nuestra familia huyó a Chiure.
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María Atonio, agricultora de 43 años de Macomia, vuelve a casa tras visitar la clínica de MSF en Nanga para recibir tratamiento antirretroviral y tener una cita médica con el responsable clínico de MSF para hacer un seguimiento de su salud. © MSF/Martim Gray Pereira
Cuando llegamos a Chiure, solo me quedaba medicación para una semana. Por suerte, conocí a alguien que tenía el VIH y me ayudó a acceder al hospital para conseguir nuevos medicamentos. Durante los dos años que estuve desplazada en Chiure, siempre tuve acceso a medicación y a pruebas regulares en Chiure. Pero en junio de 2022, Chiure también fue atacada.
Algunas personas estaban regresando a Macomia y decidimos unirnos a ellos. Pero seguimos teniendo miedo de la violencia. Solo cultivamos en pequeñas parcelas cerca de la ciudad principal de Macomia. No nos atrevemos a ir a lugares más alejados, donde las parcelas son más grandes y la tierra más fértil. Es demasiado peligroso. En mayo de este año mataron a mi marido, que tenía 48 años. Era pescador. Salió a pescar y fue decapitado durante un ataque de los grupos armados.
Cuando llegamos aquí, solo tenía medicación para dos días. Por suerte, conocí a un promotor de salud de MSF, Domingos, y le dije que me había quedado sin medicamentos para el VIH. Me dijo que fuera a la clínica de MSF en Nanga. Desde junio de 2022, vengo a esta clínica a recoger mi medicación. Suelo venir una vez al mes, y los servicios son bastante buenos: el personal es muy amable y nos hace sentir bienvenidos y cómodos. Me tomo la medicación muy en serio: una pastilla cada mañana. Me siento bien y fuerte, y casi todos los días trabajo en mis campos".
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