Es vital y urgente obligar a Israel a cesar inmediatamente su política de destrucción de todo rastro de vida en la Franja.

Por Caroline Seguin, responsable de emergencias de MSF en Gaza

El 26 de mayo, fuerzas israelís mataron al menos a 49 palestinos en una serie de ataques aéreos contra un campo de desplazados en el área de Tal Al Sultan, en Rafah. Ese día, más de 180 heridos fueron trasladados a un punto de estabilización cercano que contaba con el apoyo de Médicos Sin Fronteras (MSF), y que, a día de hoy, ya está inoperativo. Las explosiones llegaron a producirse a menos de 100 metros del centro médico y nuestros pacientes y trabajadores, junto con un centenar de personas que buscaban refugio allí, se quedaron horas atrapados hasta que finalmente pudieron ser evacuados.

Dos días después, Israel bombardeó un campo de desplazados en Al Mawasi, al oeste de Rafah, matando al menos a 21 palestinos y dejando 64 heridos más. Ambas masacres se produjeron pocos días después de que el 24 de mayo la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenara a Israel detener "inmediatamente" su ofensiva militar en Rafah, en aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

  • Destrucción en Jan Yunis

Nuestro punto de estabilización funcionaba las 24 horas del día y estaba situado justo al lado de donde se produjeron los ataques aéreos israelís. Decenas de personas con heridas muy graves llegaron en un corto espacio de tiempo. La mayoría presentaban heridas de metralla, diversos tipos de fracturas y extensas áreas de su cuerpo quemadas. También recibimos a 28 personas que ya estaban muertas al llegar al punto de estabilización o que fallecieron a causa de sus heridas poco después. Los equipos trabajaron durante toda la noche para estabilizar a los pacientes y trasladarlos a centros sanitarios situados más al oeste, cerca de Al Mawasi.

Entre las víctimas había mujeres y niños. Se trata de civiles que, una vez más, resultan heridos y muertos por los bombardeos israelíes sobre zonas densamente pobladas. En Gaza, hoy en día, hay familias enteras, a menudo compuestas por varias docenas de personas, que duermen juntos en precarias tiendas de campaña y que viven en condiciones extremadamente difíciles.

Este ataque ilustra una vez más el total desprecio de las fuerzas israelís por la vida de los palestinos. No olvidemos que la zona donde se produjeron los ataques aéreos es un campo de desplazados y los civiles que allí se encontraban no habían recibido ninguna orden de evacuación. Puede parecer repetitivo, porque llevamos diciendo lo mismo desde octubre, pero no hay otra manera de expresarlo: en Gaza no hay ningún lugar seguro para los civiles. Israel muestra, una y otra vez, un total desprecio por sus vidas.

Más de 1,3 millones de palestinos se habían refugiado en Rafah, relativamente alejados, durante algún tiempo, de los combates terrestres, que no de los ocasionales bombardeos. La gran mayoría de ellos habían sido desplazados por la fuerza en múltiples ocasiones, y, a pesar de las circunstancias y de las duras condiciones de vida, habían encontrado una relativa calma en estos campos improvisados. Sin embargo, desde que el 6 de mayo comenzó la ofensiva sobre la ciudad de Rafah y sus alrededores, más de 900.000 personas han huido de allí; desplazados a la fuerza por enésima vez, esta vez a Al Mawasi, una franja de arena a lo largo de la costa mediterránea, a Deir al Balah y a Jan Yunis.

El ejército israelí sigue empujando inexorablemente a los gazatís hacia zonas que declara seguras, pero que en realidad están permanentemente expuestas a bombardeos y combates. El 16 de mayo, las fuerzas israelís ordenaron la evacuación del 78% de la Franja de Gaza. Los palestinos de Gaza están ahora atrapados en los combates y hacinados en una zona minúscula e inhabitable, tratando de sobrevivir en condiciones imposibles sin ninguna garantía de seguridad.

Los bombardeos israelís masivos e indiscriminados siguen devastando el norte y el centro de Gaza, incluidos los repetidos ataques aéreos sobre el campo de refugiados palestinos de Nuseirat y, en el sur, con la actual ofensiva sobre Rafah. Desde el inicio de la guerra, más de 35.000 palestinos han muerto y al menos el doble han resultado heridos y necesitan tratamiento, incluidas complejas operaciones quirúrgicas.

"En esta masacre que dura ya casi ocho meses, las mujeres y los niños son las principales víctimas"

Nuestros equipos se han visto obligados a evacuar 12 estructuras sanitarias en los últimos ocho meses, nueve de ellas atacadas. Y mis compañeros han sufrido un total de 23 incidentes violentos, entre los que contamos varios ataques directos y deliberados. Varios de mis colegas, conviene recordarlo, han sido acorralados, detenidos y torturados por las fuerzas israelís.

En esta masacre que dura ya casi ocho meses, las mujeres y los niños son las principales víctimas. Cualquier persona puede ser víctima de un ataque y morir asesinado, incluidos los trabajadores humanitarios de un convoy claramente señalizado, como nos ocurrió a nosotros en noviembre y como le ocurrió a World Central Kitchen el pasado mes de abril.

Ni un solo camión de MSF ha entrado en la Franja de Gaza desde el 6 de mayo. El 26 de mayo, unos 130 vehículos con ayuda humanitaria atravesaron el paso fronterizo de Kerem Shalom, controlado por el ejército israelí, pero la operación se vio interrumpida por los combates y 70 de estos camiones se vieron obligados a regresar. Desde el cierre total del paso fronterizo de Rafah, que se produjo el 7 de mayo, asistimos a un nuevo estrangulamiento de la Franja de Gaza, un nuevo castigo colectivo para los palestinos. Hemos tenido que reorganizar los hospitales en los que trabajamos, cerrando instalaciones y transfiriendo pacientes de los hospitales Indonesio y Emiratí de Rafah hacia el hospital Nasser de Jan Younis, donde actualmente tratamos traumatismos y quemaduras y proporcionamos cuidados de seguimiento.

La falta de agua se ha convertido en un asunto de importancia crítica en toda Gaza. Debido a la escasez de combustible, las plantas desalinizadoras funcionan a un nivel muy reducido. Esta semana sólo hemos podido distribuir 50.000 litros de agua, frente a los 400.000 litros de la semana anterior. Hay más alimentos importados disponibles en algunos mercados, donde llegan en camiones de empresas privadas, pero estos resultan completamente inasequibles para la mayoría de los gazatís.

Israel continúa con su política de obstrucción de la ayuda humanitaria; estamos viendo esta obstrucción de la ayuda combinada con una farsa diseñada para hacer creer a la gente que la ayuda puede entrar en la Franja de Gaza a través del muelle flotante construido por Estados Unidos, hoy ya destruido, o a través del paso fronterizo de Kerem Shalom. La realidad no tiene nada que ver con esa enorme mentira: hoy, igual que lleva ocurriendo desde que comenzó la ofensiva en octubre, seguimos asistiendo al bloqueo, la obstrucción y los terribles retrasos en el transporte de equipos que los pacientes necesitan para su tratamiento, como generadores, bombas de agua, escáneres, equipos de rayos X, oxígeno, equipos de esterilización y otros insumos. La ayuda, cuando no está completamente bloqueada, llega a cuentagotas, y no puede en modo alguno satisfacer adecuadamente las inmensas necesidades de los palestinos de Gaza.

  • Hospital de Al Shifa en ruinas

Esto es una cuestión de voluntades políticas y de falta de escrúpulos, porque lo que está completamente claro es que MSF y otras organizaciones podrían salvar más vidas si el gobierno israelí dejara de bloquear intencionadamente la ayuda humanitaria. Digámoslo claro: la gente no solo muere por los bombardeos; cada día mueren decenas de personas por la obstrucción a la ayuda que hace Israel.

La ayuda humanitaria debe entrar en Gaza en cantidades suficientes para satisfacer las inmensas necesidades de una población devastada. Debemos disponer de los medios para distribuir la ayuda y debemos poder hacerlo sin obstáculos y en condiciones de seguridad. También hay que recordar que más de 220 trabajadores humanitarios han muerto en Gaza desde el comienzo de la guerra.

Para los palestinos que están siendo bombardeados y atrapados en los combates, la sentencia de la CIJ no cambia radicalmente su vida cotidiana. Las medidas ordenadas por el tribunal son jurídicamente vinculantes, pero no dispone de medios para hacerlas cumplir. El 26 de enero, la CIJ también dictó medidas provisionales ordenando a Israel que impidiera y castigara los actos de genocidio y garantizara que los servicios básicos y la ayuda llegaran a la población de la Franja de Gaza. Sus sentencias, tanto por la presión que ejercen sobre Israel como por la cobertura mediática que generan, ponen de relieve el carácter sistemático y manifiesto de la destrucción de infraestructuras civiles en Gaza, incluidos los ataques a hospitales -que hemos documentado en los últimos meses-, así como a escuelas, mezquitas, universidades, carreteras, tierras de cultivo y otros lugares. Estas infraestructuras están siendo destruidas deliberada y metódicamente. Todo el tejido social de Gaza está siendo aniquilado.

Los hospitales del norte de Gaza siguen siendo blanco de ataques y han sufrido una destrucción masiva, como es el caso de los hospitales de Al Awda y Kamal Adwan. En Rafah ya no hay ningún hospital plenamente operativo desde que el Hospital Kuwaití quedó fuera de servicio tras un ataque aéreo en el que murieron dos de sus empleados. Desde el comienzo de la guerra, el sistema sanitario -hospitales, ambulancias, personal médico y pacientes- ha sido objeto de ataques deliberados y sistemáticos por parte del ejército israelí. En la actualidad, Israel se niega a acoger a pacientes, sobre todo niños, que no pueden ser tratados en Gaza, y la evacuación médica a Egipto no ha sido posible desde que Israel tomó el control de la frontera.

Es vital y urgente obligar a Israel a cesar inmediatamente su política de destrucción de todo rastro de vida en Gaza. Estados Unidos, que se opone sistemáticamente a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que exigen un alto el fuego, es cómplice de esta política de destrucción y la alimenta, al igual que el Reino Unido y los Estados europeos aliados de Israel. Estos países deben dejar de apoyar las operaciones militares de Israel y dar un giro a sus políticas para proteger las vidas de los civiles e impedir que se siga masacrando al pueblo palestino.

Artículo originalmente publicado en El Periódico de España