Gaza: "Nunca imaginé que llegaría este día"

Mohammed Abu Mughaisib es coordinador médico adjunto de Médicos Sin Fronteras en Gaza, Territorios Palestinos Ocupados.

El doctor Mohammed Abu Moughaisib, coordinador médico adjunto de MSF en Gaza, en una imagen tomada en septiembre de 2024. MSF

Nunca imaginé que llegaría este día. Durante estos casi dos años de guerra, he compartido en mis redes sociales los testimonios de conocidos y pacientes con la intención de documentar las consecuencias del hambre y de la falta de alimentos en Gaza, con los que trataba de explicar cómo afecta a los niños, a las mujeres embarazadas y a las familias desplazadas el no tener comida suficiente ni apropiada. 

He hablado en varias ocasiones sobre la falta de servicios higiénico-sanitarios, la inseguridad alimentaria y el sufrimiento constante al que está sometida la población gazatí, pero nunca pensé que lo viviría en primera persona. 

Desde hace un mes sobrevivo con una sola comida al día. En los últimos días, incluso con una comida cada dos días. No porque no pueda permitirme pagar la comida, sino porque no hay comida que comprar, porque los mercados están vacíos. 

Intento calmar el dolor de estómago con cualquier cosa que pueda echarme a la boca. Las fuerzas me abandonan, mi cuerpo se derrumba. Y no soy el único: todos los que trabajamos en el sector sanitario padecemos la misma hambre. Cuidamos a pacientes que están muriendo de hambre, mientras nosotros mismos pasamos hambre. Los conductores de ambulancias y los que transportan a los heridos también pasan hambre.

Se espera que salvemos vidas mientras las nuestras se consumen lentamente. No se trata solo de hambre, sino de una lenta destrucción de la vida, la dignidad y la humanidad. En nuestras instalaciones médicas del sur y el norte de Gaza, en las clínicas de Al-Mawasi y de la ciudad de Gaza, Médicos Sin Fronteras está registrando el mayor número de casos de desnutrición que jamás se haya observado aquí, en la Franja. 

En nuestros centros de alimentación terapéutica hay más de 700 mujeres en tratamiento, algunas embarazadas y otras lactantes, y casi 500 niños con desnutrición grave y moderada. Es la primera vez que vemos un número tan alto de casos de desnutrición en Gaza. Y lo peor es que el hambre a la que estamos sometidos es intencionada: podría acabar mañana mismo si las autoridades israelíes permitieran la entrada de alimentos a gran escala, pero la realidad es que no quieren hacerlo. La entrada de alimentos se limita al mínimo indispensable para la supervivencia y la distribución de la ayuda está controlada y militarizada.

Quien acude a buscar alimentos en las distribuciones de la Fundación Humanitaria de Gaza sabe que tiene las mismas posibilidades de recibir un saco de harina que salir de allí con una bala en la cabeza".

Mohammed Abu Mughaisib coordinador médico adjunto de MSF en Gaza

 

Y aquí, en Gaza, ya es imposible producir alimentos localmente porque todo ha sido arrasado. Esto no es ayuda, sino una masacre disfrazada de caridad. Estas distribuciones de alimentos no son ayuda humanitaria, son crímenes de guerra cometidos a plena luz del día y presentados al mundo con un lenguaje compasivo.

Quien acude a buscar alimentos en las distribuciones de la Fundación Humanitaria de Gaza sabe que tiene las mismas posibilidades de recibir un saco de harina que salir de allí con una bala en la cabeza.

Aquí, en Gaza, estamos asistiendo a la destrucción sistemática de la vida. No nos queda nada. Ni casas, ni agua, ni electricidad. Ni hospitales, ni escuelas, ni mercados, ni carreteras. Buscamos los fragmentos de una vida que nos han arrebatado. Y entonces, me pregunto: ¿cuántas personas más tendrán que morir antes de que el mundo deje de hacer como si todo esto no fuera con ellos? ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que se llame ayuda a este sistema perverso de aniquilación de vidas humanas?

Artículo publicado originalmente en El Mundo