“No hay margen para esperar”: vidas que esperan ser evacuadas de Gaza

Mientras el sistema sanitario se derrumba, miles de pacientes continúan atrapados en la Franja de Gaza sin posibilidad de recibir tratamiento urgente. Y es que ya más de 1.000 personas han muerto esperando una evacuación que nunca llegó. Los testimonios de cinco de nuestros pacientes muestran la magnitud del sufrimiento y la necesidad urgente de acceso humanitario sin restricciones.

MSF
12/12/2025
Khader necesita una evacuación médica urgente.

Más de 18.500 personas, entre ellas miles de niños y niñas, están registradas para ser evacuadas; muchas otras siguen sin contabilizar porque no pueden llegar a los centros de salud. Según los registros del Ministerio de Salud de Gaza, 1.092 pacientes han fallecido mientras esperaban la evacuación médica entre julio de 2024 y el 28 de noviembre de 2025. Sin embargo, es probable que esta cifra esté infravalorada, ya que se basa únicamente en las muertes notificadas.

Pacientes del Hospital Nasser en necesidad de una evacuación urgente

Seis pacientes del Hospital Nasser que esperan una evacuación médica de Gaza narran su situación: tres madres relatan las condiciones críticas de sus hijos y tres adultos que necesitan tratamiento vital en el extranjero hablan sobre su situación. Sus historias muestran la lucha de los pacientes que ya no pueden acceder a la atención médica vital debido al colapso del sistema sanitario de Gaza a causa del genocidio.

Estos testimonios ponen de relieve la urgente necesidad de un mecanismo permanente de evacuación médica y de un acceso humanitario sin obstáculos para que los pacientes puedan recibir la atención que necesitan y, finalmente, regresar a sus hogares de forma segura.

  • Sami Keshko, paciente en Gaza

Sami (57) perdió a su hijo en un ataque aéreo israelí que destruyó su casa de seis pisos en Zaytoun. Gravemente herido, pasó más de dos meses en el Hospital Mamadani y luego se vio obligado a evacuar a una tienda de campaña en Tal El Hawa. A pesar de tener una evacuación médica autorizada, él y su hijo, que es paciente de cáncer, siguen esperando un tratamiento urgente, enfrentándose a amenazas e inestabilidad continuas.

“Bombardearon la casa; quedó completamente destruida. No quedó nada, absolutamente nada. La solicitud para mi evacuación lleva ya un tiempo emitida. Me registraron aquí y estamos esperando. Confiamos en que Dios alivie esta situación.

Tengo un hijo que es paciente de cáncer y también está esperando ser evacuado. Hace un mes que debería haber viajado. Estos son sus informes.
 

Osama Zomlot (23), herido dos veces en menos de un año, perdió la pierna izquierda y sufrió fracturas graves después de que un ataque aéreo alcanzara una tienda de campaña durante una visita a Deir al Balah. Meses antes, sobrevivió 23 horas bajo los escombros cuando la casa de su tío fue bombardeada. Ahora, en el hospital tras múltiples operaciones, sigue esperando la evacuación médica. 

“Estuve atrapado bajo los escombros durante 23 horas. Salí de allí tras luchar por sobrevivir, por la gracia de Dios. Permanecí en el hospital 45 días y tenía una fractura en la columna vertebral.

Solo pensaba en la muerte. Hacía mucho frío. Me venían a la cabeza ideas que nadie imaginaría. Gritaba, gritaba del dolor, porque mi pierna estaba atrapada bajo los escombros acumulados encima. Grité por el dolor y la agonía, y por los pensamientos… Fue muy difícil. El sentimiento era insoportable: no sabía si me salvaría de la muerte o no. Cuando por fin llegaron hasta mí, perdí el conocimiento. Me desperté en el hospital.

¿Por qué no nos evacúan para recibir atención médica? Todos estamos heridos. Es un sentimiento muy duro; espero poder salir para recibir tratamiento. Todo lo que quiero es volver a ponerme de pie, eso es lo único que deseo. Quiero que me coloquen una prótesis y que puedan operarme la otra pierna, para poder ponerme de pie otra vez”.
 

  • Maram necesita una evacuación urgente de Gaza

Maram resultó herida el 1 de octubre en un bombardeo en Deir al Balah. Permaneció durante 15 minutos tumbado en el suelo de su tienda con heridas en las piernas. En el bombardeo perdió a sus padres, a su abuela y a su hermana. Unos jóvenes la llevaron en coche a nuestro hospital de campaña en Deir al Balah donde recibió una primera atención. Posteriormente fue trasladada en ambulancia al Hospital Nasser. “Debido a la falta de médicos vasculares en el hospital de campaña me amputaron la pierna derecha y me colocaron una placa en la pierna izquierda y me abrieron el abdomen [para extraer] la metralla del intestino delgado y del intestino grueso. […] No hay diferencia entre antes del alto el fuego y después. No noto ninguna diferencia, haya alto el fuego o no”, dice Maram.

  • Khader necesita una evacuación urgente de Gaza

Khader, un niño pequeño con síndrome de malabsorción de carbohidratos, lleva dos años sin recibir la fórmula médica especial que necesita debido al genocidio. Sus riñones se han visto gravemente afectados y sufre diarrea constante, lo que le impide asistir a la escuela o jugar como los demás niños. 

“Muchas veces Khader estuvo a punto de morir en mis brazos. No tenía dinero para llamar a un coche que lo llevara al hospital. Esperaba a que las ambulancias terminaran con los casos de heridos y con otras urgencias, para que alguien pudiera venir y salvar a Khader.

La situación ha sido así durante dos años. Yo he sentido toda su enfermedad. Desde que tenía cuarenta días de vida sufre de esta manera. Su estado empeoró por la guerra. No hay alimentos, no hay leche; se la han cortado completamente”, cuenta su madre.
 

  • Hanan y Quasem.

Hanan, una madre de Rafah, describe su desesperada lucha por mantener con vida a sus tres hijos enfermos en medio del desplazamiento, la hambruna y el colapso total de la atención médica. Tras haber perdido ya a una hija por la misma enfermedad, ahora teme que Qasem corra la misma suerte, ya que ha desarrollado desnutrición aguda.

“Qasem tiene desnutrición aguda. Su salud estaba mejor antes del periodo de hambruna. Después empezó a perder peso y entró en desnutrición aguda. Comenzó a hincharse: se le hincharon las manos, las piernas y la cara. No podía respirar; se ponía morado. Me impactó que Qasem llegara a este punto, igual que llegó su hermana. Con ella no llegamos a tiempo. Sufrió un fallo hepático por la falta de proteínas y murió”, explica.

“En aquel entonces las cosas estaban mejor; había algo de tratamiento, aunque fuera poco. Pero ahora no hay nada. Temo que lo que le pasó a su hermana les ocurra también a Qasem y a sus otros hermanos. Por eso deseo poder sacarlos a tiempo, antes de perderlos.

Hace dos meses, los tanques nos invadieron y nadie sabía que venían. De repente, todo el mundo empezó a correr. Huimos. No tuve tiempo ni de coger el nebulizador, la máquina para mis hijos enfermos. No pude encontrarlo. Cuando los israelíes se retiraron y volvimos a revisar nuestras tiendas, no encontramos nada. El nebulizador estaba roto. Los medicamentos, las vitaminas y las proteínas que toma Qasem… todo había desaparecido. No encontramos nada, nada en absoluto”.