Es una de las mayores crisis de desplazamientos del mundo. Un año después de su inicio, la cruenta guerra en Sudán suma ya nada menos que 6,5 millones de personas desplazadas a la fuerza dentro de su país, obligadas a huir. Por no contar los innumerables muertos y heridos. La ciudad de Zalingei, capital de Darfur Central, refleja bien la desolación y las condiciones horribles que ha dejado tras de sí el conflicto. Cuando estallaron aquí los combates, la población tuvo que presenciar y sufrir violencia extrema, bombardeos de sus casas y saqueos de sus pertenencias. Hoy, malviven en refugios improvisados, en bancos abandonados y saqueados, en escuelas, en parques de bomberos… y no reciben ayuda humanitaria.

MSF
24/05/2024

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Según Naciones Unidas, en noviembre el campamento llevaba meses asediado por la RSF, que bloqueaba la entrada de alimentos y agua. Finalmente, el campamento se vació y la gente huyó por toda la ciudad para instalarse en refugios improvisados en bancos abandonados y saqueados, escuelas, parques de bomberos y otros campamentos. Todavía hoy, los desplazados viven en condiciones horribles y no reciben ayuda humanitaria

Durante casi un año, la brutal guerra entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FPR) ha asolado Sudán, obligando a millones de personas a abandonar sus hogares para huir de los combates y dejando innumerables civiles muertos y gravemente heridos. Como consecuencia, más de 6,5 millones de personas se han visto desplazadas dentro del país. A pesar de que Sudán es una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo, las organizaciones no han regresado a Sudán desde que se evacuaron al comienzo de la guerra.

Cuando estallaron los combates en la ciudad de Zalingei, capital del estado sudanés de Darfur Central, los desplazados que vivían en el campo de Al Hasahisa se enfrentaron a una violencia extrema, bombardeos de sus casas y saqueos de sus pertenencias. Según Naciones Unidas, en noviembre el campamento llevaba meses asediado por la RSF, que bloqueaba la entrada de alimentos y agua. Finalmente, el campamento se vació y la gente huyó por toda la ciudad para instalarse en refugios improvisados en bancos abandonados y saqueados, escuelas, parques de bomberos y otros campamentos. Todavía hoy, los desplazados viven en condiciones horribles y no reciben ayuda humanitaria.

La guerra ha provocado un aumento de los precios de los alimentos y las necesidades básicas, incluidos los medicamentos. Al mismo tiempo, la gente ha perdido sus medios de subsistencia. Los que antes dependían de la ayuda humanitaria, como los habitantes del campo de Al Hasahisa, ahora se han quedado sin asistencia, y Sudán se enfrenta a un vacío humanitario. La gente depende de trabajos esporádicos, con los que solo pueden conseguir cantidades muy limitadas de alimentos y agua para mantener a sus familias. Otros que viven en campamentos improvisados tienen que depender unos de otros para comprar medicamentos.

Al mismo tiempo, el acceso a la atención sanitaria se ha colapsado. En Zalingei, el sistema de derivación se ha colapsado y el único hospital que ofrecía atención secundaria ha sido saqueado y atacado en múltiples ocasiones. Para garantizar una atención especializada, prestamos atención secundaria y rehabilitando el servicio de urgencias, pediatría y maternidad del Hospital Universitario de Zalingei para atender las necesidades médicas más acuciantes de los cerca de 300.000 habitantes que quedan en la ciudad.

Como en la mayor parte de Sudán, Zalingei está experimentando un vacío humanitario de actores sobre el terreno. Aparte de MSF y otros actores, la respuesta humanitaria dista mucho de ser adecuada en Zalingei y en el estado de Darfur Central, y en Sudán en general.

Desde abril de 2024, la ONU no está presente en la ciudad de Zalingei, a pesar de que las necesidades humanitarias son inmensas, incluido el acceso a alimentos, agua, servicios sanitarios y servicios de protección. La falta de ayuda humanitaria está agravando aún más las necesidades sanitarias de la población, así como los saqueos y ataques a los centros de salud.  Además, a finales de febrero de 2024, diez hombres armados no identificados entraron en nuestra base en Zalingei y robaron dos coches.