India: combatimos la desnutrición a base de educación y confianza

En el estado de Jharkhand existen numerosas creencias erróneas sobre qué puede comer una madre y su bebé. El resultado, una tasa de desnutrición superior a la media nacional. Nuestra educadora de salud comunitaria Subashini Deb Mahto ha logrado hacer entender que la desnutrición es una enfermedad real que requiere atención médica.

MSF
03/05/2018

En Jharkhand, un estado de India conocido por sus diversas comunidades tribales, el número de personas con desnutrición supera la media nacional. Desde junio de 2017, tratamos la desnutrición aguda severa en la ciudad de Chakradharpur, en Jharkhand, gracias a un innovador modelo de participación comunitaria.

Subashini Deb Mahto es miembro de una de las comunidades locales y trabaja para nuestra organización como educadora de salud comunitaria. Aquí nos relata su experiencia en Médicos Sin Fronteras y sus conocimiento de primera mano sobre desnutrición.

“Mi jornada comienza antes del amanecer. Cuando termino las tareas domésticas, acabo de cocinar y mis hijos ya van camino a la escuela, pongo a hervir una tetera de lal cha (té negro) en la cocina y me preparo para ir a trabajar. Voy en bicicleta a la oficina de MSF, a tres kilómetros de distancia, donde empiezo a trabajar a las 8:30, cada mañana.

Trabajo con MSF desde 2017, cuando se inició el proyecto de desnutrición. Empecé como trabajadora de salud, visitando las comunidades junto al Sahiya didi (un trabajador sanitario de la aldea contratado por el estado de Jharkhand). Nuestro objetivos, identificar a niños desnutridos que necesitan atención urgente y convencer a sus padres para que los lleven a los centros de salud de MSF.

Ahora trabajo como educadora de salud comunitaria. Ofrezco asesoramiento a las madres que visitan nuestros centros de salud y organizo actividades de sensibilización en las aldeas cercanas.

Falsas creencias

La desnutrición es un problema que llevo en el corazón. Cuando hablo con las madres de las aldeas, entiendo cómo se sienten. Yo fui una madre adolescente y pasé por la misma dura experiencia.

Tuve una hija poco después de casarme. Yo apenas tenía 17 años y no sabía cómo cuidar de mi bebé. Mi hija solo pesaba 2 kilos al nacer. En nuestra comunidad, existen creencias culturales e ideas erróneas sobre lo que las madres pueden comer durante el embarazo. También sobre qué es saludable para aquellas que han dado a luz recientemente o para sus bebés, lo que puede causar que ambos sufran desnutrición.

La gente piensa que si las embarazadas tienen una dieta abundante, sus hijos nacerán demasiado gordos y tendrán un parto difícil. Después del embarazo, solo se les permite comer una vez al día, aunque a veces mi marido me daba comida a escondidas.

En algunos casos, los niños no reciben carne ni leche hasta que pueden caminar solos. Mi hija solo recibía una dieta muy restringida, limitada a dal (sopa de lentejas) y arroz. Durante los primeros años no se le permitió comer huevos ni carne.

Las mujeres también tienen que compaginar el trabajo en el campo con las tareas domésticas, lo que les deja muy poco tiempo para crear vínculos con sus hijos. Yo era la única encargada de nuestras tareas domésticas, y nadie me ayudaba a cuidar de mi hija. Cuando nació mi segundo hijo, yo ya había aprendido a cuidar mejor de mí misma y era más consciente de lo que suponía tener un niño. Encontré un trabajo en una ONG de salud reproductiva de la mujer y, más tarde, me uní a MSF.

Sí, es una enfermedad

Chakradharpur, como la mayoría de Jharkhand, es una región Adivasi, con muchas comunidades indígenas y una gran diversidad. Por ejemplo, en una de las aldeas en las que trabajo se hablan hasta cuatro lenguas. Nuestro papel como trabajadores sanitarios es crear puentes entre MSF y las comunidades. Todos  los trabajadores que ocupan puestos de educación sanitaria y divulgación en la comunidad somos locales.

Cuando los médicos de MSF nos formaron para comprender la desnutrición, también compartimos nuestro conocimiento con el resto del equipo acerca de la cultura tradicional, la historia y las prácticas de los Adivasis.

Muchas personas del pueblo no entienden que la desnutrición es una enfermedad que requiere atención médica. Localmente se conoce como puni o dehna y, a menudo, se atribuye a que el niño que la sufre está poseído por espíritus.

Otras veces es símbolo de que algo malo está por venir; como si se tratase de un mal presagio. Como resultado, la mayoría de las familias acuden primero a los curanderos tradicionales, que pueden prescribirles hierbas naturales o llevar a cabo algunas ceremonias para expulsar a los espíritus.

Nosotros respetamos sus creencias y sus costumbres -también son las nuestras-, pero también es importante subrayarles la importancia de identificar la desnutrición y buscar un tratamiento médico adecuado. Las zonas boscosas donde viven estas comunidades no carecen de alimentos. Necesitamos enseñar a las madres jóvenes y a sus familias la importancia de emplear las técnicas correctas de lactancia, de una dieta variada y nutritiva y de mantener una higiene adecuada.

Al principio, resultaba extraordinariamente difícil convencer a las madres y a sus familias de por qué tanto ellas como sus hijos sufrían desnutrición y de que necesitaban tratamiento.

Algunas comunidades tribales viven alejadas en los bosques, y hasta allí no hay transporte público. Las madres deben caminar con sus hijos varios kilómetros para llegar a los centros de salud más cercanos. A menudo, son los hermanos mayores quienes traen después del colegio a los niños a nuestro centro de salud, ya que sus padres no tienen tiempo para hacerlo. De hecho, el mes pasado, nuestra clínica estuvo vacía durante unos días porque era la temporada de cosecha y todos los padres estaban trabajando.

Tras meses de duro trabajo, nos hemos ganado la confianza de la comunidad. A veces nuestro centro de salud está tan saturado que no tenemos ni un momento de respiro. En esos momentos, saco lo mejor de mí. Siento que estoy haciendo un trabajo muy importante. Ver cómo se consume un niño pequeño es lo más doloroso para una madre. Durante una de mis visitas, una madre me cogió de la mano y me dijo que había recomendado a otras madres ir a nuestro centro de salud de Pusalota. El proyecto ha tratado a más de 600 niños de estas comunidades y, pese a que todavía queda mucho por hacer, he compartido la alegría de las familias cuando sus hijos regresan sanos y felices”.

Trabajamos en India desde 1999 proporcionando tratamiento médico a miles de pacientes en Andhra Pradesh, Bihar, Chhattisgarh, Delhi, Jammu y Cachemira, Jharkhand, Maharashtra, Manipur, Telangana, Uttar Pradesh y Bengala Occidental.

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