La huida desde Camerún hasta el Mediterráneo para ofrecer una vida mejor a la pequeña Nia

Nayah, de 32 años, de Camerún, intentó cruzar el mar Mediterráneo con sus dos hijas. Las palabras que aquí relata no llegan apenas a reflejar la dureza de su paso por Marruecos, por Libia… y lo que las menores presenciaron. Nayah fue rescatada junto a sus dos hijas, una de ellas nacida durante el viaje, por el Geo Barents en marzo de 2022.

MSF
25/03/2022

“A finales de 2014 di a luz a Nia.

Nació con muchas discapacidades. Intenté ayudarla y hacer su vida lo más cómoda posible. Fue la cosa más dura que he tenido que hacer. Ella necesitaba mucha atención y medicación para ayudarla a hablar, cosa que yo no podía permitirme. Estaba perdida, y no sabía qué hacer para ayudar a mi hija. Era desolador.

Tras dos años viviendo así, ahorrando dinero, era el momento. Tenía que darle mejores cuidados de los que se ofrecían en Camerún. En 2016 decidí marcharme a Europa.

Esa se convirtió en mi motivación principal, ayudar a Nia a hablar y ofrecerle una vida mejor.

Dejé Camerún en junio de 2016. Primero atravesé Nigeria, luego Níger y después Argelia. Era un viaje largo. Me costó cerca de un mes cruzar esos tres países con Nia.

Cuando entré en Argelia me había quedado sin dinero. Tenía miedo y no sabía qué hacer. Así que empecé a buscar trabajo, y encontré uno como limpiadora. En 2018 estaba lista para partir.

Agarré a Nia, el escaso dinero y las pertenencias que teníamos y salimos para Marruecos, con la esperanza de conseguir atravesar el mar hasta España. En el camino hacia la frontera marroquí, una de las personas que viajaban con nosotros vio a la policía. Yo estaba muy asustada.

Cogí a Nia y corrí. Corrimos y corrimos, intentando escondernos en el bosque, pero nos detuvo la policía marroquí. La policía nos cogió a todos. Había muchos hombres y mujeres.

De pronto, estalló una pelea entre algunos hombres y la policía. Golpearon fuertemente a tres hombres y luego los mataron a tiros delante de mí y de Ni.

Después los policías me miraron y me sujetaron y golpearon. Me pegaron una y otra vez con un látigo mientras yo gritaba pidiendo ayuda. Fueron horribles. Se llevaron todo: el poco dinero que me quedaba y todos mis papeles.

Tras ser liberados, decidimos volver a Argelia, donde conocí a una mujer de Camerún, que nos dejó vivir con ella en su apartamento. Tenía un pequeño restaurante y me dio trabajo allí, ayudando a servir la comida y las bebidas.

Pasé los tres años siguientes viviendo y trabajando cada día e intentando mantener la esperanza.

Ninon y sus dos hijas a bordo del Geo Barents, tras ser rescatadas.

Cada día pensaba en esta horrible vida y en la vida que quería para Nia en Europa. Esta vez, me dije, no pasaremos por Marruecos; pasaremos por otro lado, que es Libia. Me puse en contacto con una amiga mía que vive en Alemania y que había hecho la travesía un par de años atrás. Ella me dio el número de un hombre que me ayudó a cruzar a Libia. Los contrabandistas están por todas partes en Libia.

Cuando salí de Argelia con este hombre, descubrí que estaba embarazada. Pasé el año siguiente en Libia y, meses después, di a luz a mi segunda hija. Después de dar a luz, este hombre nos ayudó a trasladarnos a una casa con muchas mujeres. Nos dijeron que nos quedáramos dentro y que no saliéramos de la casa.

Un día vino un contrabandista y nos sacó a todos, mujeres y hombres, de la casa. Nos metió en un taxi que nos llevó cerca de la orilla. Podía ver el agua. Era de noche. El taxi se detuvo y nos metieron a todos en una choza muy pequeña junto al mar. Yo tenía miedo. Había mucha gente dentro.

Nos quedamos aquí durante dos semanas.

Al entrar en el barco en el mar, estaba muy confundida. No sabía si sentarme o levantarme. Tenía dos hijas y solo dos brazos. Tenía a mi recién nacida en brazos mientras Nia estaba entre mis piernas. Estaba muy apretada. Mucha gente se movía y gritaba.

Chloe no paraba de gritar y, como estaba sosteniendo a mi otra hija, no podía proteger a Nia tanto como quería. Intenté decirle a Nia que fuera fuerte y que todo iría bien. Quiero lo mejor para Nia. Ella es la principal razón por la que dejé Camerún en primer lugar. Ella es la razón por la que asumí todos estos riesgos, para que un día Nia hable.

Todo lo que quiero es oírla hablar. No quiero creer que esto no vaya a suceder nunca, por eso arriesgué mi vida y la de ella".