‘Un rayo de esperanza’ podría ser el título de esta bonita historia en una bebé que nació en nuestra unidad de cuidados neonatales en Adré, en Chad. A este punto de la frontera con Sudán han llegado cientos de miles de personas tras huir del conflicto que se inició el pasado abril. La pequeña Mikaela es una ilusión en medio del caos.

Un pequeño rayo de esperanza. Concretamente, una esperanza de 800 gramos de peso. A finales de septiembre, una madre con una niña recién nacida llegó a nuestra unidad de cuidados neonatales en Adré, en el este de Chad. El bebé decidió venir al mundo demasiado pronto. Y algunos pueden decir que en uno de los peores lugares donde alguien puede nacer en la actualidad.
El este de Chad acoge actualmente a unos 450.000 refugiados procedentes de Sudán, país devastado por la guerra. Chad, país que ocupa el segundo puesto más bajo en el Índice de Desarrollo Humano, acoge a personas que huyen de un conflicto que comenzó en Sudán en abril de este año. Conflicto en el que los ataques contra la población civil y la asistencia sanitaria se convirtieron en norma. Una comunidad vulnerable acoge a otra especialmente vulnerable aquí, en el este de Chad. Este es el lugar donde nació la niña. En un refugio, antes de llegar al hospital.
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La pequeña Mikaela con su madre. © MSF
El peso de 800 gramos está muy por debajo del peso habitual de un recién nacido. El óptimo en Europa se considera en torno a los 3.500 gramos. Incluso en un contexto mucho más equipado, conseguir que un bebé prematuro sobreviva con un peso tan bajo sería todo un reto.
"Si hay un punto que manifiesta el increíble esfuerzo y éxito del enorme equipo médico que hay aquí, es esta niña", explica Michael Malley, nuestro pediatra. "Mantener con vida a un bebé de 800 g implica una atención extremadamente cuidadosa a los detalles durante un largo periodo de tiempo por parte de personas motivadas y con poca experiencia especializada".
El equipo tuvo que comprobar las constantes vitales cada 2-3 horas, controlar el azúcar hasta cada dos horas y corregirlo cuando estaba bajo, comprobar la temperatura cada 2-3 horas y corregirla, administraron innumerables dosis de antibióticos, comprobaron que la sonda de alimentación estuviera bien colocada. Y encima, apoyaron psicológicamente a la madre.
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Michael Malley, pediatra de MSF en Adré, Chad. © MSF
Hoy [1 de noviembre], la niña pesa 1.320 gramos. Aún es poco en comparación con el peso óptimo, pero está en condiciones de volver a casa. Es un gran día para todos los miembros del equipo. El trabajo de Michael en el Chad está a punto de terminar, se marcha al día siguiente. Pero ha hecho una última visita a la unidad neonatal del hospital de Adré, para asegurarse de que el bebé está bien. Hace unos días, la madre decidió llamar a su hija como Michael, agradecida por lo que el equipo hizo por ella. Así que es a Mikaela a quien mira, envuelta en una manta de colores, rodeada de otras madres con sus hijos recién nacidos en la siempre concurrida unidad de neonatos del hospital de Adré.
Desde el inicio de esta emergencia, MSF hemos atendido 1.043 partos en la región. La mayoría de ellos, por suerte, no siguieron un camino tan dramático. Ninguno de estos niños y niñas tuvo una vida fácil. Faltan elementos esenciales como agua potable, alimentos suficientes y mosquiteras contra la malaria. Cada día, decenas de niños y niñas con desnutrición reciben tratamiento en la sala específica de nuestro hospital pediátrico en Adré. Cada semana, cientos de madres reciben alimentos terapéuticos para tratar en casa a sus hijos e hijas con desnutrición menos grave en los puntos de distribución que organizamos. Sin embargo, esto no es suficiente y sigue habiendo más personas de las que una organización humanitaria puede salvar.
La pequeña Mikaela es un rayo de esperanza. Para todos los miembros de nuestros equipos que ayudan en el este del Chad, pero también para las personas refugiadas que saben que sus hijos pueden recibir atención gratuita cuando la necesitan. Tan solo 800 gramos pueden pesar mucho. Y un pequeño rayo de luz puede iluminar la noche.
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