Lanzamos el Fondo Crisis Coronavirus para luchar de forma global contra la pandemia
Se trata de una campaña internacional de captación de fondos para financiar nuestra respuesta global contra la COVID-19. Se destinará a la intervención en España y en el resto de países donde trabajamos y a paliar las consecuencias de la pandemia. El objetivo inicial, alcanzar los 100 millones de euros.

La crisis del coronavirus está teniendo un impacto global. Para poder financiar las intervenciones ya en marcha, Médicos Sin Fronteras (MSF) lanzamos el Fondo Crisis Coronavirus.
Las aportaciones de ese fondo se destinarán a la respuesta directa a la pandemia –entre otros países, en España– y a las consecuencias que está provocando en países que ven su capacidad sanitaria mermada y cuyo personal sanitario está especialmente expuesto a la infección.
En nuestro caso, esto significa garantizar la continuidad de la atención médica para cientos de miles de pacientes en nuestros programas y para las comunidades extremadamente vulnerables a las que asiste en todo el mundo.
El objetivo inicial del Fondo en todo el mundo es alcanzar los 100 millones de euros, aunque esta cifra puede aumentar de acuerdo a las operaciones que llevemos a cabo en respuesta a la pandemia."
El Fondo Crisis Coronavirus nos permitirá responder a la emergencia de COVID-19 y a sus consecuencias en las poblaciones a las que atendemos. Hacemos un llamamiento a la sociedad española, personas, empresas o instituciones a que se sumen a este esfuerzo de forma solidaria”, explica Marta Cañas, nuestra directora general en España.
A fecha de 29 de marzo, la Organización Mundial de la Salud reportaba casos de COVID-19 en más de 200 países y territorios. Médicos Sin Fronteras ya intervenimos y apoyamos a los sistemas de salud de países europeos en los que el impacto está siendo muy profundo. Es el caso de España, Italia, Francia, Bélgica y Suiza, donde estamos apoyando a los sistemas sanitarios y a poblaciones especialmente vulnerables, como mayores, personas sin hogar y migrantes. Nos preparamos además para la próxima ola de la pandemia, que alcanzará a los países de África, Oriente Medio y América Latina.
Una parte sustancial de lo recaudado se destinará a la adquisición de suministros como equipos de protección individual para personal y pacientes y oxígeno, la creación de zonas de aislamiento, la formación del personal para el manejo y atención de casos, y la implantación de medidas de control de infecciones, triaje y referencia de pacientes, entre otras actividades.
Gran parte de nuestra respuesta se orienta a proteger al personal de la salud, tanto para que sigan atendiendo a los pacientes como para evitar que se conviertan en un efecto amplificador de la enfermedad. Esto está siendo un desafío en países desarrollados como España, donde el 12% de las personas contagiadas son profesionales sanitarios, o Italia, donde el porcentaje es del 6%.
Los objetivos de nuestra respuesta global ante la COVID-19 son reducir la velocidad y detener la transmisión o retrasarla, proporcionar atención a los pacientes (en particular a los gravemente enfermos), minimizar el impacto en los sistemas de salud y las comunidades, difundir información sobre formas de prevención y riesgos, potenciar las actividades de agua, higiene y saneamiento, y brindar cuidados paliativos para los pacientes más graves en entornos con recursos limitados.
Respuesta en España
Hemos puesto al servicio de las autoridades sanitarias españolas todo nuestro conocimiento y experiencia en la respuesta a epidemias y crisis sanitarias. Estamos contribuyendo a descongestionar hospitales y centros de salud para que estos puedan concentrarse en atender a los enfermos más graves.
Hemos colaborado en la instalación de dos unidades de hospitalización en dos pabellones de Alcalá de Henares y Leganés (Madrid) y estamos asesorando en el diseño y creación de este tipo de estructuras en Cataluña, como las abiertas en Igualada o Vall d'Hebron.
También estamos brindando apoyo al Ministerio de Sanidad y las Consejerías de Salud con nuestra experiencia en gestión de crisis sanitarias similares, para el desarrollo de prototipos de unidades de hospitalización temporales que ayuden a ampliar la capacidad hospitalaria, y para la ordenación de flujos de pacientes.
En el caso del colectivo de mayores, asesoramos al comité directivo de residencias en la evaluación de riesgos e implementación de medidas de higiene y protección para reducir la transmisión dentro de estas instituciones, así como para mejorar el manejo de casos. Un equipo específico está visitando estos centros e identificando las necesidades más acuciantes para desarrollar modelos de asistencia, herramientas y protocolos, que estarán a disposición de todas las residencias del país en un portal en la red.
“En los proyectos de COVID-19 que hemos abierto en Europa, vemos a los trabajadores de la salud enfrentarse hoy a dilemas que nos son comunes en los entornos humanitarios donde trabajamos. ¿Dónde ponemos los esfuerzos? ¿Quién recibe atención y quién no? ¿Cómo tomamos decisiones con recursos limitados?”, expone Cañas.
Entornos muy frágiles
Nuestras misiones en todo el mundo se están preparando para responder a diferentes escenarios, desde circunstancias donde se den casos esporádicos a situaciones de transmisión comunitaria que deriven en grandes brotes que provoquen el colapso de los sistemas nacionales, como estamos viendo en países desarrollados.
El virus ha paralizado algunos de los sistemas de salud más avanzados y golpea a países que cuentan con una red de seguridad social donde la mayoría de la población tiene acceso a agua corriente y domicilios para autoaislarse. Medidas tan básicas no están al alcance de muchos de los países donde trabajamos.
“Son estos entornos, con sistemas de salud muy frágiles y con población muy vulnerable, como República Centroafricana o República Democrática del Congo, o afectados por conflictos, como Siria y Yemen, los que nos preocupan especialmente y para los que resulta vital la solidaridad internacional”, afirma Marta Cañas.
“También vigilamos el impacto que la COVID-19 puede tener en personas que viven en condiciones precarias, como los refugiados en Grecia y los rohingyas en Bangladesh, o colectivos vulnerables como personas sin hogar, migrantes y solicitantes de asilo”, añade.
“Dada la magnitud de la pandemia, nuestra capacidad de respuesta se ha visto afectada. El virus nos está imponiendo desafíos excepcionales en las operaciones, incluidas las restricciones de viaje, la escasez de equipos de protección personal y la carga cada vez mayor sobre sistemas de salud vulnerables. Necesitamos ayuda para ampliar nuestras operaciones en un entorno tan complicado por eso hacemos un llamamiento a colaborar con el fondo; a este virus lo paramos entre todos y para eso necesitamos el apoyo de la ciudadanía”, recalca Cañas.