Migración en Latinoamérica: el desafío de lactar con todo en contra

La lactancia materna es reconocida mundialmente como el mejor alimento para niños y niñas durante sus primeros 6 meses de vida. Sin embargo, para las mujeres que emprenden el arduo camino migratorio en Latinoamérica, amamantar no es únicamente alimentar; es también crear un espacio de seguridad en territorios hostiles, mantener un vínculo cuando todo lo demás se desarticula.

MSF
05/08/2025
La hija mayor de la familia Brito amamanta a su hijo mientras espera que su familia reciba consulta médica.

“Lo he amamantado durante toda la ruta migratoria”, cuenta *María, una madre venezolana de 34 años que viaja con sus dos hijos. La travesía comenzó en Perú, donde nació su hijo menor hace 2 años, y continuó por Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Actualmente, se encuentra nuestro Centro de Atención de Violencia Integral (CAI) en México, un espacio que ofrece atención médica especializada y apoyo en salud mental a personas que han sufrido tortura o violencia extrema.

Históricamente, el corredor migratorio de Latinoamérica ha sido uno de los más transitados y violentos del mundo. Este año, a partir de una serie de medidas ejecutivas adoptadas por el presidente estadounidense Donald Trump y otros gobiernos en la región, las políticas migratorias cambiaron drásticamente: se cerraron las principales vías para solicitar asilo y se reforzó la seguridad en la frontera con México. Como consecuencia, se registraron reducciones históricas en el flujo migratorio en la región, dejando a miles de personas varadas a su suerte en distintos puntos de México y Centroamérica.

Estas normativas aumentaron los riesgos para las personas migrantes, ya que se ven obligadas a utilizar rutas y métodos cada vez más peligrosos para buscar refugio o quedan atrapadas en lugares inseguros donde corren un mayor riesgo de secuestro, extorsión y violencia sexual.

Entre enero de 2024 y mayo de 2025, nuestros equipos realizaron más de 90.000 consultas de salud primaria y 11.850 consultas de salud sexual y reproductiva en proyectos relacionados con migración y desplazamiento en Panamá, Honduras, Guatemala y México. MSF también hemos sido testigo a lo largo de estos últimos años de una tendencia creciente: cada vez más familias encabezadas por mujeres que viajan solas o con menores, muchos de ellos en etapa lactante.

  • Niños y niñas de la caravana de migrantes llegada a Huxtla, Chiapas, México.

Un espacio seguro

La lactancia materna es reconocida mundialmente como el mejor alimento para niños y niñas durante sus primeros 6 meses de vida. Sin embargo, para las mujeres que emprenden el arduo camino migratorio en nuestra región, amamantar no es únicamente alimentar; es también crear un espacio de seguridad en territorios hostiles, mantener un vínculo cuando todo lo demás se desarticula.

"Encontré muchas complicaciones para amamantar a mi hijo porque yo no me alimentaba bien y el bebé estaba todo el tiempo pegado a mi pecho, entonces solía sentirme mareada", relata Yolady Valentina Pérez Salas, una mamá de 22 años, oriunda de Venezuela. Su hijo Javerson Alexandro, de año y medio, nació en Perú, pero a los 6 meses emprendieron el viaje hacia el norte del continente. "Durante el camino, mi bebé tuvo estado de desnutrición porque no comía mucho. Él quiere estar siempre pegado en el pecho y me dicen que eso ya no le hace nada, pero he intentado quitárselo y no puedo".

Jocelyn, una madre migrante de Guatemala, comparte una experiencia similar: "He tenido problemas para amamantar a mi bebé porque es muy comilón, come mucho. Mama y mama, pero se queda con hambre, hasta que le doy su tetero (biberón) y se queda tranquilo. Tengo otra niña que ya tiene 12 años, pero con él me está costando un poco más. A veces me pregunto por qué no lo sustenta mi leche".

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mejorar las tasas de lactancia materna en el mundo podría salvarle la vida a más de 820.000 niños y niñas al año. Esta cifra adquiere especial relevancia en contextos de vulnerabilidad extrema como las rutas migratorias.

Sin embargo, las condiciones precarias del viaje, el acceso limitado a agua potable, la falta de alimentos nutritivos para madres lactantes, la ausencia de espacios seguros y privados, el estrés constante que puede inhibir la producción de leche, la carencia de servicios de salud y la falta de apoyo y de contención emocional conforman un laberinto de obstáculos que afectan directamente la posibilidad de muchas mujeres para amamantar adecuadamente a sus hijos.

“Me siento mal porque estoy fuera de mi país y nos sentimos solos, pues no es como tener el apoyo de mi mamá y de mis hermanos", reflexiona Yolady. Para ella, la lactancia también es una forma de preservar tradiciones culturales en medio del desarraigo.

Proteger el apego

En el corredor migratorio de Latinoamérica, las madres que amamantan cargan con múltiples mochilas invisibles: la angustia emocional de dejar sus hogares, el miedo constante por la seguridad, la culpa por no poder ofrecer mejores condiciones y la soledad de maternar sin red de apoyo.

"Cuando dejé de amamantar a mi hijo fue muy difícil. Tanto para mí como para él. Fue un vínculo de mucho apego", cuenta una madre venezolana que hoy se encuentra en el CAI. "Tengo emociones encontradas; si bien para mí fue preocupante y angustiante amamantarlo en el entorno que transitábamos, sin tiempo y sin contar con un espacio cómodo, también me conectó con sentimientos como el amor, la paciencia y la compasión".

Muchas de las madres en etapa lactante amamantan precisamente porque el camino es difícil, porque cuando todo lo demás falla y cuando todos los sistemas se vuelven hostiles, la lactancia puede ser lo único que permanece constante en un mundo incierto.

MSF instamos a las autoridades del corredor migratorio latinoamericano a proporcionar rutas migratorias seguras y espacios dignos que permitan a las madres amamantar en condiciones adecuadas.

“Tuve complicaciones en el parto, se le enredó el cordón en el cuello y su corazoncito no latía. Nació de 8 meses, se adelantó mucho además por una infección que yo cargo. Pero por suerte ahora todo está bien. Lo cuido demasiado, todo lo que una sufre, ¿para después perderlo?, eso no. Me siento muy feliz y agradecida por mi bebé”, cuenta con determinación Jocelyn, quien recibió atención pre y posnatal en nuestro proyecto en Matamoros, México.

"Generalmente, las mujeres embarazadas que llegan a nuestros puntos de atención no han recibido control prenatal. Al llegar, les ofrecemos una evaluación inicial y entregamos el carné de embarazo”, explica Ángel Núñez, gestor de nuestras actividades de salud médica en Reynosa y Matamoros, México. “Luego, se las deriva al sistema de salud para su seguimiento. En algunos casos, existen barreras económicas que dificultan ese acceso; cuando eso ocurre, desde nuestro equipo realizamos el seguimiento hasta el momento en que el parto ya es inminente".

Asimismo, les ha estado entregando un kit materno-infantil a las madres lactantes: “Les brindamos insumos destinados a reforzar el sistema de salud, que incluyen pañales, pinza umbilical, medicamentos y soluciones fisiológicas, brindamos charlas sobre lactancia materna, y llevamos a cabo un seguimiento posnatal”, relata Nuñez.

MSF instamos a las autoridades del corredor migratorio latinoamericano a proporcionar rutas migratorias seguras y espacios dignos que permitan a las madres amamantar en condiciones adecuadas. La lactancia materna es fundamental para la nutrición, protección inmunológica y desarrollo emocional de niños y niñas. Garantizar el acceso a alimentación nutritiva para las madres, agua potable, atención médica y espacios seguros de descanso es esencial para proteger la salud y el bienestar de las familias migrantes más vulnerables.

*Su nombre ha sido cambiado para proteger su identidad.