En Níger, el pico estacional de malaria amenaza con cebarse con los niños y las niñas

Casi el 65% de la mortalidad en niños menores de 5 años es a causa de la malaria, las enfermedades respiratorias y la desnutrición. Esta cifra puede empeorar rápidamente, ya que las graves inundaciones de 2020 han contribuido a mantener durante los últimos meses niveles excepcionalmente altos de casos.

MSF
22/09/2021
El hijo de Haoua Koulo, de 9 años, ingresó en coma por malaria grave en una de nuestras clínicas móviles. Tras ocho días de tratamiento ha salido del coma y ya está comiendo bien.

“Soy Luz Linares, responsable de misión en Níger y acabo de volver de ese país africano. Llevo muchos años en labores humanitarias y la situación que se está viviendo en la región de Diffa, en el sureste del país, me tiene muy preocupada porque se acerca un momento crucial para la vida de miles de niños y niñas.

Allí, cada año la temporada de lluvias, de julio a octubre, coincide con el pico estacional de malaria y el período de escasez de alimentos, factores que aumentan la mortalidad infantil. Pero este año estamos viendo que las condiciones de las que partimos son mucho peores y se está formando la “tormenta perfecta” de las crisis humanitarias.

Pero ¿por qué? Para empezar, la época de lluvias está finalizando y, tradicionalmente, durante ese periodo las familias dependen para vivir de lo poco que aún les queda de la cosecha del año anterior. Pero el conflicto armado que asola la región desde 2015 y que ha desplazado de sus hogares a más de 269.000 personas, ha impedido que pudieran plantar y recoger sus alimentos, provocando más escasez y hambre.

Por si esto no fuera poco, Níger también se ha visto afectado por la COVID-19, pero no como te imaginas. La pandemia ha hecho caer en picado los recursos económicos de las organizaciones y agencias de ayuda humanitaria destinados a financiar actividades nutricionales y pediátricas.

Como consecuencia, se han disparado los precios de los alimentos esenciales, como el mijo. Ya estamos viendo como este año muchos más pequeños están empezando a sufrir desnutrición, lo que debilita sus defensas inmunitarias y los hace más vulnerables a enfermedades como la malaria. Y los niños con malaria tienen más probabilidades de caer en una desnutrición severa, sobre todo en esta época de lluvias con mayor presencia del mosquito que la trasmite.

 

Como ves, es un pez que se muerde la cola.

En Níger, casi el 65% de la mortalidad en niños menores de 5 años es a causa de la malaria, las enfermedades respiratorias y la desnutrición. Si no hacemos algo hoy mismo esa cifra puede empeorar, porque las graves inundaciones del año pasado han contribuido a mantener durante los últimos meses niveles excepcionalmente altos de casos de malaria y de desnutrición infantil.

Ante una realidad tan alarmante, a la que se une la violencia y los desplazamientos de población, intentamos dar acceso a servicios médicos a las personas más vulnerables.

Para actuar lo antes posible, ya nos estamos movilizando, en colaboración con las autoridades sanitarias de Níger, y así hacer frente al período de escasez de alimentos y al pico estacional de malaria, que este año parece que serán particularmente devastadores para la población, y, en especial, para los más pequeños.

Como en Diffa la población tiene dificultades para acceder a la atención primaria por el cierre de muchos centros de salud y por las grandes distancias entre aldeas y hospitales, hemos puesto en marcha diversas clínicas móviles, donde también detectaremos casos de malaria y desnutrición, tratando los casos simples

y derivando los casos más graves a hospitales y centros de salud para que reciban una atención de calidad. Y para las comunidades a las que no podemos llegar con las clínicas móviles, estamos descentralizando nuestra atención médica creando 30 puntos nuevos de asistencia, de los que 24 ya están operativos.

Para intentar reducir los picos de malaria, que algunos meses de este año incluso se han triplicado, estamos apoyando a las autoridades sanitarias en la región en una campaña preventiva de profilaxis que va a durar 4 meses y formando a personas de las propias comunidades para que realicen tests rápidos que detectan casos de malaria simple. Así las personas infectadas podrán iniciar el tratamiento lo antes posible.

La malaria es una enfermedad potencialmente mortal, aunque prevenible y curable si se recibe el tratamiento adecuado a tiempo. También estamos trabajando junto a las autoridades sanitarias del país para detectar y tratar lo antes posible a niños y niñas, mujeres embarazadas y lactantes con desnutrición y así reducir el riesgo de muerte, especialmente durante los meses en los que escasean los alimentos. La participación de la comunidad también es esencial para detectar a esas personas desnutridas y conseguir que reciban alimentos terapéuticos en nuestras clínicas móviles, puntos de atención médica o sean derivadas a un hospital en casos más agudos.
 

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Haoua y su hijo

El hijo de Haoua Koulo, de 9 años, ingresó en coma por malaria grave en una de nuestras clínicas móviles. Tras ocho días de tratamiento ha salido del coma y ya está comiendo bien.

Haoua Koulo es oriunda de nigeria. Vino desde Boulangou, a 13 kilómetros de nuestro centro médico en Diffa, en un mototaxi con su hijo Aba Tchia, de 9 años. El pequeño había estado en coma durante tres días en su casa a base de tratamientos tradicionales. “Cuando llegué, el equipo médico de MSF ingresó a mi hijo de inmediato en la sala de pediatría donde le hicieron las pruebas y concluyó que tenía malaria grave. Recibió una atención de calidad”. Tras ocho días hospitalizado, el niño ha salido del coma y está comiendo bien. “Agradezco a MSF la atención y recepción gratuitas. Sin ellas, mi hijo no habría sobrevivido”, explica su mamá.



Falmata y su hija

Falmata es una mujer de Nigeria. Oriunda de Abadame, una localidad a más de 70 kilómetros de nuestro centro médico de Diffa, vino con su hija de 18 meses por pérdida de peso, falta de apetito, diarrea y vómitos.

Falmata es nigeriana. Oriunda de Abadame, una localidad a más de 70 kilómetros de nuestro centro médico de Diffa, vino con su hija de 18 meses por pérdida de peso, falta de apetito, diarrea y vómitos. “A mi llegada, el equipo de MSF atendió mi hija y le diagnosticaron desnutrición aguda severa. Ahora mi hija no tiene más diarrea y ha mejorado mucho. Llevamos seis días en el hospital. Doy las gracias a MSF por este apoyo gratuito para medicamentos y alimentos”, dice.

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