"No hemos visto a ningún médico en más de dos años"

Hemos vacunado a casi 1.000 niños contra nueve enfermedades prevenibles en la localidad de Mingala, en República Centroafricana. Para la población, ha sido un día de auténtica celebración. La violencia y el control de las carreteras por parte de los grupos armados les impide acceder a servicios de salud.

MSF
08/05/2019

Tras más de dos años sin acceso humanitario a Mingala, hemos acabado una vacunación de dos días en esta localidad de la República Centroafricana, ubicada a unos 100 kilómetros de Alindao, una zona de difícil acceso debido a la inseguridad por el conflicto que vive el país, a lo que se suman las malas condiciones de la carretera.

Una gran multitud se reunió alrededor de los vehículos de nuestra organización. Mujeres y niños en fila, esperando pacientemente. A pocos metros de distancia, los ancianos se sientan bajo un mango a la sombra. Aguardan el inicio de las consultas. El subprefecto, la única autoridad local todavía presente en el sitio, llama la atención de la audiencia y habla. "Es un gran día para nosotros, un día de celebración. En más de dos años no hemos visto a un médico o a un humanitario en Mingala”. Aplausos.

El conflicto desatado en la prefectura de Bajo Kotto, una de las más pobladas del país, ha encajonado y aislado todavía más esta parte del sureste de la República Centroafricana. Los grupos armados todavía mantienen controles en las carreteras, que se han vuelto más difíciles de sortear. "Cruzamos pueblos fantasmas, quemados, con poblaciones que viven en los bosques por temor a ser atacados", recuerda nuestra coordinadora del proyecto de MSF en Bajo Kotto, Talaré Diabri. En la entrada a Mingala, los adultos dan la bienvenida al equipo. Unos cuantos niños huyen asustados porque no han visto un vehículo en años.

Nuestros equipos médicos pudieron vacunar a 956 niños y 760 mujeres en edad fértil en los dos días de campaña y distribuyeron más de 1.610 mosquiteras para luchar contra la malaria.

Vacunas esenciales

Desde 2013, los sucesivos picos de violencia en República Centroafricana han socavado un sistema de salud que ya era muy precario y han privado a la población del acceso a la atención sanitaria más básica. Muchos niños y mujeres embarazadas no han sido vacunados con regularidad.

Para esta primera fase de la vacunación en Mingala, hemos administrado vacunas contra la poliomielitis, el sarampión, el neumococo, (responsable de infecciones respiratorias) y también la vacuna pentavalente que protege simultáneamente contra la difteria, el tétanos, la tos ferina, la hepatitis B, la haemophilus influenzae tipo b (que puede causar entre otras cosas meningitis) y la fiebre amarilla.

Al mismo tiempo que los enfermeros vacunan a los niños, a pocos metros, ​​una partera consulta a las embarazadas y otra atiende a pacientes con fiebre y realiza pruebas de detección de malaria. "Varios enfermos se nos han acercado, dado que pensaban que podíamos atender a todo el que llegara. Hemos de estabilizar los casos más urgentes ", explica la coordinadora. A pesar de que parte del personal del Ministerio de Salud permanece en Mingala, el único centro de salud en la localidad fue destruido y saqueado en un ataque a la población. Sin material ni equipo médico, este centro de salud sigue siendo la sombra de sí mismo. "Durante el período de malaria y después de un episodio de diarrea hemorrágica, vi hasta más de 10 muertes de niños menores de cinco años por semana", dice la enfermera jefe del centro de salud.

Desde finales de 2018 hemos lanzado una respuesta de emergencia de seis meses para responder a las necesidades médicas de urgencia de la población del distrito de salud de Alindao y Mingala, pero no ha sido hasta recientemente que los equipos han conseguido llegar a esta última población. "Esperamos que otras organizaciones humanitarias puedan también llegar a esta zona del país totalmente privada de servicios de salud y otros servicios básicos", concluye Omar Ahmed Abenza, nuestro coordinador de proyectos en el país.