Chad y Sudán del Sur acogen a más del 60% de las personas que se han visto obligadas a abandonar el país desde abril. Muchas llegan exhaustos y gravemente enfermas y, una vez allí, se enfrentan a la falta de refugio y de atención médica. Carecen de comida y de agua en cantidades suficientes y están expuestos a sufrir brotes de enfermedades como el cólera o el sarampión.

MSF
01/09/2023

El conflicto en Sudán ha provocado el desplazamiento de más de 4,7 millones de personas. Tres de cada 4 se han visto desplazadas dentro del propio país, mientras que del casi millón de personas que han abandonado el país, más de 380.000 han cruzado al este de Chad y 243.000 han buscado refugio en Sudán del Sur.

  • Un barco usado para trasladar a cientos de personas llega al puerto de Bulukat, Sudán del Sur

A esto se suma el comienzo de la temporada de lluvias en las regiones chadiana y sursudanesa que acogen a la mayoría de los refugiados, circunstancia que les expone a la malaria y al riesgo de que surjan brotes de cólera.

Ambos países enfrentan enormes dificultades para dar respuesta a la crisis desatada tras el comienzo de las hostilidades en Sudán el pasado mes de abril. La falta de financiación, recursos y organizaciones sobre el terreno provoca enormes lagunas en la respuesta humanitaria y un mayor sufrimiento para las poblaciones refugiadas.

Ante este escenario, Médicos Sin Fronteras hacemos un llamamiento a las agencias de la ONU, a los donantes internacionales y a las organizaciones humanitarias para que amplíen la respuesta para tratar de cubrir, de forma urgente, las enormes necesidades humanitarias de los refugiados sudaneses en el este de Chad y de los retornados que han vuelto a Sudán del Sur en busca de refugio en el estado del Alto Nilo.

  • Hombres, mujeres y niños procedentes de Renk en el puerto de Bulukat en Malakal, Sudán del Sur.

Chad: urge una respuesta inmediata

La mayoría de las personas que han entrado en Chad han buscado refugio en campos y asentamientos en la ciudad fronteriza de Adre y sus alrededores. Somos testigos de las terribles condiciones de vida que hay en estos asentamientos, donde se enfrentan a una grave escasez de alimentos, agua, saneamiento, refugio y atención médica. 

"Es difícil describir por lo que está pasando esta gente", afirma Susana Borges, nuestra coordinadora de emergencias en Adre. "La gente aguarda con desesperación a que les distribuyan raciones de comida. Algunas llevan cinco semanas sin recibir alimentos. Dan de comer a sus hijos con insectos, hierba y hojas. Tienen mucha menos agua de la que necesitan y muchos carecen de cualquier tipo de refugio. ¿Cómo pueden sobrevivir así? Y aunque tuvieran alimentos, ni siquiera tienen suministros básicos para cocinar".

Nuestras consultas están llenas de pacientes que presentan problemas de salud relacionados con las precarias condiciones en las que se ven obligados a vivir y con la falta de alimentos. "En términos de necesidades médicas, lo más urgente en estos momentos es cubrir todas las actividades relacionadas con la malaria, la diarrea y la desnutrición", explica Borges. "Hacemos todo lo que podemos, pero las necesidades de la gente son inmensas y no damos abasto".

  • El oficial clínico Chuol Hoth examina a un niño en la clínica móvil de MSF en el centro de tránsito de Bulukat, Sudán del Sur.

Por ello, hemos ampliado a 420 camas la capacidad de hospitalización del hospital de Adre y de cuatro centros de salud vecinos. Los trabajadores humanitarios atienden unas 460 consultas diarias en la clínica de Camp Ecole y están tratando a 372 niños y niñas con desnutrición. En el hospital de Adre, 150 pacientes reciben tratamiento traumatológico, la mayoría por heridas de bala sufridas en Sudán, mientras que 133 niños y niñas están siendo tratados por complicaciones médicas potencialmente mortales relacionadas con la malaria y la desnutrición. 

También prestamos atención materna y a supervivientes de violencia sexual. Cuentan además con un equipo de psicología en Camp Ecole que ha recibido numerosos informes de mujeres y niñas sudanesas que han sufrido violaciones y otras formas de violencia sexual en su camino hacia Chad. 

La situación en el este de Chad es una emergencia grave y corre el riesgo de deteriorarse aún más si no se incrementa rápida y sustancialmente la ayuda humanitaria”, explica Trish Newport, nuestra coordinadora de emergencias. 

  • Un carro tirado por un burro se utiliza para transportar equipaje en el campo de tránsito de Bulukat.

Sudán del Sur: retornados exhaustos

En Sudán del Sur, los refugiados sursudaneses que regresan ahora a su país desde el vecino del norte se encuentran en una situación igualmente delicada, con centros de tránsito desbordados, falta de refugio adecuado y de atención médica y escasez de alimentos.

En las últimas semanas, decenas de miles de sursudaneses que estaban viviendo en Sudán, en su mayoría refugiados, han llegado enfermos y agotados al centro de tránsito de Bulukat, en el estado del Alto Nilo, tras casi 72 horas de viaje en barcas desde Renk. El centro de tránsito acoge en estos momentos a unas 5.000 personas que carecen de alimentos, refugio o servicios sanitarios suficientes y muchas personas tienen que alojarse en tiendas de campaña provisionales o quedarse directamente a la intemperie, en plena temporada de lluvias. 

El 80% de las personas que han entrado en Sudán del Sur en busca de refugio lo han hecho a través de Renk, en el noreste del país, según Naciones Unidas. La mitad de estas han expresado su intención de quedarse en el Alto Nilo, una zona ya muy afectada por el conflicto en Sudán del Sur y por la falta de servicios sanitarios.

  • Hombres, mujeres y niños recién llegados de Renk descargan su equipaje de un barco en el puerto de Bulukat.

Tras días de peligroso viaje, las personas retornadas suelen llegar a la frontera extremadamente exhaustas y sin dinero para seguir viajando o simplemente adquirir alimentos, por lo que dependen totalmente de la ayuda humanitaria. La falta de comida es el problema más acuciante en estos momentos.

Desde abril, y durante tres meses consecutivos, se ha registrado un notable aumento de los ingresos en la planta de pediatría. A finales de julio se constató que los ingresos habían aumentado un 300 % respecto a abril (cuando estalló el conflicto en Sudán) en nuestro centro de alimentación terapéutica de niños y niñas con desnutrición en Malakal. 

La sala de pediatría en nuestro hospital en Malakal, cuya capacidad se ha ampliado recientemente, se enfrenta a una tasa de mortalidad cercana al 6%, ya que muchos de niños y niñas llegan tarde y extremadamente enfermos.

"En nuestros centros de Malakal estamos registrando un alarmante aumento de casos de sarampión y de desnutrición, especialmente entre los niños. La tasa de mortalidad es extremadamente alta; el motivo: los pacientes llegan tan tarde y tan enfermos que, en ocasiones, los equipos médicos no pueden hacer nada por salvarles la vida. Es vital que se amplíe inmediatamente la respuesta médica y humanitaria desde los puntos de entrada de la población en Sudán del Sur hasta los lugares donde ellos elijan ser reubicados", alerta Luz Linares, nuestra coordinadora general en Sudán del Sur.