Una generación entera de niños y niñas, en peligro por las consecuencias de la COVID-19

La pandemia se ha convertido en la mayor amenaza para la salud infantil a la que nos hemos enfrentado nunca. Copa la mayoría de los recursos, paralizando la atención pediátrica básica y poniendo en peligro campañas de vacunación vitales.

MSF
15/10/2020

La COVID-19 nos preocupa en todo el mundo y tratamos de luchar contra la pandemia y de prevenir su avance en nuestros proyectos en todo el mundo. Sin embargo, nos preocupa y alarma aún más un hecho del que somos testigos a diario: la COVID-19 se ha convertido en la mayor amenaza para la salud infantil a la que nos hemos enfrentado nunca.

Esta crisis mundial sin precedentes está haciendo que los recursos económicos y humanos disponibles para atención médica se redirijan mayoritariamente a dar respuesta a la COVID-19. Como consecuencia, se está reduciendo o, lo que es peor, paralizando la atención pediátrica básica.

Esa disminución de la atención, que se agudiza también por las medidas para evitar aglomeraciones en los servicios de salud, está poniendo en peligro la vida de cientos de miles de niños y niñas, sobre todo en las poblaciones más vulnerables.

Así pues, aunque los niños tienen menos riesgo de contraer la enfermedad o de presentar casos graves, las consecuencias indirectas son devastadoras. Si no se actúa hoy mismo en países con sistemas de salud muy debilitados, veremos morir a muchos más pequeños porque no recibirán atención médica básica o porque sus madres no tendrán un parto seguro ni atención posnatal.

Por otro lado, como sabéis, hay enfermedades que pueden evitarse fácilmente con una simple vacuna. Mientras todos estamos esperando una vacuna para la COVID-19, no podemos dejar de lado esas otras vacunas, que sabemos que son efectivas e imprescindibles.


Varios niños esperan a ser vacunados en el centro de salud de Lunyeka, en la RDC, durante el primer día de nuestra campaña contra el sarampión.

Por suerte, en los últimos 50 años la cifra de muertes evitables por vacunación ha disminuido de forma drástica, debido al trabajo que realizamos las diferentes organizaciones médicas y humanitarias conjuntamente con los Gobiernos y gracias a la ayuda de personas como tú. Pero, según la Organización Mundial de la Salud, 13,5 millones de niños ya han perdido la posibilidad de recibir una vacunación al suspenderse campañas masivas de prevención por culpa de la COVID-19.

Esto es inaceptable. Por eso ponemos todos los recursos disponibles para mantener las actividades de vacunación de forma segura para los niños y el personal. Cada año, vacunamos a casi dos millones de niños contra el sarampión.

Por ello, la interrupción de la vacunación a causa de la COVID-19 puede tener efectos devastadores para los más pequeños.

En República Democrática del Congo ya estamos viendo cómo aumenta peligrosamente la incidencia del sarampión en la población infantil. Esta enfermedad resurgió allí con fuerza hace dos años y hemos estado trabajando desde entonces para cortar la cadena de transmisión.

Solo en el 2019 se diagnosticaron 310.000 casos, lo que convirtió el brote en el peor de los últimos diez años en este país africano y el mayor actualmente activo en todo el mundo. Y lo más duro es que la mayoría de los 6.600 fallecidos fueron niños.

Si ahora hay actividades de vacunación que se suspenden por falta de material de protección y de recursos, las consecuencias para los niños serán catastróficas. Se estima que, por cada muerte de COVID-19 evitada, podrían morir más de 100 niños que no han podido ser vacunados.

Testimonios como el de Albertine, que vive en la provincia de Kasai, en República Democrática del Congo, no deberían volverse a repetir nunca: “El sarampión causó mucho daño en mi pueblo. Hubo muertes en casi todas las casas. Algunas familias perdieron a dos, tres o incluso cuatro niños”.

Disponer de los recursos y medios necesarios para hacer frente a una actividad esencial como es la vacunación infantil resulta fundamental para prevenir la muerte de los niños afectados por crisis humanitarias. Ahora, en plena pandemia de COVID-19, aún más.