En barco o en coche: así llevamos asistencia médica a lugares remotos de Sudán del Sur

Nuestro nuevo proyecto ofrece servicios de salud primaria a algunas de las zonas más aisladas del país. Nuestros equipos móviles tratan a unos 2.000 pacientes al mes.

MSF
14/03/2018

Son las 8:00. Nuestro centro en Akobo (Sudán del Sur), es una colmena en plena actividad.

Delante de la carpa de logística, nuestros compañeros cargan con cuidado mesas, sillas, alfombras, cámaras sépticas, medicamentos y otros materiales en la parte trasera de un coche.

Cerca, nuestro coordinador se toma deprisa una taza de café mientras farfulla unas palabras con una radio portátil llena de polvo.

Con unos chalecos salvavidas sobre sus hombros aún sin abrochar, un equipo de médicos, enfermeros y promotores comunitarios de salud debaten la estrategia del día.

Cuando al fin el sol sale tras la última capa de follaje de Akobo, el centro está tranquilo y nuestro equipo móvil ya se dirige río arriba por el Pibor. Su destino: un pueblo aislado donde no existe ningún servicio de salud.

Desde diciembre de 2013, debido al conflicto actual en Sudán del Sur, millones de personas se han desplazado de sus hogares. A día de hoy, muchos siguen haciéndolo.

En Akobo, quienes huyen de las zonas de conflicto vecinas llegan casi a diario. Algunos de nuestros pacientes nos cuentan cómo emprenden un viaje de varios días a pie. No se van hasta bien entrada la noche, cuando los combates se detienen al menos durante unas horas.

La mayoría de los desplazados son mujeres y niños. Algunos logran instalarse cerca de sus familiares, amigos o conocidos, pero otros no tienen más opción que quedarse en la escuela primaria cercana, con poco acceso a alimento y agua.

Muchos están traumatizados después de haber visto a sus parejas, padres o hermanos asesinados, en medio de esta inseguridad.

Debido al conflicto en curso y a los desplazamientos, en esta región las necesidades médicas son enormes. En ese contexto, hemos iniciado un nuevo proyecto en Sudán del Sur.

Con el fin de responder a las necesidades de las comunidades de acogida y de las poblaciones desplazadas, actualmente operamos clínicas móviles que viajan en barco o en coche. El objetivo, proporcionar servicios de salud primaria donde más se necesitan.

“Akobo y los pueblos de sus alrededores están prácticamente privados de servicios de atención de salud confiables y de calidad”, explica Raphael Veicht, nuestro coordinador general en el país. “Como las estructuras médicas de la región fueron abandonadas o reasignadas a otros usos, esta población, ya muy vulnerable, no tiene a donde ir para obtener cuidados básicos”.

En pocos minutos, una clínica

Nuestro equipo médico, que partió temprano esta mañana, ya ha llegado a Kier, un pueblo que se encuentra a una hora en barco. Como de costumbre, se instala a la sombra de algunos pocos árboles bien ubicados.

En pocos minutos, el lugar se transforma en una clínica de cuidados básicos de salud, con una sala de espera y carpas a modo de consultorios individuales.

Los pacientes llegan y se sientan tranquilamente sobre las alfombras, listos para la revisión, mientras los enfermeros auxiliares preparan los fármacos que los médicos han recetado.

En solo dos horas y media, cerca de 30 pacientes ya han sido examinados.

“Generalmente recibimos entre 50 y 60 pacientes al día”, detalla Tut Kuan Ler, uno de nuestros médicos. Hoy, seis de ellos dieron positivo en el test de malaria y cinco niños pequeños tenían diarrea. También tuvimos un caso de una infección fúngica”, relata

Con las clínicas móviles que se desplazan actualmente entre siete localidades diferentes de los antiguos condados de Akobo y Ulang, nuestros equipos médicos tratan a más de 2.000 pacientes al mes.

También estamos construyendo un centro de atención primaria en Kier capaz de ofrecer cuidados más avanzados. Sin embargo, nuestros equipos son, por el momento, móviles.

A las 14:30, los últimos pacientes ya han pasaron por la clínica. Tut Kuan Ler se detiene y da un último vistazo hacia el campo, al lado, en busca de pacientes que no hayan podido llegar a tiempo. No hay nadie.

“Es hora de empaquetar y volver a Akobo”, concluye.