81 refugiados y migrantes forzados a desembarcar en Libia

Las fuerzas de seguridad libia nos impiden acceder a ellos: hay 20 menores y muchos son víctimas de tortura. Estamos muy preocupados por su estado de salud. Insistimos: Libia no es un puerto seguro.

MSF
23/11/2018

El 20 de noviembre, las fuerzas de seguridad de Libia desembarcaron por la fuerza a 81 refugiados y migrantes que permanecían en el buque de carga Nivin, de bandera panameña, atracado en el puerto comercial de Misrata. También impidieron que nuestro equipo accediera a la zona.  

Entre el grupo desembarcado a la fuerza había más de 20 menores de edad, víctimas de tráfico y tortura, y otras que declaraban estar registradas con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR).

Desde entonces, no hemos tenido acceso a ninguno de los miembros del grupo que estuvo abordo del Nivin. No nos autorizan a ver pacientes a los que habíamos podido atender y realizar seguimiento durante 10 días. Estamos extremadamente preocupados por la falta de información oficial respecto de su ubicación actual y su estado de salud.

El grupo inicial de 97 personas a bordo del Nivin no debería haber vuelto a Misrata, sino a un puerto seguro en concordancia con las leyes marítimas e internacionales. Basado en la posición oficial de UNCHR, Libia no puede ser considerado un puerto seguro.

Entre el 11 y el 18 de noviembre, antes del desembarco forzoso, nuestro equipo médico llevó a cabo más de 90 consultas a bordo del Nivin.

El 14 de noviembre, 14 personas vulnerables dejaron el Nivin y fueron transferidas a un centro de detención oficial. El resto del grupo siguió negándose a desembarcar en Libia por miedo a enfrentar una detención arbitraria y otros peligros que experimentaron de primera mano durante su estancia previa en el país.

Necesitan protección

Nos horroriza ver que, durante 10 días, a pesar de nuestros repetidos reclamos para evitar un desenlace violento, no se haya alcanzado ningún compromiso para implementar otra alternativa que la detención. Lo que sucedió en cambio demuestra una vez más el fracaso en proveer de tan necesitada protección a personas que buscan seguridad.

A día de hoy, la realidad es que las personas interceptadas en el mar y llevadas de vuelta a las costas de Libia en violación de la ley internacional y las convenciones marítimas quedan sin otra opción que una detención arbitraria e indefinida.

Esta trágica situación es el resultado de esfuerzos deliberados y concertados por Europa para evitar que refugiados, migrantes y solicitantes de asilo alcancen sus puertas a cualquier precio.

Recientemente, Italia fue un paso más allá al señalar a las personas que huyen por sus vidas y a aquellos que los asisten como criminales al solicitar la incautación del barco de búsqueda y rescate Aquarius, que operamos junto a SOS Mediterranée, por supuestas anomalías en la gestión de residuos. Este es un episodio más, tras dos años de campañas difamatorias, investigaciones judiciales y obstáculos burocráticos contra nuestro trabajo humanitario.