Contra el “apartheid de las vacunas”

Umunyana Rugege, abogada, es directora de Section27, organización sudafricana de defensa de los derechos humanos y la justicia social. Entre los casos que ha liderado, se cuentan varios relacionados con el derecho a la salud y el acceso a los medicamentos.

MSF
29/04/2021
Umunyana Rugege, abogada y directora de Section27

Por Umunyana Rugege, directora de Section27

“La salud no puede depender de cuánto ganas es un derecho humano fundamental”. Fueron las palabras de Nelson Mandela, presidente sudafricano, el 1 de diciembre de 2003, Día Mundial del Sida. En Sudáfrica aún recordamos aquellos tiempos, cuando cada día enterrábamos a personas muertas por el VIH.

Mientras esto sucedía en mi país, los antirretrovirales salvaban vidas en Estados Unidos y Europa. Pero no llegaban a Sudáfrica. Y la gente moría. Gracias a la movilización de organizaciones de la sociedad civil y de las propias personas con VIH, los monopolios de las farmacéuticas fueron derrotados y pudieron fabricarse antirretrovirales genéricos en aquellos países donde las patentes no bloqueaban la producción. Los precios se redujeron drásticamente y se salvaron cientos de miles de vidas.

La COVID-19 nos ha traído hasta otra encrucijada histórica. A la mayor parte de la población mundial se le niega el acceso a las vacunas, porque no hay suficientes. Por otro lado, los países ricos que se lo pueden permitir están comprando más de las que van a necesitar. El “apartheid de las vacunas” es muy real. Debemos movilizarnos.

Mapa - Apoyos y rechazos a la suspensión temporal de patentes relacionadas con la COVID-19

Section27 ha respaldado la propuesta de suspensión de la propiedad intelectual presentada por los Gobiernos de Sudáfrica e India ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). De aprobarse, cada país sería libre de decidir si concede o aplica, o no, las patentes para los medicamentos y vacunas de la COVID-19. Sería una señal para otros fabricantes, que podrían empezar a producir sin miedo a ser bloqueados por las patentes y por otros monopolios. A la suspensión se oponen muchos países ricos –entre ellos los de la Unión Europea–, que están poniendo en peligro muchas vidas en el resto del mundo.

Por nuestra parte, trabajamos activamente a favor de esta propuesta en diferentes foros. Estamos interpelando a numerosos países, en especial Estados Unidos y la UE, para que dejen de oponerse a la suspensión y hemos entregado en sus Embajadas en Sudáfrica un memorando para pedirles que cambien de postura. Estos países han elegido proteger a la industria farmacéutica y sus ganancias en lugar de respetar la soberanía de aquellos otros países que quieren proteger la salud pública en sus propias jurisdicciones.

Asimismo, junto con nuestros socios en la campaña ‘Cambiad las leyes de patentes’ (‘Fix the patent laws’ –de la que MSF es miembro fundador–), queremos mejorar el marco legal de Sudáfrica. En un país donde la salud pública es una gran carga, donde el VIH sigue golpeando, donde muere más gente de tuberculosis que de cualquier otra enfermedad, donde el cáncer es un problema creciente, necesitamos leyes que no impidan el acceso a los medicamentos. Las patentes deben ser escrutadas a fondo, incluso impugnadas si no traen avances científicos o cuando esté en juego la vida de personas. En esta parte del mundo donde yo vivo, “tener acceso a medicamentos” significa no tener que elegir entre comprar medicinas o dar de comer a tu familia.

Las compañías farmacéuticas tienen beneficios. Solo hacen negocios con los países ricos. Como ya vimos a cuenta del VIH, el resto del mundo lo ignoran, porque no representa un incentivo de mercado.

Por eso os pedimos que os unáis a nosotros para presionar a los Gobiernos, entre ellos al español, para que apoyen la suspensión de las patentes y animen a otros países a hacer lo propio. Si no cambiamos la forma de hacer negocios con las farmacéuticas, vamos a crear un mundo donde estos nacionalismos son buenos, donde está bien ignorar a otras (grandes) partes del mundo y sus necesidades médicas.

No basta con que los países ricos donen vacunas a África. Una emergencia de salud pública no se soluciona con caridad. Se soluciona si cambias tu percepción del mundo, si examinas las desigualdades que persisten desde hace décadas y entiendes cómo funcionan. Y el sistema que tenemos no funciona en tiempos normales. Mucho menos en una pandemia.