Los desplazados de Zamzam, en Sudán, relatan matanzas, violaciones y saqueos durante el ataque y en su huida hacia Tawila.
Tres semanas después de la ofensiva terrestre a gran escala perpetrada por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) contra el campo de Zamzam, a principios de abril de 2025, continúan las informaciones sobre la intensificación de los combates en El Fasher y siguen llegando más personas desplazadas a Tawila (Darfur Norte).
Llegan en un estado de extrema vulnerabilidad -muchos han resultado gravemente heridos en el ataque y, además, Zamzam ya había sido clasificado en situación de hambruna en agosto de 2024- que ha desbordado el servicio de urgencias y nutrición del hospital de la ciudad, que apoyamos.
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Los y las pacientes hacen cola junto al puesto de salud de Tawila Umda, esperando consulta. © Thibault Fendler/MSF
“Vinieron con sus ametralladoras. Atacaron y mataron gente, incluso niños. Quemaron nuestra casa con todo lo que teníamos dentro. Violaron a las mujeres. Mataron, saquearon…”, cuenta Mariam*, de 40 años, que llegó a Tawila tres días después del ataque al campo de Zamzam. “Incluso antes del ataque, ya había personas que morían de sed y de hambre por el asedio impuesto al campo durante el último año. Todo era tan caro que, al final, ya no podíamos permitirnos nada”.
Mariam llegó junto a su madre, sus hermanas y los hijos de estas. Un grupo familiar de 20 personas. Ahora todos pasan los días apiñados bajo el refugio improvisado que lograron construir con algunas ramas y un trozo de tela, compartiendo la poca sombra que les brinda. “Aquí no hay comida. Algunas personas de Tawila compartieron un poco de harina de mijo con nosotros, y con eso hicimos una especie de gachas. Así hemos sobrevivido hasta ahora: pidiendo. Conseguimos agua de un depósito, pero solo nos permiten llenar un bidón por familia, y en la nuestra somos 20. Solo tenemos una manta para todos”.
Desde el 12 de abril, cuando comenzaron a llegar personas desde Zamzam, las zonas que rodean Tawila se han transformado por completo: se estima que decenas de miles viven ahora en refugios improvisados en campos que hasta hace pocas semanas estaban completamente deshabitados.
“Llevamos cuatro días aquí, tal como nos ves: sin paredes, sin techo”, dice Ibrahim, de 42 años, quien huyó de Zamzam a pie con 11 miembros de su familia. Cargó a uno de sus hijos sobre los hombros y a otro en la espalda durante cinco días. Es la cuarta vez en diez años que se ve desplazado en circunstancias similares. Relata cómo los soldados entraban en las casas, sacaban a la gente y abrían fuego. Así mataron a tres de sus hermanos. En el camino a Tawila, le robaron y presenció palizas tan brutales que algunas personas ya no podían moverse.
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Pacientes esperando cuidados médicos en la entrada de urgencias del hospital de Tawila. © Thibault Fendler/MSF
“Bajo este árbol, está tan lleno de gente, nos falta agua, refugio… No hay nada que comer, todos tienen hambre”, comenta. “Recibimos algo de comida en las cocinas comunitarias. A veces conseguimos un poco de arroz cuando reparten las comidas, pero si no alcanzamos, tenemos que esperar al día siguiente para poder comer algo. Para conseguir agua vamos a un pozo, pero hay tanta gente que tenemos que esperar horas para poder beber”.
En Tawila hay apenas un puñado de organizaciones presentes, pero la cantidad de personas que necesitan ayuda supera con creces la capacidad de respuesta. Nuestros equipos han instalado dos puestos de salud en los principales puntos de llegada para brindar agua, atención médica y nutricional inmediata, y derivar a los pacientes críticos al hospital local de Tawila, que apoyamos desde octubre de 2024.
“[El 12 de abril] la sala de emergencias estaba desbordada”, explica Tiphaine Salmon, nuestra jefa de enfermería, que estaba trabajando en el hospital el día en que comenzaron a llegar masivamente los casos graves. “En los primeros días, el número de pacientes en el hospital casi se duplicó. En un momento, tuvimos que colocar a cuatro pacientes en una sola cama por falta de espacio.
Muchas personas presentaban heridas de bala y lesiones por explosiones: en las últimas tres semanas hemos atendido a 779 personas, incluidos 138 niños. De todos los pacientes, 187 eran casos graves. El más pequeño que vi fue un bebé de siete meses con una herida de bala que entró por debajo de la barbilla y salió por el hombro. También recibimos recién nacidos de solo un día con cuadros de deshidratación. Muchos niños llegaron sin sus padres, y muchos padres buscaban desesperadamente a sus hijos”.
"Muchos niños llegaron sin sus padres, y muchos padres buscaban desesperadamente a sus hijos"
Tiphaine Salmon, jefa de enfermería MSF en Tawila
Al mismo tiempo, nuestros equipos en el hospital han sido testigos de una explosión en las admisiones del centro de alimentación terapéutica intensiva, donde se atiende a niños menores de 5 años con desnutrición aguda severa y otras comorbilidades. La semana después de que empezaran a llegar masivamente personas a Tawila, las admisiones se multiplicaron casi por diez: pasaron de un promedio de 6-7 por semana a más de 60. Eran, en su mayoría, niños provenientes de Zamzam: una clara muestra de la situación nutricional en el campo, ya afectado por la hambruna.
Para agravar aún más la situación, en marzo comenzó un brote sospechoso de sarampión en Tawila. Desde febrero, hemos tratado más de 900 casos sospechosos en el hospital, y más de 300 han sido tan graves que requirieron hospitalización. Esto llevó a nuestros equipos a lanzar una campaña de vacunación masiva en la ciudad durante la primera semana de abril, logrando inmunizar a 18.000 niños menores de 5 años. Sin embargo, una semana después de la llegada masiva desde Zamzam, nuestros equipos ya detectaban varios casos sospechosos entre los recién llegados, lo que indica que el sarampión ya se estaba propagando entre los desplazados.
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Mariam sostiene a Adam en brazos, en el puesto de salud de MSF en Tawila Umda. Adam fue herido en la cabeza por una bala cuando él y su familia intentaban huir del campo de Zamzam.
Es uno de los 138 niños tratados por MSF por heridas de bala desde el 11 de abril. © Thibault Fendler/MSF
La combinación de desnutrición y sarampión, en lugares con alta densidad de población y condiciones higiénicas precarias, puede resultar especialmente letal para los niños pequeños, con consecuencias desastrosas.
MSF seguimos ampliando su intervención en Tawila. Además de realizar cientos de consultas médicas por día, la organización ha donado alimentos secos a las cocinas comunitarias locales, lo que ha permitido preparar y distribuir más de 16.000 comidas diarias. También proporciona 100.000 litros de agua potable al día y tiene previsto construir 300 letrinas adicionales.
Sin embargo, las necesidades siguen siendo inmensas y superan ampliamente nuestra capacidad de respuesta. Aunque otros actores también se han movilizado y ya se ha realizado una primera distribución masiva de alimentos, la respuesta humanitaria necesita escalarse de manera urgente y significativa. MSF hace un llamamiento a las agencias de la ONU para que aumenten considerablemente su presencia sobre el terreno y puedan coordinar una respuesta a la altura de las crecientes necesidades.
*Los nombres de las personas desplazadas han sido cambiados para mantener el anonimato.
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