COP30: pedimos acciones concretas para abordar los impactos de la crisis climática en la salud de las poblaciones en situación de vulnerabilidad

El impacto de la crisis climática se siente con mayor intensidad entre las poblaciones en situación de vulnerabilidad, cuyas voces deberían ser escuchadas durante la conferencia de la ONU que se celebra del 10 al 21 de noviembre en Belém, Brasil.

MSF
11/11/2025
Old Fangak, Sudán del Sur.

Aunque los impactos del cambio climático en la salud son cada vez más evidentes, las discusiones sobre salud han sido históricamente marginadas en los debates de alto nivel en las conferencias climáticas de la ONU. La COP30, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en Belém (Brasil), representa una oportunidad crucial para aumentar la conciencia global sobre las consecuencias del cambio climático en la salud y para avanzar en estrategias eficaces de adaptación y resiliencia frente a los desafíos climáticos.

Millones de personas en todo el mundo ya enfrentan graves consecuencias sanitarias debido a la emergencia climática, pero la carga más pesada recae sobre las poblaciones más vulnerables. Médicos Sin Fronteras asistimos a comunidades que experimentan de primera mano los efectos de la crisis climática en su salud.

“Vemos el impacto cada día en los distintos lugares donde trabajamos, y las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad son las más afectadas, precisamente aquellas que menos contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas comunidades están pagando con su vida y su salud una crisis que no crearon”, afirma la doctora Maria Guevara, nuestra secretaria médica.

Somos testigo directo del coste humano de la emergencia climática

Nuestros equipos constatan que los fenómenos meteorológicos extremos, repetidos y superpuestos -como inundaciones, sequías y tormentas- aumentan a un ritmo vertiginoso en muchas zonas. Las comunidades se ven afectadas una y otra vez antes de tener tiempo o capacidad para recuperarse del desastre anterior.

Estos eventos no solo incrementan los riesgos físicos y los daños en infraestructuras, sino que también erosionan la resiliencia emocional y psicológica, provocando traumas complejos derivados del impacto inmediato, la separación familiar, la inseguridad alimentaria y el desplazamiento.

  • Intervención de mergencia en Riang, estado de Jonglei, Sudán del Sur.

Eso ocurrió recientemente en Brasil, cuando episodios consecutivos de lluvias intensas, inundaciones y deslizamientos de tierra afectaron al estado sureño de Río Grande do Sul en 2023 y 2024, dejando cientos de muertos y desplazando a cientos de miles de personas. MSF desplegamos una respuesta centrada en el apoyo a las poblaciones vulnerables mediante clínicas móviles, atención médica y de salud mental en refugios, y formación de profesionales locales en primeros auxilios psicológicos.

Los más afectados suelen ser quienes ya carecen de acceso a servicios básicos de salud o están excluidos de ellos: personas que viven en zonas de conflicto, familias desplazadas, poblaciones rurales, personas en situación de pobreza y comunidades indígenas. La emergencia climática agrava las desigualdades sanitarias y sociales existentes, intensificando vulnerabilidades previas.

Otros de nuestros proyectos responden a fenómenos meteorológicos extremos (como ciclones e inundaciones) que se han vuelto más frecuentes e intensos, especialmente en Mozambique el año pasado y Madagascar este año.

Los patrones de lluvia son cada vez más irregulares, lo que favorece la propagación de enfermedades transmitidas por vectores como la malaria y el dengue. Estas y otras enfermedades pueden resultar más letales si se combinan con la desnutrición, como se observó el año pasado en el norte de Nigeria.

Las sequías son más prolongadas, limitando el acceso al agua, como ocurre en Mozambique, y las olas de calor se vuelven más frecuentes. En Zimbabue, la sequía provocó pérdidas de cosechas, lo que en los últimos años llevó a muchos agricultores a dedicarse a la minería informal. Allí, el acceso al agua segura se convirtió en un gran problema, y MSF intervinimos para identificar fuentes contaminadas e implementar soluciones.

Las consecuencias de la crisis climática son claramente más graves para quienes viven en entornos vulnerables. En algunas comunidades, incluso la simple recomendación de mantenerse hidratado resulta imposible por la falta de fuentes de agua potable. Una inundación en una ciudad puede causar daños, pero una inundación en un área con un sistema de saneamiento precario puede propagar enfermedades como el cólera y la diarrea, como sucedió en Haití.

“Es importante entender que muchos de estos impactos son acumulativos y recaen sobre comunidades que, en general, tienen recursos muy limitados para reaccionar de forma eficaz”, explica la doctora Guevara. “En MSF trabajamos para adaptar nuestras operaciones y hacer frente de forma más efectiva a los problemas derivados de la crisis climática. Necesitamos más sistemas de detección temprana que consideren no solo los patrones meteorológicos, sino también los epidemiológicos, para comprender mejor esta interrelación y reaccionar más rápido y con mayor eficacia”.

  • Vehículo de MSF en Kenia.

De los compromisos a la acción

La COP30 debe llevar a los países a presentar objetivos climáticos más ambiciosos. Hasta ahora, el incumplimiento de los compromisos para reducir las emisiones ha provocado un calentamiento global continuo. Si el cambio climático sigue avanzando sin control, las condiciones de vida de muchas personas en el mundo serán aún más inaceptables.

Además de compromisos más ambiciosos, es urgente pasar a la acción. “Los países y comunidades más afectadas no están recibiendo el apoyo que necesitan: un apoyo financiero y técnico concreto que se traduzca en mejoras reales en la salud de las personas y en los sistemas de salud sobre el terreno”, añade Guevara.

MSF abogamos por integrar una perspectiva más sólida de salud y humanitaria en la agenda de la conferencia y por movilizar acciones concretas que protejan la salud de las comunidades más vulnerables. También es esencial garantizar un acceso equitativo a las estrategias de adaptación climática, para no perpetuar mecanismos que aumenten las desigualdades y beneficien solo a los países ricos. Esto resulta especialmente preocupante dado que la financiación para la adaptación es claramente insuficiente para cubrir las necesidades, ampliando así la brecha de desigualdad.

Pese a este escenario desafiante, un aspecto prometedor de la conferencia de Belém es el papel más destacado que se espera para las poblaciones locales e indígenas en la formulación e implementación de soluciones, lo que renueva la esperanza de que la tan postergada acción finalmente avance allí donde más importa.

“Nuestra experiencia demuestra que un enfoque de arriba hacia abajo no solo sería ineficaz, sino que sería un error no aplicar el conocimiento de las comunidades tradicionales para abordar un desafío tan complejo como la emergencia climática”, afirma Renata Reis, nuestra directora ejecutiva de MSF Brasil. “Si nuestros esfuerzos ignoran el saber local e indígena, corremos el riesgo de pasar por alto las necesidades reales y profundizar las desigualdades existentes”.

No podemos estar sanos en un planeta enfermo.
La crisis climática es una crisis sanitaria. 

Palabras Clave