La inminente crisis de reposición de fondos del Fondo Mundial amenaza décadas de progreso contra el VIH, la tuberculosis y la malaria
Es fundamental mantener las inversiones para evitar recortes catastróficos y el aumento desorbitado de los costes para los pacientes
En vísperas de la octava Cumbre de Reposición de Fondos del Fondo Mundial en Johannesburgo, Médicos Sin Fronteras hacemos un llamamiento a los líderes mundiales para que financien en su totalidad el objetivo de 18.000 millones de dólares del Fondo Mundial. No alcanzar esta meta conlleva el riesgo de recortes catastróficos en servicios esenciales, amenaza con el resurgimiento del VIH, la tuberculosis y la malaria, y obliga a los pacientes más vulnerables del mundo a asumir la carga financiera de la atención médica.
La reunión de alto nivel para la recaudación de fondos, organizada conjuntamente por Reino Unido y Sudáfrica, tendrá lugar el viernes 21 de noviembre de 2025, en el marco de la Cumbre de Líderes del G20. Para este ciclo de financiación de tres años (2027-2029), existe un alto riesgo de que el Fondo Mundial reciba promesas de donación varios miles de millones por debajo del objetivo necesario para responder eficazmente al VIH, la tuberculosis y la malaria, posiblemente incluso miles de millones por debajo de la última reposición de 15.000 millones, que aun así resultó drásticamente insuficiente para cubrir las necesidades de financiación para combatir estas enfermedades.
“La comunidad internacional no puede permitirse el lujo de flaquear ahora. Estamos viendo cómo los principales donantes tradicionales anuncian recortes drásticos, incluso cuando crece la necesidad de una inversión sostenida”, afirma Tess Hewett, nuestra asesora de políticas de salud. “Cuando la financiación es insuficiente, son los pacientes -los que menos recursos tienen para costear la atención médica- quienes pagan las consecuencias”.
Las consecuencias de no alcanzar el objetivo de 18.000 millones de dólares serán graves e inmediatas. Si las promesas de donación son insuficientes, se verán perjudicadas labores vitales como el apoyo a los sistemas de recopilación de datos que supervisan la incidencia de enfermedades y la prestación de servicios, lo que supondrá la pérdida del impulso logrado durante las dos reposiciones anteriores. Los recortes podrían afectar gravemente la respuesta mundial a la tuberculosis, ya que el Fondo Mundial actualmente financia el 76% de la respuesta mundial de los donantes a esta enfermedad. Además, se limitará la adopción de nuevas herramientas prometedoras, como las nuevas vacunas contra la tuberculosis, las vacunas existentes contra la malaria y las nuevas herramientas de prevención del VIH, como el lenacapavir.
Las demoras en la finalización de los compromisos posteriores al 21 de noviembre comprometerán la planificación eficaz de los programas y obligarán a destinar fondos a mecanismos menos eficientes, como la optimización de la cartera o las aportaciones adicionales a mitad de ciclo.
Cuando la financiación es insuficiente, la carga financiera suele trasladarse a las poblaciones vulnerables mediante un mayor énfasis en la movilización de recursos internos. Si bien esto se concibe como un aumento del gasto en salud por parte de los gobiernos nacionales, en realidad este cambio frecuentemente resulta en un aumento de los gastos directos de las personas. Esto es particularmente cierto en los países de bajos ingresos, donde el gasto de los pacientes ya es la fuente más importante de financiación de la salud.
Los compromisos iniciales para la octava reposición de fondos han sido profundamente preocupantes. Alemania y Reino Unido, los únicos donantes tradicionales importantes que se han comprometido hasta ahora, han reducido su contribución en comparación con el ciclo anterior (Alemania: 1.000 millones de euros en lugar de 1.300 millones; Reino Unido: 850 millones de libras esterlinas en lugar de 1.000 millones). Ningún donante ha aumentado su compromiso teniendo en cuenta la inflación.
Si los grandes donantes siguen el ejemplo de Alemania y Reino Unido, las consecuencias serán catastróficas para las personas de todo el mundo afectadas por la tuberculosis, el VIH y la malaria: las tres enfermedades infecciosas más mortales del mundo, pero totalmente prevenibles.
“Instamos a los demás grandes donantes a que tengan en cuenta la evidencia contenida en nuestro Informe sobre Brechas Mortales y se comprometan plenamente el 21 de noviembre”, concluye Tess Hewett. “Para acelerar el progreso hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 y erradicar la tuberculosis, el VIH y la malaria como amenazas para la salud pública, el Fondo Mundial necesita los 18.000 millones de dólares estadounidenses. Con los recursos adecuados, el Fondo Mundial cree que puede salvar 23 millones de vidas y reducir a la mitad la cifra de muertes en tan solo 6 años”.
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