“La población de Ciudad de Gaza se enfrenta a una elección imposible: quedarse y sufrir una ofensiva militar o abandonarlo todo e ir al sur”
Lo cuenta Jacob Granger, coordinador de Emergencias de Médicos Sin Fronteras, actualmente con base en Deir el Balah, Gaza.
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"Lo que sabemos por nuestros equipos en Ciudad de Gaza, que siguen operando en dos hospitales y dos clínicas —además de realizar distribución de agua—, es que allí están quedando cada vez menos actores humanitarios debido a la operación militar y a la presión que ejerce el gobierno de Israel para que tanto la población como las organizaciones humanitarias abandonen la ciudad.
Hace un mes, se estimaba que Ciudad de Gaza tenía alrededor de un millón de habitantes. Todas estas personas viven en condiciones absolutamente precarias. Hay carencia de alimentos y agua, así como falta de acceso a servicios médicos básicos. En estas condiciones, resulta extremadamente difícil que la población pueda desplazarse al sur para salir de Ciudad de Gaza. Especialmente, cuando estamos hablando de cifras tan elevadas y considerando que no hay instalaciones, infraestructura ni espacio suficiente para recibir a todas estas personas.
Desde hace algo más de una semana, hemos observado un aumento en la intensidad de los bombardeos de las fuerzas israelíes, así como un avance de las tropas terrestres. Esto significa que nuestros equipos allí están recibiendo más heridos, más fallecidos, más casos de trauma… También estamos viendo desplazamientos de población. Es muy difícil estimar cuántas personas han logrado salir de Ciudad de Gaza hacia el sur, pero también es cierto que muchas otras no pueden abandonar la ciudad porque no tienen dónde refugiarse.
La población tiene que elegir entre quedarse en un refugio —sea una tienda de campaña o parte de un edificio, casi siempre sobrepoblado— y sufrir las operaciones militares en Ciudad de Gaza, o dejar todas sus pertenencias en el norte e intentar ir hacia el sur para encontrar un pedazo de tierra donde establecerse nuevamente.
Debemos entender que la llamada “zona humanitaria” que las autoridades israelíes han designado al sur, en Jan Yunis, tiene alrededor de 42 kilómetros cuadrados. Se espera que allí se concentren más de dos millones de personas. Para ponerlo en perspectiva: Manhattan (Nueva York, EE. UU.) tiene unos 58 km² y alberga a 1,6 millones de habitantes. Y cualquiera puede ver fácilmente la diferencia entre el Gaza de hoy y Manhattan: en la Franja de Gaza apenas quedan edificios en pie, la mayoría de la población vive en tiendas de campaña hacinadas, y además las autoridades israelíes no permiten que entren suficientes tiendas para refugiar a los gazatíes.
Ahora mismo la población de Ciudad de Gaza se enfrenta a una elección imposible: quedarse y sufrir una ofensiva militar o abandonarlo todo e intentar ir al sur, donde no hay espacio para más personas y además supone un coste económico enorme. Más del 70% de la población de Gaza no tiene ingresos regulares. El acceso a efectivo es muy difícil y para desplazarse se necesitan miles de dólares.
Las necesidades que MSF observa hoy en Gaza son abrumadoras: comida, agua y servicios médicos. En una de las clínicas que todavía tenemos en funcionamiento estamos viendo cada vez casos más graves. El hospital Al Shifa, el mayor que sigue funcionando en el norte, tiene una tasa de ocupación de camas del 250%. Además, el acceso a suministros médicos es muy limitado e insuficiente para proporcionar servicios médicos vitales para la población.
El acceso a agua potable es cada vez más restringido, y un número creciente de personas no puede satisfacer en absoluto esta necesidad básica. Aunque la necesidad más básica de toda la población de la Franja de Gaza es la seguridad. Hoy no existe un lugar seguro ni en el norte ni en el sur de la Franja. Necesitamos seguridad, necesitamos que cesen las actividades militares israelíes.
MSF está intentando responder a las necesidades con la máxima capacidad posible, aunque esta es muy limitada. Estamos viendo un aumento de las necesidades debido a la falta de acceso de los actores humanitarios a Ciudad de Gaza. Por ahora seguimos realizando distribución de agua, apoyando a dos hospitales y gestionando dos clínicas, una de atención primaria y otra centrada en trauma y fisioterapia.
Debe quedar claro que operar en Ciudad de Gaza es extremadamente peligroso por la falta de garantías de seguridad por parte del gobierno israelí. Veo a colegas —internacionales y gazatíes— arriesgar su vida cada día para proporcionar agua y servicios de salud esenciales a la población de Ciudad de Gaza. Exigimos a la comunidad internacional y al gobierno israelí que garanticen el acceso de los actores humanitarios y de la ayuda humanitaria en general a la Franja de Gaza, y en particular a Ciudad de Gaza.
En este momento, el único obstáculo para que la ayuda humanitaria entre en Ciudad de Gaza es el gobierno israelí. La comida está a 50 km de cualquier punto de la Franja de Gaza. Los actores humanitarios tienen la capacidad de entregar esta ayuda si se levantan los obstáculos. MSF permanecerá en la Franja de Gaza el mayor tiempo posible. Y permanecerá en Ciudad de Gaza el mayor tiempo posible. La situación de seguridad es muy volátil y peligrosa, por lo que estamos evaluando hora a hora si podemos seguir operando allí. Mientras sea posible, mantendremos hospitales, clínicas y nuestras actividades en marcha".
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Camión de agua de MSF atacado por las fuerzas israelíes en Ciudad de Gaza. © MSF
Condenamos el ataque israelí a uno de nuestros camiones de distribución de agua en Ciudad de Gaza
Medicos Sin Fronteras seguimos además distribuyendo agua, y el 15 de septiembre las fuerzas israelíes abrieron fuego contra un camión de agua claramente identificado como perteneciente a MSF, mientras nuestro equipo distribuía 10.000 litros de agua potable en el barrio de Sheikh Radwan, en la zona este de Ciudad de Gaza.
La ruta y el horario del vehículo habían sido comunicados con antelación a las autoridades israelíes, como hace MSF diariamente. Este ataque no puede considerarse un error. Fue un intento deliberado de sabotear la distribución de agua a los civiles que no pueden abandonar la zona, en particular a los enfermos y a las personas más vulnerables que viven en tiendas de campaña o entre los escombros de lo que alguna vez fueron sus casas.
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